lunes, mayo 16, 2016

Sylvia Plath (2/2)

Sylvia Plath

(Boston, 27 de octubre de 1932 - Londres, 11 de febrero de 1963)
Fue una escritora estadounidense especialmente conocida como poeta.  En su primer año en la universidad de Smith College, Plath realizó el primero de sus intentos de suicidio. Esto lo detalló más tarde en su novela semiautobiográfica <La Campana De Cristal> (The Bell Jar).  Fue tratada en una institución psiquiátrica (Hospital McLean) y pareció recuperarse aceptablemente, tras lo que se graduó con honores, en 1955. El 11 de febrero de 1963, enferma y con poco dinero, Plath se suicidó asfixiándose con gas. Aunque durante mucho tiempo se consideró que sus repetidas depresiones e intentos de suicidio se debieron a la muerte de su padre cuando ella contaba con nueve años, pérdida que nunca logró superar, hoy se cree que padecía trastorno bipolar, trastorno psicológico que actualmente se trata con medicación. Fue la primera poeta en recibir, post-mortem, el Premio Pulitzer por el conjunto de su obra.  Su hijo Nicholas Hughes Plath fue un hombre solitario; se refugió en la privacidad de Alaska como profesor en la Universidad de Alaska Fairbanks. Maníaco-depresivo y solitario, nunca se casó ni tuvo hijos, y el 16 de marzo de 2009 se suicidó en Alaska. Sylvia fue una morbosa amante de la perfección. Sylvia comprobó en su condición humana, el mayor y más cruel impedimento para aquella correspondencia perfecta que quería plasmar entre la vida real y sus poemas. Y se volvió contra ella misma hasta finalmente destruirse. “El no ser perfecta, me hiere”, escribió Sylvia Plath en su Diario en 1957


Espejo
Versión 1

Soy plateado y exacto. No tengo preconceptos.
Cuanto veo, lo trago inmediatamente
Tal cual es, sin empañar por amor o desagrado.
No soy cruel, sólo veraz:
Ojo de un pequeño dios, cuadrangular.
Casi todo el tiempo medito en la pared de enfrente.
Es rosada, con lunares. La he mirado tanto tiempo
Que creo que es parte de mi corazón. Pero fluctúa.
Las caras y la oscuridad nos separan una y otra vez.
Ahora soy un lago. Una mujer se inclina sobre mí,
Buscando en mi extensión lo que ella es en realidad.
Luego se vuelve hacia esas mentirosas, las bujías o la luna.
Veo su espalda y la reflejo fielmente.
Me recompensa con lágrimas y agitando las manos.
Soy importante para ella. Que viene y se va.
Todas las mañanas su cara reemplaza la oscuridad.
En mí ella ahogó a una muchachita y en mí una vieja
Se alza hacia ella día tras día, como un pez feroz.


Espejo
Versión 2

Soy de plata y exacto. Sin prejuicios.
Y cuanto veo trago sin tardanza
tal y como es, intacto de amor u odio.
No soy cruel, solamente veraz:
ojo cuadrangular de un diosecillo.
En la pared opuesta paso el tiempo
meditando: rosa, moteada. Tanto hace que la miro
que es parte de mi corazón. Pero se mueve.
Rostros y oscuridad nos separan

sin cesar. Ahora soy un lago. Ciérnase
sobre mí una mujer, busca mi alcance.
Vuélvase a esos falaces, las luciérnagas
de la luna. Su espalda veo, fielmente
la reflejo. Ella me paga con lágrimas
y ademanes. Le importa. Ella va y viene.
Su rostro con la noche sustituye
las mañanas. Me ahogó niña y vieja

***

Soy Vertical

Mejor querría ser horizontal.
No soy un árbol con raíces hondas
en tierra, sorbiendo minerales y amor materno,
refloreciendo así de marzo en marzo,
reluciente, ni orgullo de parterre
blanco de admirativos gritos, muy repintado,
y a punto, ignaro, de perder sus pétalos.
Comparado conmigo es inmortal
el árbol, y las flores más audaces:
querría la edad del uno, la temeridad de las otras.

Esta noche, en luz infinitésima
de estrellas, árboles y flores
han esparcido su frescura.
Yo entre ellos me paseo, no me ven, cuando duermo
a veces pienso que me les hermano
más que nunca: mi mente descaece.
Resulta más normal, echada. El cielo
y yo trabamos conversación abierta, así seré
más útil cuando por fin me una con la tierra.
Árbol y flor me tocarán, me verán.

Parterre: jardín.
Ignaro: inconsciente.
Descaece: desfallece.

***

Últimas Palabras

No quiero una caja sencilla, quiero un sarcófago
de atigradas listas y un rostro pintado, redondo
como la luna, que mire, quiero
estar mirándolo cuando lleguen, escogiendo
entre minerales mudos, raíces. Los veo
ya: los pálidos, astralmente distantes rostros.
Ahora no son nada, no son siquiera criaturas.
Los imagino huérfanos, como los primeros dioses,
de padre y madre, se preguntarán si tuve importancia
¡Debí haber preservado mis días, como frutos, en azúcar!
Mi espejo se empaña:
unos pocos hálitos, y no reflejará ya nada.
Las flores y los rostros blanquizcos cual sábanas.

No confío en el espíritu. Huye como vapor en mis sueños,
por la boca o los ojos. No puedo impedírselo.
Un día se irá para no volver. Así no son las cosas.
Permanecen, sus luces idóneas se calientan
en mis manos frecuentes. Ronronean casi.
Cuando se enfrían las suelas de mis pies, los ojos azules,
mi turquesa, me darán solaz. Déjame
mis cacharros de cobre, déjame los cacharros de afeites,
que florezcan en torno a mí como flores nocturnas.
Me envolverán en vendas, almacenarán mi corazón
bajo mis pies, bien envuelto.
Me conoceré a mí misma. Seré noche
y el relucir de tantas cosas será más dulce que el rostro de Istar.

Ištar o Ishtar: era la diosa babilónica del amor y la guerra, de la vida, de la fertilidad, y patrona de otros temas menores.

***

Viuda

Viuda. Palabra que se autoconsume:
cuerpo, hoja de periódico en el fuego,
por el aire un instante sostenida
sobre la geografía roja y cálida
que arrancará su corazón cual ojo.

Viuda. Sílaba muerta, con su sombra
de un eco, abre el resorte en el tabique
del pasado secreto: aire gastado,
recuerdos fétidos, escalinatas
mecánicas que a ningún sitio conducen...

Viuda. La amarga araña se sienta
en el centro de sus ejes resecos.
La muerte es su vestido, gorro, cuello.
El rostro del marido, blanco, inválido,
la cerca como a presa que con gusto

de nuevo mataría, verle cerca
cual rostro de papel contra su pecho,
como sus cartas conservar solía
tornándolas piel nueva, viva y cálida,
pero ahora ella es papel, y fría siempre.

Viuda: ¡estado vacío y grande! Llena
de aire traidor está la voz divina,
los arduos astros fáciles promete,
y el espacio inmortal entre los astros,
no cadáveres, flechas hacia el cielo.

Viuda, inclínense árboles piadosos,
árboles de dolor y soledades.
Como sombras en torno al verde campo
o incluso como bocas negras ciérnanse.
La viuda les semeja, es una sombra.

Las manos bien cogidas, nada en ellas.
Alma sin cuerpo que otra alma pide
en este aire sereno y no lo nota:
un alma frágil como el humo entra
en otra sin saber por dónde pasa.

Es éste su temor: es el temor
de que su alma late aún y late sorda
como el ángel mariano, cual paloma
contra un cristal a todo ciega, menos
al hueco hoyo que mira y mirar debe.

***

Temores

Esta pared blanca
sobre la que el cielo se hace a sí mismo:
infinita verdad, intocablemente intocable.
Los ángeles se bañan en ella,
y las estrellas igualmente,
en indiferencia también.
Mi medio son.
El sol se disuelve contra esa pared,
desangrándose de sus luces.

Gris es la pared ahora,
desgarrada y sangrienta.
¿Cómo salir de la mente?
Este mundo carece de árboles y de pájaros,
solo hay agrura en él.

La pared roja
no hace más que sobresaltarse:
un puño rojo se abre y se cierra,
he aquí mi materia,
y terror también
a que me lleven entre cruces
y una lluvia de lástimas.

Irreconocibles pájaros en una pared negra:
torciendo el cuello.
¡Esos sí que no hablan de inmortalidad!
Dos frías balas muertas se nos aproximan:
con mucha prisa vienen.

******

Versiones de
Cecilia Bustamante

Lady Lazarus

Lo logré otra vez,
me las arreglo —
una vez cada diez años.

Especie de fantasmal milagro, mi piel
brillante como una pantalla nazi,
mi diestro pie
es un pisapapel,
mi rostro un fino lienzo
judío y sin rasgos.

Descascara la envoltura
oh, mi enemigo,
¿aterro acaso? —
¿la nariz, las cuencas vacías, los dientes?
el apestoso aliento
se desvanecerá en un día.

Pronto, muy pronto, la carne
que la tumba devoró
se sentirá bien en mí
y yo una mujer que sonríe.

Tengo sólo treinta años.
y como gato he de morir nueve veces.
esta es la número tres.

Qué desperdicio
eso de aniquilarse cada década.
qué millón de filamentos.

La multitud mascando maní se agolpa
para verlos.
cómo me desenvuelven la mano, el pie —
el gran desnudamiento.

Damas y caballeros.
estas son mis manos
mis rodillas.
Soy tal vez huesos y pellejo.
Sin embargo, soy la misma, idéntica mujer.

La primera vez que sucedió tenía diez.
fue un accidente.
La segunda vez pretendí
superarme y no regresar jamás.
Oscilé callada.
Como una concha marina.
Tenían que llamar y llamar
recoger mis gusanos como perlas pegajosas.

Morir
es un arte, como cualquier otra cosa.
Yo lo hago excepcionalmente bien.
Lo hago para sentirme hasta las heces.
Lo ejecuto para sentirlo real.
Podemos decir que poseo el don.
Es bastante fácil hacerlo en una celda.
Muy fácil hacerlo y no perder las formas.
Es el mismo
retorno teatral a pleno día
al mismo lugar, mismo rostro, grito brutal
y divertido:
“¡Milagro!”

Que me liquida.
Luego una carga a fondo
para ojear mis cicatrices, y otra
para escucharme el corazón –
de verdad sigue latiendo.

Y hay otra y otra arremetida grande
por una palabra, por tocar
o por un poquito de sangre
o por unos cabellos o por mi ropa.

Bien, bien, está bien Herr Doktor.
Bien. Herr Enemigo.
Yo soy vuestra obra maestra,
su pieza de valor,
la bebé de oro puro
que se disuelve con un chillido.

Me doy vuelta y ardo.
No creas que no valoro tu gran cuidado.
Ceniza, ceniza —
ustedes atizan, remueven.
Carne, hueso, nada queda, solo
una barra de jabón,
una alianza de bodas,
un empaste de oro.

Herr Dios, Herr Lucifer.
Cuidado.
Cuidado.
Desde las cenizas me levanto
con mi cabello rojo
y devoro hombres como el aire.

***

Daddy
(fragmento)

Tenía diez años cuando te enterraron.
A los veinte intenté morir
Y regresé, regresé a ti
Pensé que hasta mis huesos volverían también.
Pero me sacaron de la bolsa
Y me reconstruyeron con goma.
Y entonces supe qué hacer.
Hice un modelo de ti.
Un hombre de negro con aire de Meinkampf.
Amante del tormento y la deformación
Yo dije sí, sí quiero.
Así, papito, he terminado al fin.
El teléfono se arrancó de raíz,
Las voces ya no pueden carcomerme más.
He matado a un hombre, he matado a dos
Al vampiro que dijo ser tú
Y bebió de mi sangre todo un año,
Siete años si quieres enterarte,
Papito, puedes descansar en paz ahora.
Hay una estaca en tu negro, burdo corazón,
A los aldeanos nunca les gustaste.
Están bailando y zapateando sobre ti,
siempre supieron que eras tú
Papito, papito:
escúchame bastardo,
acabada estoy.



martes, mayo 10, 2016

Ligia García y García

Ligia García y García

Como una reina


Aunque era de noche, las luces iluminaban las calles con la intensidad del mediodía, la gente caminaba con un júbilo nostálgico y así se perdía entre la muchedumbre que transpiraba ansiedad por terminar las compras antes del 24.



En la calle principal se encontraba la Joyería del Centro Histórico, que ofrecía a sus clientes joyas de diseñadores de gran renombre y tradición.



—¡Esta vez debes elegir uno muy especial!, dijo Humberto a su esposa Elisa.



Ella, complacida, lo vio con gratitud y asintió.



—Elige el que más te guste. Busca un juego completo de esos que traen aretes, pulsera y todo lo demás.



—No tiene que ser uno muy caro, Humberto.



—¡Debe ser uno muy caro, Elisa! Es el juego que te mereces esta vez porque, además de todo, pronto será Nochebuena.



Con ilusión, aunque con timidez, los ojos de Elisa se movían como se mueven esas luces intermitentes de la época navideña. Miraba para todos lados, sus ojos saltaban de vitrina en vitrina mientras la encargada de la joyería le comentaba sin pausa y con insistencia las características, virtudes y precios de cada joya o de cada juego.



—Este es un bello juego de esmeraldas; se dice que ayuda a desarrollar la paciencia y la esperanza. Si lo quiere para un aniversario, dígame cuántos 



años cumplen y le digo la piedra que le corresponde. Estos son zafiros, las piedras de la paz y la felicidad. Los de aquí son diamantes, distinguidos por su brillo y dureza.



Sin tomar aire siquiera, la vendedora continuó. El rubí, para fomentar el amor. Las clásicas perlas, siempre presentes en las uniones felices. ¿Cuál es del gusto de la señora? Estos son los diseños que recién entraron, justo los de temporada. A la izquierda encontrará los de diseñadores 



italianos y los de abajo han sido inspirados en diseños antiguos. Al lado derecho, puede ver los últimos modelos de Cartier, Bvlgari y Boucheron, en ese mismo orden. ¿Qué número de anillo usa? ¡Pruébese este! ¡Mire qué lindo se le mira, le luce con el tono de su piel...!



Elisa se sentía como perdida entre aquel escenario lleno de bullicio y tanto fulgor.



Se vio las manos, y pudo ver en ellas los anillos más finos y bellos. Se tocó como inconscientemente los aretes que llevaba puestos, y de inmediato 



los pudo reconocer. Con la punta de sus dedos recorrió el collar que llevaba puesto y, sin necesidad de verlo, supo cuál era la historia del mismo.



—¡El que tú quieras, amor mío! ¡El que más te guste!, dijo con insistencia Humberto a Elisa.



Antes de que él terminara de hablar y aún perdida en los recuerdos, los ojos de Elisa empezaron a brillar y, en sus lágrimas, se reflejaban todas las luces del entorno.



Volvió a tocarse las joyas que llevaba puestas y, automáticamente, los recuerdos empezaron a surgir... Los aretes, recuerdo de la primera bofetada; el anillo de zafiros y diamantes, símbolo de reconciliación de la golpiza de cumpleaños porque los invitados se marcharon ya muy tarde; la pulserita de perlas, el perdón de un par de patadas que recibió el día de la boda de su hermana debido a un ataque de celos porque convivió de más con su familia.



Elisa siguió leyendo la historia de su vida y de sus golpes conforme iba recordando cada joya.



Ahora, Humberto le ofrecía una más especial porque estaban a dos días de celebrar la Navidad, y también porque la última vez se le había pasado la mano y la lastimó hasta que la hizo perder el conocimiento. Por los insultos nunca le dio joyas ni le pidió perdón, quizás esas heridas aún no se han sanado.



Aunque todas las joyas de Elisa tienen una historia que contar, ella no las ha dejado hablar. Sus amigas aún la envidian, sienten que Humberto de verdad la trata como a una reina. Quizá pronto también morirá, entre joyas, como una reina.


***

Como Una Reina

La mujer de las mil joyas 
todo el mundo la llamaba, 
parecía una reina, 
las mujeres la envidiaban.

Iba vestida de gemas, 
y su brillo deslumbraba, 
mas no se sentía feliz, 
sufría la desdichada.

Una noche de repente, 
cerca de la Nochebuena, 
la llevó su amado esposo 
a su tienda predilecta.

¡Pide!, - le dijo el esposo-,
la joya que tú prefieras, 
esta vez te lo has ganado, 
has sido una mujer buena.

La mujer de las mil joyas 
se puso más que contenta, 
brillaron, luego, sus ojos, 
pronto tendría otra gema.

En el brillo de sus ojos,
aparecieron sus penas,
y se mezcló con su llanto,
la historia de cada piedra.

Tenía miles de heridas,
sufría miles de penas,
la mujer de las mil joyas, 
y de los diez mil problemas.

El esposo la golpeaba,
por amor –decía ella-,
le curaba cada herida,
regalándole una gema.

Se fue llenando de heridas,
se fue llenando de penas,
se fue llenando de joyas,
se fue llenando de ofensas.

Las noticias anunciaron,
después de la Nochebuena:
“La mujer de las mil joyas
ha muerto como una reina”.

Dice la gente del barrio, 
que se ha quedado sin reina:
se quedó solo el esposo 
de la mujer sin problemas.

La mujer de las mil joyas, 
ha muerto junto a sus penas, 
hoy oculta una corona 
el golpe de la cabeza.

lunes, mayo 09, 2016

Ludwig van Beethoven

Ludwig van Beethoven
(Bonn, 16 de diciembre de 1770 - Viena, 26 de marzo de 1827) 
Fue un compositor, director de orquesta y pianista alemán. 

Nota: La redacción de la carta intenta parecerse, en la medida que lo permite la traducción, a la del original.

Amada inmortal

Página 1

6 de julio
En la mañana-
Mi ángel, mi todo
mi mismo yo — solo unas pocas
palabras hoy, y en efecto con lápiz
(con el tuyo)
recién mañana se va a decidir definitivamente sobre mis alojamientos,
qué inútil desperdicio
de tiempo — por qué
este profundo dolor, cuando
habla la necesidad —
Puede nuestro amor existir, sino
a través del sacrificio —
de no pedir todo del otro;
puedes cambiar el hecho, de que tú
no seas completamente mía, yo no
completamente tuyo — Oh Dios,

Página 2

mira en la hermosa naturaleza
y consuela tu ánimo
acerca de lo que debe ser — el amor
lo pide todo y completamente y con razón,
así es para mí contigo, para ti
conmigo — solo que olvidas
tan fácilmente, que yo debo vivir para mí y
para ti, si estuviéramos
completamente unidos, tú
sentirías este dolor
tan poco como yo —
Mi viaje fue aterrador.
Llegué aquí recién a las cuatro
de ayer a la mañana.
Como faltaban caballos,
el cochero eligió otra
ruta, pero qué

Página 3

horrible camino, en la penúltima
posta me advirtieron
acerca de viajar de noche,
tratando de asustarme de un bosque,
pero esto solo
me pareció un desafío — y yo estuve
equivocado, el carruaje tenía
que romperse
en tal terrible ruta,
una ruta de lodo sin fondo
(tachado: y el) sin dos posti-
llones como tenía, hubiera quedado
atascado en el camino.
A propósito: Esterhazy, en la
ruta de costumbre,
tuvo el mismo destino
con ocho caballos, que yo con
cuatro. De todos modos tuve
alguna satisfacción,

Página 4

como siempre, cuando supero
con fortuna algo – ahora rápidamente
al interior desde el exterior
probablemente nos veremos pronto,
hoy todavía no puedo
transmitirte los pensamientos
que tuve durante estos
pocos días acerca de mi
vida — si estuvieran
nuestros corazones siempre juntos y
unidos, yo por supuesto, no tendría nada que decir.
Mi corazón esta lleno de tanto
para decirte – Ay — Hay
todavía momentos cuando encuentro
que la palabra no es nada
en absoluto — alégrate —
permanece mi fiel y único
tesoro, mi todo, como yo para ti
el resto los dioses deben
enviarlo, lo que deba
ser para nosotros — tu fiel
ludwig —

Página 5

Lunes a la tarde, el 6 de julio -
Estás sufriendo, mi queridísima
criatura — recién ahora me doy cuenta
de que las cartas deben ser despachadas
muy temprano en la mañana.
Lunes — jueves —
los únicos días en los cuales
el correo va de aquí
hasta K — estás sufriendo – Ay, donde sea
que estoy, tú estás conmigo,
contigo y conmigo voy a arreglar
para que pueda vivir yo contigo,
¡¡¡¡qué vida!!!! ¡¡¡¡Así!!!!
sin ti — Perseguido por
la amabilidad de la gente aquí
y allí, que ni quiero
merecer ni merezco — la humildad
del hombre hacia
el hombre — me lastima
y cuando me veo a mí mismo

Página 6

en el marco
del universo,
qué soy yo y qué es
Él — a Quién uno
llama el Más Grande —
y aun así — aquí está
otra vez la chispa divina
en el hombre —
lloro cuando pienso
que probablemente
no recibas las primeras
noticias de mí hasta
el sábado — por mucho que tú
me ames — yo te amo
hasta más profundamente pero —
nunca te escondas de

Página 7

mí — Buenas noches — como
estoy tomando los baños debo irme a
dormir (tachado: o ir con)
(tachado: ir a)
Ay, DIOS, ¡tan cerca! ¡tan lejos! no es
acaso nuestro amor un verdadero
edificio celestial —
pero también firme, como
el firmamento —
Buenos días el 7 de Julio -
mientras estoy aún en la cama mis pensamientos
se lanzan a sí mismos hacia ti, mi
amada inmortal,
de a ratos alegres y
entonces otra vez tristes.
Esperar del destino
si este nos otorgará una resolución favorable —
Puedo vivir ya sea
totalmente contigo o de ningún modo

Página 8

Si he resuelto
vagar sin rumbo
en la lejanía, hasta que
pueda volar a tus brazos
y pueda llamarme
enteramente en casa contigo,
y pueda enviar mi alma
abrazada por ti
al reino del espíritu
— si, infortunadamente así debe ser — tú
te dominarás aun más
al conocer mi fidelidad
a ti, nunca puede otra
poseer mi corazón,
nunca — nunca – OH DIOS, por qué
tener que separarse,
de lo que se ama tanto, y así mi
vida en V [Viena] como es ahora es una
vida miserable — Tu
amor me hace el hombre más feliz
y el más infeliz
al mismo tiempo — a mi edad debería
tener cierta estable
regularidad en mi vida — ¿puede

Página 9

eso existir en nuestra
relación? — Ángel, ahora mismo
me entero de que el correo
va todos los días
y por lo tanto
debo sellar, de modo que tu
recibirás la C [carta] inmediatamente —
permanece calma, solo a través
de la tranquila contemplación de nuestra
existencia podremos
alcanzar nuestro objetivo
de vivir juntos —
sé paciente — ámame —
hoy — ayer —
Qué doloroso anhelo de ti —
de ti — de ti —
tú — tú, mi

Página 10

amor — mi
todo — adiós —
oh, continúa
amándome — nunca
juzgues mal al más fiel
corazón de tu
amado.
L
siempre tuyo
siempre mía
siempre nuestro

***

Testamento de Heiligenstadt

A mis hermanos Carl y Johann

Oh vosotros, hombres que me miráis y me juzgáis huraño, loco o misántropo, ¡cuán injustos habéis sido conmigo! ¡Ignoráis la oculta razón de que os aparezca así! Mi corazón y mi espíritu se mostraron inclinados desde la infancia al dulce sentimiento de la bondad, y a realizar grandes acciones he estado siempre dispuesto; pero pensad tan solo cuál es mi espantosa situación desde hace seis años, agravada por médicos sin juicio, engañado de año en año con la esperanza de un mejoramiento, y al fin abandonado a la perspectiva de un mal durable, cuya curación demanda años tal vez, cuando no sea enteramente imposible. Dotado de un temperamento ardiente y activo, fácil a las distracciones de la sociedad, debí apartarme de los hombres en edad temprana, pasar mi vida solitario. ¡Si algunas veces quise sobreponerme a todo, oh cuán duramente chocaba con la triste realidad renovada siempre de mi mal! y sin embargo, no me era posible decir a los hombres: "¡Hablad más alto, gritad porque soy sordo!" ¿Cómo me iba a ser posible ir revelando la debilidad de un sentido que debería ser en mí más perfecto que en los demás?, un sentido que en otro tiempo he poseído con la más grande perfección, con una perfección tal que indudablemente pocas personas de mi oficio han tenido nunca. ¡Oh, esto no puedo hacerlo! Perdonadme pues si me veis vivir separado cuando debería mezclarme en vuestra compañía. Mi desdicha es doblemente dolorosa, puesto que le debo también ser mal conocido. Me está prohibido encontrar un descanso en la sociedad de los hombres, en las conversaciones delicadas, en los mutuos esparcimientos, Sólo, siempre solo. No puedo aventurarme en sociedad si no es impulsado por una necesidad imperiosa; soy presa de una angustia devoradora, de miedo de estar expuesto a que se den cuenta de mi estado. Esta es la razón por la cual acabo de pasar seis meses en el campo. Mi sabio médico me obliga a cuidar mi oído tanto como sea posible, yendo más allá de mis propias intenciones; y sin embargo, muchas veces, recobrado por mi inclinación hacia la sociedad, me he dejado arrastrar por ella; pero qué humillaciones cuando cerca de mí se encontraba alguien que escuchaba a lo lejos el sonido de una flauta y yo no oía nada, o que escuchaba el canto de un pastor sin que yo pudiera oír nada. La experiencia de estas cosas me puso pronto al borde de la desesperación, y poco faltó para que yo mismo hubiese puesto fin a mi vida. Sólo el arte me ha detenido. ¡Ah! Me parecía imposible abandonar este mundo antes de haber realizado todo lo que me siento obligado a realizar, y así prolongaba esta miserable vida, verdaderamente miserable, un cuerpo tan irritable que el menor cambio me puede arrojar del estado mejor en el peor. ¡Paciencia! se dice siempre; y debo tomarla a ella ahora por guía; la he tomado. Durable debe ser, lo espero, mi resolución de resistir hasta que plazca a las Parcas inexorables cortar el hilo de mi vida. Acaso será esto lo mejor, acaso no, pero yo estoy presto siempre. No es muy fácil ser filósofo por obligación a los veintiocho años, no es fácil; y es más duro aún para un artista que para cualquier otro. ¡Oh Dios, tú miras desde lo alto en el fondo de mi corazón, y lo conoces, sabes que en él moran el amor a los demás y el deseo de hacerles el bien! Vosotros, hombres, si leéis un día esto, pensad que habéis sido injustos conmigo, y que el desventurado se consuela al encontrar a otro desventurado como él que a pesar de todos los obstáculos de la  naturaleza, hizo cuanto estaba a su alcance para ser admitido en el rango de los artistas y de los hombres de elección.

Vosotros, hermanos míos, Carl y Johann, inmediatamente que yo haya muerto, si el profesor Schmidt vive aún, rogadle en mi nombre que describa mi enfermedad y a la historia de ella unid esta carta, a fin de que después de mi muerte, al menos en la medida que esto sea posible, la sociedad se reconcilie conmigo. Al mismo tiempo, a vosotros dos nombro herederos de mi pequeña fortuna, si se le puede llamar así, que la debéis partir lealmente, estando de acuerdo y ayudándoos el uno al otro. El mal que me habéis hecho, lo sabéis, os lo he perdonado desde hace mucho tiempo. A ti hermano Carl te doy gracias particularmente por la solicitud de que me has dado testimonio en los últimos tiempos. Hago votos por que tengáis una vida feliz, más exenta de cuidados que la mía. Recomendad a vuestros hijos la virtud, porque sólo ella puede dar la felicidad que no da el dinero. Hablo por experiencia. Ella me ha sostenido a mí mismo en mi miseria, y a ella debo, tanto como a mi arte, no haber puesto fin a mi vida por el suicidio ¡Adiós y amaos! Doy gracias a todos mis amigos, y en particular al príncipe Lichnowski y al profesor Schmidt. Deseo que los instrumentos del príncipe L. puedan ser conservados en la casa de alguno de vosotros, pero que esto no provoque entre vosotros ninguna discusión. Si no pueden seros útiles para algo mejor, vendedlos inmediatamente. ¡Cuán feliz seré si todavía puedo serviros desde la tumba! Si fuera así, con qué alegría volaría hacia la muerte. Pero si ésta llega antes de que haya tenido la ocasión de desarrollar todas mis facultades artísticas, a pesar de mi duro destino, llegará demasiado temprano para mí y desearía aplazarla. Mas aun así, estoy contento. ¿No va a librarme de un estado de sufrimiento sin término? Venga cuando viniere, yo voy valerosamente hacia ella. Adiós y no me olvidéis enteramente en la muerte; merezco que penséis en mí, porque a menudo he pensado en vosotros durante mi vida para haceros felices. ¡Sedlo!

LUDWIG VAN BEETHOVEN (1770-1827)
Heiligenstadt, 6 de octubre de 1802.