martes, febrero 16, 2016

Antonia Pozzi, (2/2)

Antonia Pozzi 
(Milán, 13 de febrero de 1912 - 03 de diciembre de 1938) 

Fue una poetisa italiana. Nacida en Milán en 1912, a los veinticinco años había sido tal vez la única mujer de su generación en culminar estudios superiores y postgrado en letras en la universidad de Milán, siendo por lo demás, la alumna más destacada. Mujer de una belleza física y espiritual extraordinaria, a los veintiséis años ha escrito la totalidad de su obra poética (el poemario Palabras –Parole- Pozzi, Milán 1938) bajo la premisa de una ética-poética de vida que no le permitió concesiones ni amparos a su incesante e intensa visión de la existencia, como un tránsito apasionado, amoroso, pero determinado por la profunda soledad y el desarraigo, en un mundo no menos amado que ajeno, desde donde vislumbra la otra orilla infinita. Así, esta mujer que nos ofrendó su canto y su amor, nos ofrenda también su vida el 3 de Diciembre de 1938, envuelta en los crepúsculos de la campiña lombarda. A los 26 años se quita la vida con una sobredosis de barbitúricos.

Noviembre

Después – sucederá que yo me vaya –
quedará algo de mí
en el mundo
Quedará una débil fragancia de silencio
en medio de las voces
un tenue aliento blanco
en el corazón del azul
y una tarde de noviembre
una niña hermosa
en la esquina de una calle
venderá crisantemos
y las estrellas serán frías, azules, remotas

¿Alguien llorará?
quién sabe dónde – quién sabe dónde
¿alguien, en el mundo, 
buscará el crisantemo para mí
cuando deba marcharme sin retorno?

***

Despedidas De Las Montañas
(fragmento)

Esta es la prueba de que ustedes me bendicen
montañas.
Si en la hora de la despedida
la iglesia
me recibe con su blancura de sol
y con fuerza mi tristeza abraza 
el canto de las campanas al mediodía.

[…]

***

Grito

No tener un Dios,
no tener una tumba,
no tener nada firme,
tan sólo cosas vivas que se escapan;
vivir sin ayer,
vivir sin futuro,
y cegarse en la nada
a causa de la miseria
que no tiene fin.
(¡socorro!)

***

Prados

Tal vez ni siquiera es verdad
lo que en tu corazón oyes gritar a veces:
que esta vida es nada
para tu ser
y lo que conocemos como luz
es un deslumbramiento,
deslumbramiento último
de tus dolientes ojos.

Acaso sólo es la vida
lo que se sabe en días jóvenes:
anhelo eterno que busca,
de cielo en cielo,
quién sabe qué horizonte.

Somos como la hierba de los prados
que siente sobre sí soplar el viento
y canta plena en el viento
y vive siempre en el viento
y sin embargo no supo crecer
de forma que aquietase aquel vuelo supremo
ni levantarse de la tierra

***

Límites

Cuánto me acuerdo
de mi cartera escolar,
que toda yo estrechaba con mis libros
en un único y seguro abrazo.

No conocía entonces
este acezante trascender,
este desbordamiento estéril,
este perderse
que todavía no es morir.
Cuántas veces me apeno, pensando
en mi cartera escolar.

***

Luz Blanca

Entré, al alba,
en un pequeño cementerio.

Fue en un país lejano,
al pie de una torre grisácea,
huérfana ya de voces
de campanas,
mientras aún la niebla
plateaba las encinas oscuras,
los altos setos,
los brezos violeta.

En el pequeño cementerio,
las lápidas,
dirigidas a Oriente,
como en blanca sonrisa,
rostros de ciegos parecían
que, alineados, marchasen
al encuentro del sol.

***

Habrías Sido

Habrías sido
de lo que nunca fuimos,
de lo que fuimos una vez y ya jamás seremos.

La poesía que amamos, 
nunca ajena al corazón,
la habrías cantado tú
con tu voz de muchacho.

Única espiga
Eras de dos tierras mezcladas;
Tallo de nuestra inocencia
bajo el sol.

Pero abajo quedaste,
con los muertos,
con los no nacidos,
con las aguas subterráneas;
alba apagada 
a la luz de las últimas estrellas:
no ocupa ahora la tierra
sino sólo mi corazón
tu invisible féretro.

Alma,
ya estás
en la calle del morir…

***

Pensamiento

Tener dos grandes alas de sombra
y plegarlas 
sobre este dolor tuyo:
ser sombra, 
paz nocturna,
en torno a tu apagada sonrisa.

***

La Vida

A los umbrales del otoño,
en un ocaso mudo,
descubres la onda del tiempo
y tu rendición secreta,
como de rama en rama
ligero
un descender de pájaro
al que no le sostienen ya sus alas.

***

Mensaje

Y tú, estrella nocturna,
que esplendes todavía,
cuando por lo profundo de las calles
aúlla, del perro, el alma triste.

Brotarán para ocultarte
colinas de espesa hierba;
pero en mi conquistada oscuridad
brillarás, fuego blanco,
hablando de mi muerte 
a los que aún viven.