lunes, noviembre 16, 2015

Attila József, (2/2)

Attila József
(11 de abril de 1905 - 3 de diciembre de 1937)
Es uno de los poetas más importantes en la historia de la literatura húngara.

Murió el 3 de diciembre de 1937, con tan sólo 32 años, en Balatonszárszó, atropellado por un tren. La visión más extendida es que Attila József se suicidó.

¡Ay! Por Poco...

¡Ay!, por poco me rompe a mí el amor.
¡Ay!, por poco me aplasta a mí el temor.
¿Quién moriría conmigo, mujeres,
en un abrazo abrasador?

Largo es mi invierno; mi verano fugaz.
El dado del otoño ¿a quién me anunciará?
De este tiempo de mirón-guardaparque
¿quién conmigo se fugará?

La reja de los astros brilla en la inmensidad
y mi mente me ata a ese oscuro desván.
¿Quién rompería conmigo, mujeres,
al equilibrio universal?

***

Marzo
(fragmento)

I
Una tibia llovizna cae serenamente
y la espiga del trigo joven sube hacia el cielo.
En una chimenea la cigüeña se instala
y el invierno, abatido, se muda a los glaciares.

Llegó la primavera con su alegre violencia,
llegó la primavera con verdes estallidos.
Delante del taller de un carpintero
exhala la esperanza olor a pino.

[...]

Alegre soy: tengo el alma de un niño
y Flora me ama. Contra nuestro amor
—amor bello y desnudo— avanza al populacho
desfilando con hierros y con tanques.

El celo de esta chusma
me asusta, desde luego,
y sólo obtengo fuerza y esperanza
en interés de nuestras vidas.

II
El hombre mercenario, la mujer prostituta.
Entre sus corazones y el mío no habrá diálogo.
Sus maldades también están infladas
y temo por mi vida
que es todo cuanto tengo.

Mi mente, precavida, piensa en esto.
Y cuando el globo herido ya está helado
el amor de mi pecho y mi Flora arderán.

Una hermosa muchacha, sabia, procrearemos,
y también un varón inteligente y bravo.
Ellos heredarán un jirón de nosotros
como la vía láctea guarda la luz del sol.

Y cuando el mismo sol ya sólo parpadee,
mientras charlan, confiados, volarán nuestros hijos
a bordo de máquinas buenas
en pos de las estrellas laborables.

***

Sin Llamar

Si te quiero en mi casa
sin llamar puedes entrar.
Pero fíjate muy bien:
te acostaré en bolsas de paja — susurrante paja
que suspira en el polvo.

En un vaso he de traerte el agua fresca,
limpiaré tus zapatos antes de que hayas partido —
acá nadie ha de estorbarnos,
de modo que tranquilamente puedes inclinarte
y remendar tu ropa.

El silencio es un silencio enorme. Pero yo te hablo.
Si estás cansada, siéntate en mi silla, la única que tengo.
Si hace calor, ponte cómoda.

Si tienes hambre, acepta como plato un papel blanco;
pero si hallamos algo más,
entonces déjame que también yo coma.
También yo,
también yo tengo hambre.

Si te quiero en mi casa
sin llamar puedes entrar.
Pero fíjate muy bien:
me dolería que después huyeses.

***

Sólo Él Lea

Sólo lea mis poemas
quien cierto como el profeta
bogando en la nada viene
y me conoce y me quiere,

porque apareció en mis sueños
tallado en hombre el silencio
y en su corazón discurren
el tigre y la mansedumbre.

***


La Hormiga

Una hormiga se ha dormido entre las ninfas.
¡Viento, no las disperses todavía!,
aunque, después de todo, eso no importa.

En el espejo de la arena reclina su exhausta cabecita
y, a su lado, se duerme su pequeña sombra.

Tengo que despertarla con una brizna seca.
Pero mejor sería que regresáramos a la casa
porque el cielo está muy nublado.

Una hormiga se ha dormido entre las ninfas
y la primera gota ya cayó en mi mano.

***

Duele Mucho

De la muerte,
que te acecha por dentro y por fuera
(asustado ratón, corre a tu agujero),
huyes apasionado
hacia aquella que amas
para que te proteja con brazos, rodillas, y senos.

No sólo sus senos te atraen,
cálidos y blandos; no sólo
la pasión: la necesidad también.

Por eso besan
con la sangre ardiendo en sus venas
todos aquellos que encuentran mujer.

Es una doble carga
y un doble tesoro para el hombre.
Quien ama y no logra hacerse amar,
es tan desamparado
como una fiera herida
sin asilo ni refugio.

Ya no tienes otra salida
aunque bien hubieras podido
matar a tu madre antes del parto.

Pero mira: hubo una mujer
que comprendía estas palabras,
y, no obstante, me echó de su lado.

Así pues, no tengo lugar
entre los vivos. La cabeza me zumba;
mi dolor y ansiedad, son un enredo.

Soy como el niño que,
dejado solo por sus padres,
agita un sonajero entre sus dedos.

¿Qué podría hacer yo
por ella y contra ella?
No me avergüenza imaginarlo
pues el mundo rechaza
a los que el sueño atemoriza
y son cegados por el día claro.

De mí se despoja
la cultura, como de sus ropas
aquel que en amor es dichoso.

¿Pero dónde está escrito
que tenga que sufrir sólo
mientras ella me contempla estremecido por la muerte?

Sufre el recién nacido
con su madre en el parto:
el dolor se disminuye al compartirlo.

En cuanto a mí,
el canto doloroso solo me traerá dinero
acompañado por vergüenza y agonía.

¡Socorredme chiquillos!,
que cuando ella pase
revienten vuestros ojos puros.

¡Inocentes niños!,
chillad como si os pisoteasen, por favor,
y decidle: ¡Duele mucho!

¡Perros fieles!,
caed bajo las ruedas
y ladradle: ¡Duele mucho!

¡Mujeres embarazadas!,
abortad vuestra carga,
y lloradle: ¡Duele mucho!

¡Hombres íntegros!
cambiad golpes brutales
y gemidle: ¡Duele mucho!

¡Y vosotros, muchachos!
que os destrozáis por mujeres,
no lo calléis: ¡Duele mucho!

Toros, caballos,
que para uncir al yugo castran,
bramadle: ¡Duele mucho!

Peces mudos, morded
el anzuelo bajo el agua helada
y boqueadle: ¡Duele mucho!

Y vosotros, vivientes,
conmovidos por el dolor,
que ardan vuestros techos y surcos,
y, en torno de su lecho,
calcinados, mascullad conmigo
mientras ella duerme: ¡Duele mucho!

Que mientras viva lo escuche.
Ha rechazado lo mejor de sí misma. Ella ha actuado mal,
y por su comodidad ha despojado de este mundo
el último refugio
de un hombre que trata de esconderse
por dentro y por fuera.

***

Si Tu Alma, Tu Lógica...

Si tu alma, tu lógica,
como un arroyo sobre piedras
fluye charlando
entre cosas y cielos,

palpita la vena, te trae la corriente,
entonces sí comprenderás:
ya no necesito la poesía ajena,
¡el poeta soy yo!

En mi jardín maduran
las hojas de tabaco.
La poesía es lógica,
pero no ciencia.

***

Fugaces Recuerdos (*)

Fugaces recuerdos, ¿en dónde desaparecisteis?
Mi corazón, pesaroso, quiere echarse a llorar.
Ya no puedo vivir sin vosotros.
Lo que mis manos tocan no toca ya mis manos.

¿Acaso no soy digno de jugar otro poco?
¡Frágiles mariposas, venid, volad aquí!
Fugaces recuerdos, soldaditos de plomo
que tanto anhelé otrora
y cuyas bayonetas supe enderezar

¡Turcos, bóeres, venid, rodeadme aquí!
¡Oh, cañoncitos, formad las baterías!
Tan pesaroso está mi corazón... ¡Ay, defendedme!

(*) Esta poesía fue escrita tres días antes del suicidio del poeta bajo las ruedas de un tren.

***

Mis Queridos Amigos

Mis queridos amigos que aún recuerdan al loco,
ahora les escribo, aquí junto a la estufa
donde os recuerdo mientras el frío de la noche
de noviembre ha venido a mezclarse en mi alma
a esta lenta tristeza que apenas se disuelve.
Amigos, recordadme, y no sólo entre risas,
pues viví entre vosotros y un día me quisisteis.