martes, junio 30, 2015

María Polydouri

María Polydouri
(Grecia, 01 de Abril de 1902 - 29 de Abril de 1930)

Polydouri nació en Kalamata, Grecia, el 1 de abril de 1902. A los 19 años conoce al poeta Kostas Karyotakis, quien la seduce con su talento y compleja personalidad. Aunque la relación entre ambos fue corta, marcaría de manera definitiva la vida de la joven. En París, Francia, La escritora se ve aquejada de tuberculosis, enfermedad que mina pronto sus fuerzas y que la obliga, pues prácticamente se encuentra en quiebra, a volver a Grecia, en donde se interna en el sanatorio de Sotiría, en Atenas. Durante su estancia en el hospital, María se entera del suicidio de Karyotakis. La noticia la impactó profundamente y plantó en su mente la idea de seguir en la muerte al poeta. Murió el 29 de abril de 1930, tenía sólo 28 años de edad; las circunstancias poco claras en las que se produjo su fallecimiento, hacen que el imaginario popular la haya catalogado entre los “poetas suicidas”.

Cerca De Ti

Cerca de ti no aúllan salvajes los vientos.
Cerca de ti queda la paz y la luz.
En el aspa dorada de nuestra mente
Se envuelve el rosado pensamiento.

Cerca de ti la quietud parece sonrisa
que refleja un par de ojos tiernos.
Si alguna vez hablamos, aletea
al lado nuestro el perezoso júbilo.

Cerca de ti la tristeza despunta como una flor
E imperceptible pasa en la vida.
Cerca de ti todo es suave,
Como caricia, como rocío, como soplo.

***

Porque Tú Me Amaste

Si canto es sólo porque tú me amaste
en no lejanos días:
con el sol cuando anuncia ya el estío,
con lluvia y nieve fría.

Si canto es sólo porque tú me amaste.
sólo porque, aferrada yo en tus brazos,
me besaste una noche, tú, en la boca,
sólo por ello, como lirio abierto
soy, y en el alma hay un temblor ahora.

Sólo porque aferrada yo en tus brazos...
Sólo porque tus ojos me miraron,
el alma en la mirada,
orgullosa me adorna la diadema
de mi existir más alta.

Sólo porque tus ojos me miraron.
Sólo porque, al pasar yo, me admiraste
y en tus ojos mi sombra, como un sueño,
creí ver, neblinosa, que cruzaba
doliente o ya de juego.

Sólo porque al pasar yo me admiraste.
Porque, sin tú quererlo, me llamabas,
al parecer, y abríanse los brazos,
y en tus ojos bullían dos luceros
de amor y admiración arrebolada.
Porque, sin tú quererlo, me llamabas.

Por qué, sólo porque yo te gustaba,
por eso tan galán era mi paso:
como si me siguieras donde fuera,
como si pasearas a mi lado.

Por qué, sólo porque yo te gustaba.
Sólo porque me amases yo nacería:
Tú, la razón de mi vivir has sido.
Si esta vida infeliz nada la llena,
mi vida fue colmada y mi destino.

Sólo porque me amases yo nacería.
Sólo por ese amor tuyo primoroso,
puso en mis manos rosas el Aurora.
Porque alumbren mis ojos tu camino,
la Noche luz  en sus estrellas coloca.

Sólo por ese amor tuyo hermoso.
Sólo por ese amor maravilloso
he vivido, y tus sueños
he querido acunar, sol de mis días,
y tan dulce yo muero.
Sólo por ese amor maravilloso.

***

Se ha sentado la hora del otoño…

Se ha sentado la hora del otoño
ante mi puerta. Su mirada húmeda,
plena de una ebriedad que no es del mundo,
gravita sobre el campo cultivado.

¿Qué pensamiento brotará en sus ojos,
qué penoso delirio?
Deshojaron las sombras en su rostro
y es tan amarga su boca...

Pero, al caer la noche serena,
me llamará en silencio, dulcemente,
a seguirla entre la oscuridad.

Su andar será seguro y sigiloso,
más ardiente mi fe, pues en secreto
es a ti a quien mis pasos siguen.

***

Soy La Flor

Soy la flor que apacienta al sigiloso y oculto gusano.
No me somete el rigor del estío, como a las otras,
ni de mi cara mustia, de uno en uno, han de caer los pétalos.

Aunque los buenos hados y los malos me tiendan su celada,
como si fueran mariposas en torno, lo que siento es un vaivén.
Soy la flor que apacienta al sigiloso y oculto gusano.
El mal nativo anida en medio de mi alma.

Y soy la vida, y soy el caos, y nada espero de la suerte burlesca.
Alzo mi cuerpo esbelto y bello y no habrá quien pueda emularme.
Mas cuando enseñe a las estrellas mis heridas, ya estaré muerta.

***

Ni Aquí Siquiera...

Ni aquí siquiera, en esta tierra extraña donde me ha arrojado,
volteándome, la ola de la desventura,
pude encontrar la paz sepulcral de los naufragios.

Por más que la negra sed agite mis entrañas,
aunque mi voz se ahogue gimiendo de dolor,
siempre seré la víctima con que juegan los sueños.

Cuando esos dos ojos tuyos lucían sobre mí,
rasgando el fondo oscuro de mis pensamientos,
sin darme cuenta hallaba el camino hasta tus labios.

Estoy yaciendo frente a ti, y sueño con palacios
de hadas, como aquellos que prefiere el cuento,
y no veo cómo entras en la vida igual a un dios, tú,
y cuán indignas son mis vestiduras...

***

Timidez

La belleza que encierro en mi interior
no quiero que nadie la perciba.
Alcanzarla no podrían
sin, para ello, lastimarla.

Yo tengo un lirio, un lirio siempre abierto
sin sombra alguna en su semblante;
no fue el deseo de ningún placer
besarlo o arrancarlo.

Tengo una rosa que guarda el equilibrio
por encima de su propio fuego,
como si se declarara un holocausto
y ella callara complacida.

Una margarita indecisa,
con todo el sí que afirma su corazón:
simplemente deja que se acunen,
sin resistencia, sus encantos.

Y otras flores que son símbolos,
y otras, tan sólo, que están ebrias;
mas todas son tan quebradizas
que no florecen sino en la quimera.

La belleza que encierro en mi interior
nadie nunca la percibirá.
Si la lastiman, no se darían cuenta
y ni siquiera lo lamentarían.

***

Humildad

Presumida de perfumes, otra vez la noche
acudió hasta mi pobre habitación;
me pidió una sonrisa, mi alegría
y se inclinó a mi cabeza condenada.

¿Por qué todavía esa seducción conmigo?
Otra vez una ofensa para mis sentimientos.
Bien saben de mi humildad
el ancho mundo y el cayado del Pastor.

Bien saben que si ella abre los labios
de mi herida, con pétalos, jugando,
un pundonor habrá de enterrar siempre
incluso la maldición en mi silencio.

martes, junio 23, 2015

Kostas Karyotakis

Kostas Karyotakis 
(30 de octubre de 1896, Trípoli, Grecia – 20 de julio de 1928, Préveza, Grecia)

Nace Kostas Karyotakis el 30 de octubre de 1896 en Trípoli. Debido a la profesión de su padre, que era funcionario público, su infancia transcurre en diversos lugares de Grecia: Lefkada, Argostoli, Lárisa, Patras, Kalamata, Atenas y, finalmente, en La Canea (Creta). Sus primeros versos se imprimen en 1913, cuando el poeta cuenta con tan sólo 17 años, en algunas revistas juveniles de la época. Estas colaboraciones serán frecuentes hasta 1916. A finales de 1919 entra a trabajar como funcionario público. Su melancolía, y pesimismo adquirieron dimensiones incontrolables y pronto lo condujeron al suicidio. El 20 de julio de 1928, en la playa de Monolithi, en la ciudad de Préveza, el poeta Kostas Karyotakis se desnuda e intenta entregarse a la muerte sumergiéndose en el mar. Aunque persiste durante diez horas en el esfuerzo de ahogarse, las olas lo devuelven a la playa de Mítika. El poeta regresa a su casa y, tras descansar, se viste como para asistir a una importante cita. Adquiere en una armería una pistola. Sentado en la terraza de un café, que irónicamente tiene por nombre "Jardín Celestial", escribe una nota de despedida, a la vez que fuma un cigarrillo tras otro. Sobre las cinco de la tarde, se dirige a la playa de San Espiridión y, bajo la sombra de un eucalipto, el frío metal de una bala encuentra la sangre caliente de su corazón.

Nota De Despedida

Aconsejo a cuantos sepan nadar que no intenten jamás suicidarse tirándose al mar. Durante diez horas me estuve peleando con las olas. Tragué una enormidad de agua y, sin saber cómo, de vez en cuando subía a la superficie. Seguramente alguna vez, cuando tenga oportunidad, escribiré las impresiones de un ahogado.

***

A Un Antiguo Compañero

Amigo, mi corazón ahora como si envejeciese.
Terminó mi vida de Atenas,
que por igual pasó dulcemente y con la diversión,
y con la amargura, alguna vez, del hambre.

No iré ya al lugar que mi patria
dio al festejo de mi juventud,
sino como pasajero, con mi esperanza,
con el sueño que borré, viajero.

Peregrino, iré hacia tu casa
y me dirán que no saben qué fue de ti.
Junto a otro veré tu Afrodita
y otros la casa de la Paz tendrán.

Iré hacia la taberna, para pedir de nuevo
el vino de Samos que bebíamos.
Faltarás, su vino será diferente;
sin embargo yo beberé y me emborracharé.

Subiré cantando y tambaleándome
al Zappio donde comenzábamos a andar.
Alrededor será hermosamente amplio el horizonte
y será mi canción como un llanto.

***

Una Sombra

Mientras camino, desde arriba me sigue una sombra
como una nube pesada o plumas de aves fatídicos.
Está conmigo en todas partes, conmigo en lo que haga
y tampoco me deja ver ni el sol de Dios.

***

Sábado De Noche

Sábado de noche: en la calle cada simple corazón
abre como las flores para cantar así con pasión
la alegría o el suave dolor del amor espolín. 
Sin embargo, para mí la semana ha legado a su fin.

espolín: espuela pequeña.

***

Trabajo Salarial

Trabajo salarial, pequeñas preocupaciones, papeles montones
y hoy me esperan como siempre tristezas deplorables. 
Entre tanto, saliendo de mi casa esta mañana encontré unos tulipanes,
unas rosas, y regresando hice unas guirnaldas, puñales

***

Suicidas Ideales

En la entrada dan un giro a la llave, 
reabren cada vieja carta guardada,
leen tranquilos y después arrastran grave
por última vez sus pasos en la morada.

La vida, dicen, fue una tragedia para ellos.
Dios mío, la carcajada horripilante de los hombres,
las lágrimas, el sudor, el anhelo de los cielos,
la solitud de tan vastos parajes pobres.

Se quedan frente a la ventana, lejos mirando
a la naturaleza, a los árboles, a algún infante, 
ven cómo los marmolistas siguen el sol martilleando 
que quieren bajar al poniente para siempre.

Todo ha llegado a su fin. Aquí está la nota,
breve, simple, como se merece: profunda,
llena de indiferencia y del perdón la gota
por aquel que llorará leyéndola rotunda.

Se miran al espejo, ven la hora,
si es una locura o acaso error: se van a preguntar,
"todo ha terminado", murmuran, "ahora",
seguros que de veras lo van a prorrogar. 

solitud: carencia de compañía.

***

Degeneración

Sobre la arena las obras se erigen grandes de los hombres
Y como un niño las demuele el Tiempo a patadas

***

Michaliós

A Michaliós le alistaron en la mili.
Partió orgulloso, pero todo ha vuelto de rabo
con Marís y Panayiotis por ahí.
No pudo ni el "¡armas al hombro!" aprender.
Siempre estaba murmurando: "Señor, cabo, 
a mi pueblo déjame volver ".

El siguiente año, en el hospital,
silencioso miraba al cielo.
Clavaba la vista en algo puntual,
Su mirada nostálgica y lasa,
como si quisiera decir, como si suplicara con celo:
"Dejadme regresar a mi casa".

Y Michaliós murió siendo soldado.
La despedida se la dieron unos milicianos.
Marís y Panayiotis estaban a su lado.
Encima le cubrieron el foso con tierra,
pero una pierna se la dejaron fuera.
Pues, era un poco largo el infortunado.

***

Qué Jóvenes Llegamos Aquí...

¡Qué jóvenes llegamos aquí, a la isla despoblada, al fin
del mundo, cerca del sueño y lejos de la tierra!
Cuando se alejó el último de nuestros amigos,
fuimos viniendo poco a poco, arrastrando la perpetua herida.

Miramos con los ojos vacíos; desbaratado el paso,
cada cual emprende en soledad el mismo camino;
y sentimos enfermo nuestro cuerpo, su peso como de otro,
y, ahogada en la distancia, de nuestra voz nos llega sólo un eco.

Pasa la vida, sirena más allá del horizonte,
pero la muerte, la muerte cotidiana, con su bilis
será cuanto la vida nos traiga, aunque sonría
el rayo del sol, y aunque las auras soplen. Y somos jóvenes,

muy jóvenes; y aquí una noche nos dejó, sobre una roca,
el barco que ahora se pierde en el corazón del infinito,
se pierde y nos preguntamos qué tenemos, qué tengo,
cuando nos consumimos todos, y así de jóvenes nos vamos, apenas unos niños.

***

Préveza

Muerte son los cuervos, aletazos dando
contra los muros negros, contra las tejas,
muerte son las mujeres a las que están amando
mientras cortan unas cebollas viejas.

Muerte es cada calle sucia e insignificante
de nombre tan sonante y tan grande,
el olivar, alrededor el mar y ende,
el sol, muerte dentro de toda muerte.

Muerte es el policía que está inspeccionando
igualando en la báscula una ración escasa,
muerte son los jacintos en el balcón posando
y el maestro con el periódico en casa.

Base y guardia de Préveza y pelotones.
El domingo vamos a oír la banda.
Obtuve una cuenta bancaria el lunes,
Primer depósito, treinta dracmas.

Caminando despacio por el muelle,
"¿existo?", dices, y después: "¡no existes!"
Izada la bandera para que el barco llegue.
Acaso a la llegada del señor Prefecto asistes.

Si, al menos, dentro de tantas personas
uno se dejara morir por tedio letal,
silenciosos, tristes y de modestas maneras
nos entretuviéramos todos en el funeral.

-otra versión-

Préveza

Muerte son los pájaros que chocan
contra los negros muros y los techos,
muerte son las mujeres que hacen el amor
como si pelaran cebollas.

Muerte son las sucias, insignificantes calles
con sus ilustres y pomposos nombres,
los olivos, el mar en torno, y aún
el sol, muerte entre los muertos.

Muerte es el inspector que verifica,
en la balanza, una porción incompleta,
muerte son los nardos en el balcón
y el maestro con el diario.

Base, Guarnición, Regimiento de Préveza.
El domingo escucharemos la banda.
Abrí una cuenta en el Banco,
primer depósito: treinta dracmas.

Caminando lentamente hasta el muelle,
“¿existo?”, digo, y luego: “¡no existo!”.
Llega el barco. Izaron la bandera.
Quizás viene el señor Prefecto.

Si al menos, entre estos hombres,
uno muriera de aburrimiento...
Silenciosos, apesadumbrados, con modos graves,
todos nos divertiríamos en su entierro.

***

Fragmentos Varios

Sólo queden quizás tras nosotros los versos,
unos diez versos nuestros solamente queden,
igual que las palomas que libran al azar los náufragos,
y cuando traen el mensaje, ya es tarde.

---

Alma vana, en la quietud de una tarde primaveral,
mientras, herida, cierres tus alas de oro,
esperarás la hora en que algo te libere,
pobre corazón, mortal pero triste eternamente.

Cuando llegues al horizonte, cuando la desilusión
suba como aroma de las maravillosas flores de la vida,
verás todo irse: odios, amores, penas,
pasiones, alma mía soñadora.

En la última hora recordarás
con una sola sonrisa, amigos y enemigos.
Alma vana ¿Qué dirás al mar, al viento?
¿Qué dirás, angosto corazón frente a la pálida puesta de sol?

***

La Última

(¿Está aquí? ¿Está allí? ¿Se fue? ¿Vendrá? ¿Dónde está? ¿La última?).
¡Ah! El bosque más allá. 
Una mesita bajo el remoto pino.
Y la noche que llegaba poco a poco para que no la sintiésemos.
El bramido del viento nocturno en las ramas. 
Las palabras que faltaban.

Las manos macilentas. 
Los ojos y las estrellas. 
Medianoche.
Nada de eso se había dicho.
(¿Mentiras? ¿Mentira? ¿Juego de coquetería? ¿Curiosidad? ¿Egoísmo?).
Y antiguamente el mar. 
Los barcos que zarpaban hacia el horizonte llevándose nuestros sueños.

El murmullo con sus promesas. 
Allá arriba, sobre el peñasco, las lágrimas copiosas e inexplicables. 
La soledad en el infinito. 
Los besos. 
El alma...
(¿Nada? ¿Nada? ¿Ingenuidades? ¿Romanticismo? ¿Ilusión?).
Otras veces el alba repentina y traicionera.

El regreso extenuante por callejuelas. 
Los primeros ruidos del día. 
El dulce arrepentimiento en el rostro que se iluminaba cada vez más. 
El adiós...
(¿Se fue? ¿No vendrá ya? ¿Última?).

*Posiblemente escrita en 1922 y entregada a María Polyduri, se publicó en 1966 en Textos hallados, II, de Karyotakis, p. 100.

miércoles, junio 17, 2015

17 de Junio ♫


Creed
Creed es una banda de rock surgida a mediados de los 90 en Florida, Estados Unidos. 

With Arms Wide Open

Well I just heard the news today
It seems my life is going to change
I close my eyes, begin to pray
Then tears of joy stream down my face

With arms wide open
Under the sunlight
Welcome to this place
I'll show you everything
With arms wide open
With arms wide open

Well I don't know if I'm ready
To be the man I have to be
I'll take a breath, I'll take her by my side
We stand in awe, we've created life

With arms wide open
Under the sunlight
Welcome to this place
I'll show you everything
With arms wide open
Now everything has changed
I'll show you love
I'll show you everything

With arms wide open
With arms wide open
I'll show you everything ...oh yeah
With arms wide open..wide open


If I had just one wish
Only one demand
I hope he's not like me
I hope he understands
That he can take this life
And hold it by the hand
And he can greet the world
With arms wide open...

With arms wide open
Under the sunlight
Welcome to this place
I'll show you everything
With arms wide open
Now everything has changed
I'll show you love
I'll show you everything
With arms wide open
With arms wide open

I'll show you everything..oh yeah
With arms wide open....wide open

martes, junio 16, 2015

Francisco López Merino

Francisco López Merino
(La Plata, Argentina, 06 de junio de 1904 - 22 de mayo de 1928)

Francisco López Merino nació en La Plata el 6 de junio de 1904. Fue hijo de América Merino y del escribano Francisco Toribio López, ambos de nacionalidad uruguaya. Tuvo cinco hermanas a las que dedicó algunos de sus poemas y con las cuales compartió la infancia en una casa palaciega de la calle 49, entre 12 y diagonal 74, donde hoy funciona la Biblioteca Municipal que lleva su nombre. De trato afable y comunicativo, López Merino tuvo muchos amigos y desarrolló una vida social intensa que le permitió relacionarse rápidamente con los poetas vanguardistas de Buenos Aires. En su breve existencia, sólo llegó a publicar tres libros de poesía: Canciones interiores y otros poemas (obra de adolescencia que él mismo retiró de circulación, 1920), Tono menor (1923) y Las tardes (1925). Dichos libros le bastaron para granjearse la admiración de Jorge Luis Borges y Juan Ramón Jiménez, entre otras personalidades destacadas de la época, y le hicieron decir a Rafael Felipe Oteriño: “En ellos, traslúcido, percibo el clima espiritual de esa ciudad nueva, de ese domingo que es igual a otros muchos, de esos jardines donde transcurrió la infancia. Poesía del encantamiento y de la recreación es la que encierran. También poesía del dolor”. Como integrante de la “Generación del 17” o “Primera Generación Platense” (conocida, asimismo, como “Primavera Fúnebre” y “Primavera Trágica”). El día 22 de mayo de 1928 el escritor decidió poner fin a su vida. Sin ninguna explicación aparente, y debido quizás a la muerte de su hermana por tuberculosis o a su crónica melancolía derivada en una depresión, Francisco López Merino puso fin a su vida descerrajándose un tiro en la sien en uno de los baños del Jockey Club de La Plata, poco antes de cumplir 24 años. 

La emoción del silencio

Ésta es la hora en que todos los enfermos se agravan.
Charles Baudelaire

En los largos crepúsculos profundos
poblados de un recóndito silencio,
recuerdo el verso aquel que me emociona:
la hora en que se agravan los enfermos...

Pienso que un alma análoga a la mía
acaso ha penetrado al reino eterno
en esa hora ínfima y doliente
en que se agravan todos los enfermos...

¿Amigo, tú no sientes la tristeza
que desciende en la hora de silencio?
¿No sientes cómo tu alma también gime
cuando se agravan todos los enfermos...?

***

Mis primas, los domingos...

Mis primas, los domingos, vienen a cortar rosas
y a pedirme algún libro de versos en francés.
Caminan sobre el césped del jardín, cortan flores,
y se van de la mano de Musset o Samain.

Aman las frases bellas y las mañanas claras.
Una estatua impasible las puede conmover.
Esperan la llegada de las tardes de otoño
porque, tras los cristales, todo de oro se ve...

Y vienen los domingos a cortar rosas. Saben
que el eco de sus voces para mí grato es.
Entre las hojas quedan sus risas armoniosas;
ellas seguramente se ríen sin saber.

Mis primas, cuando llueve, no vienen. Dulcemente
aparto los capullos que el viento hará caer;
hago un ramo con ellos y pongo bajo el ramo
un volumen de versos de Musset o Samain.

***

Libro de estampas

Viejo libro de estampas siempre fresco a mi anhelo
de buscar la invisible huella de sus pupilas.
Ella vivió el ambiente puro de cada cielo
y detuvo su asombro frente a un seto de lilas.

Quién sabe qué silencio musical le dio un lago
y qué ramo de rosas los canales dormidos...
Para su fantasía, del matiz tenue y vago
se elevaba una estela diáfana de sonidos.

¡Cuántos ensueños truncos errarán todavía
por las sendas sin nombre de estos quietos paisajes!
¡Cuánta leve nostalgia, cuánta melancolía
tejida en el transcurso de fantásticos viajes!

***

Canción de los domingos de infancia

Tout est fini, les dimanches son morts
Todo está concluido, los domingos son muerte
Mes pauvres petits dimanches son morts
Mis pobres pequeños domingos son muerte
Max Elskamp (Dominical)

Por mi memoria pasan como estampas borrosas
los castos y tranquilos domingos de mi infancia:
ramo azul de glicinas y campanas tediosas
entre un viento que extiende dolorosa fragancia.

Rayos de sol que quiebran la limpia superficie
de los viejos espejos que nos conocen tanto.
Rosales que se vuelcan en fragante molicie
y rosas que prolongan dominical encanto.

Niños de rostros pálidos y pupilas llorosas
que no tienen domingos ni una vez por semana.
Niños que viven entre letanías silenciosas:
carne de lirios que una brisa herirá mañana.

Nubes desvanecidas como trémulos lienzos
y nubes donde nace la tristeza del día.
Soledad un poco gris de esos patios inmensos
donde los escolares dejaron su alegría.

Musgo crepuscular de los gastados muros
que sugieren el miedo de morir o enfermarse.
Ventanas de cristales límpidos e inseguros
donde la niebla lenta fantasías esparce.

Caminar de muchachas que esperan la llegada
de este día, en que las bellas palabras se conciertan.
Angustia persistente de una rama quebrada
junto a las otras ramas que bajo el sol despiertan.

Nostalgia indefinida de que se acabe el día
y soñar que mañana no iremos a la escuela.
Crece el árbol oculto de la melancolía
y el sueño de la noche nos envuelve en su estela.

Doblan calladamente las campanas tediosas
y las brisas dispersan una antigua fragancia:
por mi memoria pasan como estampas borrosas
los castos y tranquilos domingos de mi infancia...

***

Las tardes

Siempre estás como ausente de la tarde. ¿Qué lago
invisible y lejano recogerá tu imagen?
Líquido estremecido por un perfil tan vago
se tornará sensible cuando los astros bajen.

Temo quebrar la magia de tus vírgenes sendas
con la torpe palabra que mi labio pronuncia.
Tendré que ser más leve para que me comprendas,
o tú bajar al mundo como agua que renuncia.

Siempre estás como ausente de la tarde. ¿Qué brisa
se lleva tu silencio cargado de leyendas?
De paisajes soñados se nutre tu sonrisa
Tendré que ser más leve para que me comprendas.

***

De viaje

Un niño, frente a mí, va mirando el paisaje;
sus ojillos descubren las flores campesinas
y como el tren se lanza por valles y colinas
este niño se llena de emoción en el viaje.

Silabea palabras que apenas oigo, asombra
esa mirada suya penetrante y tranquila,
se dijera que ansía que su clara pupila
aprisione los bellos pormenores que nombra.

Los demás, abstraídos, el paisaje olvidamos.
El pensamiento nuestro cesa de hilar, reposa...
Yo me he dicho ante el niño que admira el cielo rosa:
él es el más poeta de los que aquí viajamos. "

***

Calle

Amo el silencio humilde de esta calle
ennoblecida de árboles serenos
por donde nunca pasó otra alma
que no sea la del viento...

Las nubes se detienen a mirarla
con sus ojos etéreos,
y saben, por la ausencia de las hojas,
si está en ella el otoño o el invierno.

Amo el silencio humilde de esta calle
ennoblecida de árboles serenos
por donde caminé tantos domingos
con mi pequeño huerto de recuerdos...

Cuando yo muera, amigo, habrá quedado
en esta calle lo mejor que tengo:
El rosal escondido de mis penas
y la música vaga de mis sueños.

***

Soneto

¿Qué resplandor remoto así te alumbra? 
¿De dónde viene ese fulgor que baña tu palidez 
de estampa en la penumbra 
o qué ángel de la guarda te acompaña? 

Cielo que no es el cielo azul celeste, 
otro cielo más puro es el que miras. 
Al contemplarte pienso que respiras 
un musical ambiente que no es éste. 

Tu ser, casi irreal, sensibiliza 
el aire que circunda tu presencia 
(Aire como de sueño no soñado). 
En tus silencios largos se eterniza 
la callada inocencia 
del ángel tutelar que va a tu lado.

***

Tercetos a Ligeia

Ligeia, tu recuerdo da color a mis tardes. 
Está en la luz como una presencia clara y suave
y es el aroma limpio que viene del paisaje.

Tu voz, desvanecida por la ausencia, perdura
más que como una música
como otra imagen tuya...

Tu recuerdo, Ligeia, despierta antiguos sueños:
las baladas que nunca llegué a escribir. Me acuerdo,
cuando digo tu nombre, de los primeros versos.

Evoco los sencillos ejercicios de piano
que estudiabas, tan blancos
como tus finas manos.

Pienso en el libro diáfano que en voz baja leías
y en los últimos cielos que vieron tus pupilas
en un septiembre lento con olor a glicinas.

Por eso tu recuerdo da color a mis tardes...

***

Estancias de la primavera

I
Vas por ese sendero florecido
que has cuidado lo mismo que si fuera un hermano.
Con el libro de versos de un poeta querido
llevas la primavera nostálgica en la mano.

II
Se hace sensible el agua como si comprendiera
que son nubes y ramas las cosas que ella mece.
Cada regazo acoge la nueva primavera
y entre la brisa el eco del otoño florece.
Domingos de septiembre con el color sereno
de los primeros sueños que del alma se adueñan.
El sol hace más honda la fragancia del heno
y los enfermos sueñan... 

III
Tardes de primavera vuelven a mi memoria
y recuerdo mi infancia que fue una larga tarde
detenida en un vasto jardín enarenado,
con cielos de acuarela y álamos musicales.

***

Versos A La Calle De Mi Novia

Vives en una calle donde siempre es domingo. 
Por esa calle única se derrama septiembre 
con sus campanas lentas, su aroma de glicinas 
y su tristeza casi alegre.

Un ángel invisible limpia la luz del aire: 
la luz eternamente fácil que te contiene. 
En sus cielos pacíficos una tarde sin nombre 
se ha detenido para siempre.

Tal vez por esa calle llegara hasta tu infancia: 
seto de lilas, libro de oraciones celestes, 
agua de primavera, tu nombre y senda clara 
que conduce a una calle donde es domingo 
siempre.

***

El alma se me llena de estrellas

El alma se me llena de estrellas 
cuando pienso que moriré. 
Imagino espirales de incienso 
decorando la caja mortuoria; 
luego el canto triste de las campanas.  
(Igual que en viernes santo
llorarán las campanas porque yo fui creyente, 
porque yo hablé de Cristo melancólicamente.) 

Después, ese silencio divino 
que buscaba día a día en la vida, 
pero que no encontraba. 
Después, la paz profunda.

Y al poco tiempo, acaso, 
se esfumarán mis ojos en el pálido ocaso del recuerdo... 
Y entonces el compañero amado 
dirá que fui una llama de luz que se ha apagado.
Y la amiga lejana de mis días adversos 
abrirá el cofrecillo lírico de los versos 
y volcará las hojas pálidas de las rosas 
que yo gusté ofrendarle en las tardes hermosas. 

Mientras tanto la muerte no llega...
Pienso en ella 
y en mi alma florece de emoción 
una estrella.