martes, junio 23, 2015

Kostas Karyotakis

Kostas Karyotakis 
(30 de octubre de 1896, Trípoli, Grecia – 20 de julio de 1928, Préveza, Grecia)

Nace Kostas Karyotakis el 30 de octubre de 1896 en Trípoli. Debido a la profesión de su padre, que era funcionario público, su infancia transcurre en diversos lugares de Grecia: Lefkada, Argostoli, Lárisa, Patras, Kalamata, Atenas y, finalmente, en La Canea (Creta). Sus primeros versos se imprimen en 1913, cuando el poeta cuenta con tan sólo 17 años, en algunas revistas juveniles de la época. Estas colaboraciones serán frecuentes hasta 1916. A finales de 1919 entra a trabajar como funcionario público. Su melancolía, y pesimismo adquirieron dimensiones incontrolables y pronto lo condujeron al suicidio. El 20 de julio de 1928, en la playa de Monolithi, en la ciudad de Préveza, el poeta Kostas Karyotakis se desnuda e intenta entregarse a la muerte sumergiéndose en el mar. Aunque persiste durante diez horas en el esfuerzo de ahogarse, las olas lo devuelven a la playa de Mítika. El poeta regresa a su casa y, tras descansar, se viste como para asistir a una importante cita. Adquiere en una armería una pistola. Sentado en la terraza de un café, que irónicamente tiene por nombre "Jardín Celestial", escribe una nota de despedida, a la vez que fuma un cigarrillo tras otro. Sobre las cinco de la tarde, se dirige a la playa de San Espiridión y, bajo la sombra de un eucalipto, el frío metal de una bala encuentra la sangre caliente de su corazón.

Nota De Despedida

Aconsejo a cuantos sepan nadar que no intenten jamás suicidarse tirándose al mar. Durante diez horas me estuve peleando con las olas. Tragué una enormidad de agua y, sin saber cómo, de vez en cuando subía a la superficie. Seguramente alguna vez, cuando tenga oportunidad, escribiré las impresiones de un ahogado.

***

A Un Antiguo Compañero

Amigo, mi corazón ahora como si envejeciese.
Terminó mi vida de Atenas,
que por igual pasó dulcemente y con la diversión,
y con la amargura, alguna vez, del hambre.

No iré ya al lugar que mi patria
dio al festejo de mi juventud,
sino como pasajero, con mi esperanza,
con el sueño que borré, viajero.

Peregrino, iré hacia tu casa
y me dirán que no saben qué fue de ti.
Junto a otro veré tu Afrodita
y otros la casa de la Paz tendrán.

Iré hacia la taberna, para pedir de nuevo
el vino de Samos que bebíamos.
Faltarás, su vino será diferente;
sin embargo yo beberé y me emborracharé.

Subiré cantando y tambaleándome
al Zappio donde comenzábamos a andar.
Alrededor será hermosamente amplio el horizonte
y será mi canción como un llanto.

***

Una Sombra

Mientras camino, desde arriba me sigue una sombra
como una nube pesada o plumas de aves fatídicos.
Está conmigo en todas partes, conmigo en lo que haga
y tampoco me deja ver ni el sol de Dios.

***

Sábado De Noche

Sábado de noche: en la calle cada simple corazón
abre como las flores para cantar así con pasión
la alegría o el suave dolor del amor espolín. 
Sin embargo, para mí la semana ha legado a su fin.

espolín: espuela pequeña.

***

Trabajo Salarial

Trabajo salarial, pequeñas preocupaciones, papeles montones
y hoy me esperan como siempre tristezas deplorables. 
Entre tanto, saliendo de mi casa esta mañana encontré unos tulipanes,
unas rosas, y regresando hice unas guirnaldas, puñales

***

Suicidas Ideales

En la entrada dan un giro a la llave, 
reabren cada vieja carta guardada,
leen tranquilos y después arrastran grave
por última vez sus pasos en la morada.

La vida, dicen, fue una tragedia para ellos.
Dios mío, la carcajada horripilante de los hombres,
las lágrimas, el sudor, el anhelo de los cielos,
la solitud de tan vastos parajes pobres.

Se quedan frente a la ventana, lejos mirando
a la naturaleza, a los árboles, a algún infante, 
ven cómo los marmolistas siguen el sol martilleando 
que quieren bajar al poniente para siempre.

Todo ha llegado a su fin. Aquí está la nota,
breve, simple, como se merece: profunda,
llena de indiferencia y del perdón la gota
por aquel que llorará leyéndola rotunda.

Se miran al espejo, ven la hora,
si es una locura o acaso error: se van a preguntar,
"todo ha terminado", murmuran, "ahora",
seguros que de veras lo van a prorrogar. 

solitud: carencia de compañía.

***

Degeneración

Sobre la arena las obras se erigen grandes de los hombres
Y como un niño las demuele el Tiempo a patadas

***

Michaliós

A Michaliós le alistaron en la mili.
Partió orgulloso, pero todo ha vuelto de rabo
con Marís y Panayiotis por ahí.
No pudo ni el "¡armas al hombro!" aprender.
Siempre estaba murmurando: "Señor, cabo, 
a mi pueblo déjame volver ".

El siguiente año, en el hospital,
silencioso miraba al cielo.
Clavaba la vista en algo puntual,
Su mirada nostálgica y lasa,
como si quisiera decir, como si suplicara con celo:
"Dejadme regresar a mi casa".

Y Michaliós murió siendo soldado.
La despedida se la dieron unos milicianos.
Marís y Panayiotis estaban a su lado.
Encima le cubrieron el foso con tierra,
pero una pierna se la dejaron fuera.
Pues, era un poco largo el infortunado.

***

Qué Jóvenes Llegamos Aquí...

¡Qué jóvenes llegamos aquí, a la isla despoblada, al fin
del mundo, cerca del sueño y lejos de la tierra!
Cuando se alejó el último de nuestros amigos,
fuimos viniendo poco a poco, arrastrando la perpetua herida.

Miramos con los ojos vacíos; desbaratado el paso,
cada cual emprende en soledad el mismo camino;
y sentimos enfermo nuestro cuerpo, su peso como de otro,
y, ahogada en la distancia, de nuestra voz nos llega sólo un eco.

Pasa la vida, sirena más allá del horizonte,
pero la muerte, la muerte cotidiana, con su bilis
será cuanto la vida nos traiga, aunque sonría
el rayo del sol, y aunque las auras soplen. Y somos jóvenes,

muy jóvenes; y aquí una noche nos dejó, sobre una roca,
el barco que ahora se pierde en el corazón del infinito,
se pierde y nos preguntamos qué tenemos, qué tengo,
cuando nos consumimos todos, y así de jóvenes nos vamos, apenas unos niños.

***

Préveza

Muerte son los cuervos, aletazos dando
contra los muros negros, contra las tejas,
muerte son las mujeres a las que están amando
mientras cortan unas cebollas viejas.

Muerte es cada calle sucia e insignificante
de nombre tan sonante y tan grande,
el olivar, alrededor el mar y ende,
el sol, muerte dentro de toda muerte.

Muerte es el policía que está inspeccionando
igualando en la báscula una ración escasa,
muerte son los jacintos en el balcón posando
y el maestro con el periódico en casa.

Base y guardia de Préveza y pelotones.
El domingo vamos a oír la banda.
Obtuve una cuenta bancaria el lunes,
Primer depósito, treinta dracmas.

Caminando despacio por el muelle,
"¿existo?", dices, y después: "¡no existes!"
Izada la bandera para que el barco llegue.
Acaso a la llegada del señor Prefecto asistes.

Si, al menos, dentro de tantas personas
uno se dejara morir por tedio letal,
silenciosos, tristes y de modestas maneras
nos entretuviéramos todos en el funeral.

-otra versión-

Préveza

Muerte son los pájaros que chocan
contra los negros muros y los techos,
muerte son las mujeres que hacen el amor
como si pelaran cebollas.

Muerte son las sucias, insignificantes calles
con sus ilustres y pomposos nombres,
los olivos, el mar en torno, y aún
el sol, muerte entre los muertos.

Muerte es el inspector que verifica,
en la balanza, una porción incompleta,
muerte son los nardos en el balcón
y el maestro con el diario.

Base, Guarnición, Regimiento de Préveza.
El domingo escucharemos la banda.
Abrí una cuenta en el Banco,
primer depósito: treinta dracmas.

Caminando lentamente hasta el muelle,
“¿existo?”, digo, y luego: “¡no existo!”.
Llega el barco. Izaron la bandera.
Quizás viene el señor Prefecto.

Si al menos, entre estos hombres,
uno muriera de aburrimiento...
Silenciosos, apesadumbrados, con modos graves,
todos nos divertiríamos en su entierro.

***

Fragmentos Varios

Sólo queden quizás tras nosotros los versos,
unos diez versos nuestros solamente queden,
igual que las palomas que libran al azar los náufragos,
y cuando traen el mensaje, ya es tarde.

---

Alma vana, en la quietud de una tarde primaveral,
mientras, herida, cierres tus alas de oro,
esperarás la hora en que algo te libere,
pobre corazón, mortal pero triste eternamente.

Cuando llegues al horizonte, cuando la desilusión
suba como aroma de las maravillosas flores de la vida,
verás todo irse: odios, amores, penas,
pasiones, alma mía soñadora.

En la última hora recordarás
con una sola sonrisa, amigos y enemigos.
Alma vana ¿Qué dirás al mar, al viento?
¿Qué dirás, angosto corazón frente a la pálida puesta de sol?

***

La Última

(¿Está aquí? ¿Está allí? ¿Se fue? ¿Vendrá? ¿Dónde está? ¿La última?).
¡Ah! El bosque más allá. 
Una mesita bajo el remoto pino.
Y la noche que llegaba poco a poco para que no la sintiésemos.
El bramido del viento nocturno en las ramas. 
Las palabras que faltaban.

Las manos macilentas. 
Los ojos y las estrellas. 
Medianoche.
Nada de eso se había dicho.
(¿Mentiras? ¿Mentira? ¿Juego de coquetería? ¿Curiosidad? ¿Egoísmo?).
Y antiguamente el mar. 
Los barcos que zarpaban hacia el horizonte llevándose nuestros sueños.

El murmullo con sus promesas. 
Allá arriba, sobre el peñasco, las lágrimas copiosas e inexplicables. 
La soledad en el infinito. 
Los besos. 
El alma...
(¿Nada? ¿Nada? ¿Ingenuidades? ¿Romanticismo? ¿Ilusión?).
Otras veces el alba repentina y traicionera.

El regreso extenuante por callejuelas. 
Los primeros ruidos del día. 
El dulce arrepentimiento en el rostro que se iluminaba cada vez más. 
El adiós...
(¿Se fue? ¿No vendrá ya? ¿Última?).

*Posiblemente escrita en 1922 y entregada a María Polyduri, se publicó en 1966 en Textos hallados, II, de Karyotakis, p. 100.