Mário de Sá-Carneiro
(Lisboa, 19 de mayo de 1890 — París, 26 de abril de 1916)
Fue un poeta, cuentista y novelista portugués, uno de los mayores exponentes del Modernismo en Portugal y uno de los más famosos miembros de la llamada Generación de Orpheu. Se quedó huérfano con apenas dos años, y quedó al cuidado de sus abuelos, en la Quinta da Vitória, en la freguesía de Camarate, cerca de Lisboa, donde pasó la mayor parte de su infancia. Se inició en la poesía con doce años, y a los quince ya traducía a Victor Hugo, y con dieciséis a Goethe y Schiller. Ya durante su estancia en el colegio comenzó a escribir. En 1911, con diecinueve años, se mudó a Coímbra, donde se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Coímbra, mas no concluyó ni siquiera el primer año. Sin embargo, allí conoció al que fue, sin duda, su mejor y más cercano amigo, Fernando Pessoa. En julio de 1915 en París, desde donde le escribió a Pessoa cartas de una creciente angustia, en las cuales se ve tanto la progresiva decadencia de un hombre perdido en el "laberinto de su propio yo", como la evolución y maduración de la escritura de Sá-Carneiro. Su crisis de personalidad lo llevaría, más tarde, a abrazar un estilo en el que se nota el frenesí de las experiencias sensoriales, pervirtiendo y subvirtiendo el orden lógico y demostrando su incapacidad para vivir el mundo real, y soñando por ello otro ideal o con la aniquilación del yo, lo que terminaría conduciéndole al suicidio. Decepcionado por la diferencia entre su vida real y la que imaginaba, entró en una progresiva depresión, que le condujo al suicidio, perpetrado en el Hôtel de Nice, en Montmartre, mediante la ingestión de cinco frascos de arseniato de estricnina en presencia de su amigo José de Araújo. Tenía tan sólo veintiséis años.
Yo no soy ni yo ni el otro,
soy tan sólo algo intermedio:
pilar del puente del tedio
que va desde mí hasta el Otro.
***
De Repente Mi Vida
...De repente mi vida
por la cuneta se perdió…
Mejor dejarla tranquila
en el fondo de un cajón…
¿Y si yo apagara las linternas
para que nadie más me viera,
y mi vida huyera
con el rabito entre las piernas?
***
El Fantasma
¿Qué haré yo en la vida -Emigrado
Astral después de qué fantaseada guerra,
cuando este Oro al fin caiga por tierra?,
pues, aunque verdoso, es Oro sin embargo.
¿De qué revuelta o país predestinado?
Pobre lisonja el velo que me encierra...
Imaginaria y pertinaz, ¿qué fuerza
mágica desprende mi pasmo frustrado?
La escalera es insegura y peligrosa:
se va extendiendo una mancha dudosa
por la alfombra, los pasamanos se han partido...
Mi norte lo han tapado con viejos trapos,
las hormigas sobre mi suerte se han parado,
se me han muerto niños en los sentidos...
***
Pied-De-Nez
Ahí va mi Dolor pegando saltos
por el salón alfombrado de rojo -
Mi satén de ternura ensebado,
todos los encajes de mi ansia rotos...
El Error siempre riéndome disparatado -
falso misterio, pero que no se abarca...
De antiguo armario que cruje aciago,
mi alma actual es el verdoso espejo...
En mí llora un payaso dando piruetas;
mi castillo en el aire helo vendido -
y, entretanto, se fueron a por violetas,
me dieron besos sin haberlos pedido...
Pero como siempre, al final – banderas negras,
tómbolas falsas, un destrozado tiovivo…
***
Ganas De Dormir
Hilos de oro tiran de mí
levantándome en el polvo -
cada uno hacia su fin,
cada uno hacia su norte...
-Ay, qué soledades de la muerte...
Quiero dormir... anclar...
¡Arrancadme esta grandeza!
-¿Para qué me sueña la Belleza,
si no la puedo transmigrar?...
***
Ultra-Tedio
Nada me expira ya, nada me vive -
ni la tristeza ni los bellos momentos.
Por no tenerlas y por nunca poder poseerlas,
me hastían incluso las cosas que no tuve.
Cómo quisiera, por fin con el alma olvidada,
dormir en paz en una cama de hospital...
Cansé dentro de mí, cansé la vida
de tanto pasearla por la luz irreal.
Otrora imaginé escalar los cielos
a fuerza de ambición y de nostalgia,
y enfermo-de-Joven-Dios, me fui
tras el gran rastro dorado que me ardía.
Partí. Mas pronto regresé al dolor,
pues todo se me desmoronó... Todo era igual:
la quimera, ceñida, era real,
¡la propia maravilla tenía color!
Retumbándome en silencio, la noche oscura
me lanzó así a la caída sin remedio;
yo mismo me tragué en la profundidad,
me sequé por completo, me endurecí de tedio.
Y sólo me queda hoy una alegría:
que, de tan iguales y vacíos,
los momentos se esfuman día a día
cada vez más veloces, más escurridizos...
***
Estatua Falsa
Mis ojos sólo se doran con oro falso;
soy esfinge sin misterio al poniente.
La tristeza de las cosas que no pasaron
en mi alma descendió veladamente.
En mi dolor se quiebran espadas de ansia,
gajos de luz entre tinieblas se cruzan.
Las sombras que proyecto no perduran;
como el Ayer, para mí, el Hoy es distancia.
Ya no me estremezco frente a lo secreto;
nada me enturbia ya, nada me aterra:
la vida corre sobre mí en guerra,
¡y ni siquiera un escalofrío de miedo!
Soy estrella ebria que los cielos perdió,
sirena loca que abandonó el mar;
soy templo a punto de desmoronarse sin dios,
estatua falsa todavía erguida en el aire...
***
Fin
Cuando yo muera que batan latas,
que a dar saltos y piruetas empiecen,
que en el aire los látigos chasqueen,
¡que llamen payasos y acróbatas!
Que mi ataúd vaya sobre un burro
enjaezado a la andaluza…
A un muerto nada se le recusa,
¡y yo quiero a la fuerza ir en burro!
***
El Cielo En Llamas
(fragmento)
Octubre, 12.
Si yo fuera quien soy... ¡Qué triunfo!
Noviembre, 15.
¿Seré una nación?
¿Me habré convertido en un país?
Puede ser.
Lo cierto es que siento plazas dentro de mí.
Noviembre, 16.
Me he convertido en una nación...
...Grandes carreteras desiertas...
árboles, ríos, torres... puentes... muchos puentes...
No me puedo abarcar.
Me sobro.
Me agito dentro de mí.
***
Incesto
(fragmento)
Un artista puede sufrir mucho,
ser cautivo de una sempiterna tristeza hasta el instante de su muerte.
Diría, incluso,
que algunos de los mayores canallas que han poblado esta tierra
pertenecían a la categoría de los artistas.
Sin embargo,
por muy amarga que pueda ser la vida,
siempre brilla un rayo de sol.
La amargura de la desgracia
no confirmaba la existencia de un perenne y desolado vacío
que es la miseria más grande y más real de este mundo.
***
La Confesión De Lucio
(fragmento)
Y comenzó danzando...
La envolvía una túnica blanca, listada de amarillo.
Cabellos sueltos, locamente.
Joyas fantásticas en las manos; y los pies descalzos, constelados...
¡Ay!, cómo expresar sus pasos silenciosos, húmedos, fríos de cristal;
o el tremor de su carne ondeando;
el alcohol de sus labios que, en un refinamiento, ella dorara
– toda la harmonía desvanecida de sus gestos;
todo el horizonte difuso que en sus giros suscitaba, nevadamente...
Entretanto, al fondo, en un altar misterioso, el fuego se encendía...
Lentamente la túnica se le va resbalando,
hasta que, en un éxtasis sofocante, zozobra a sus pies...
¡Ah!, en ese momento,
frente a la maravilla que nos brindó,
nadie pudo contener un grito de asombro...
Quimérico y desnudo,
su cuerpo estilizado
se erguía litúrgico entre mil cintilaciones irreales.
Como los labios,
las puntas de los senos y el sexo estaban dorados
– de un oro pálido, enfermizo.
Y toda ella serpenteaba en misticismo escarlata
queriéndose entregar al fuego...
Más el fuego la repelía...
Entonces, en una última perversidad,
de nuevo tomó los velos y se cubrió,
dejando apenas desnudo el sexo áureo
– terrible flor de carne estremecida de agonías magenta...
Vencedora, todo fue luz sobre ella...
Y, otra vez desvestida
– ardiente y feroz,
saltaba ahora por entre las llamas, rasgándolas:
enmarañando, poseyendo todo el fuego borracho que la ceñía.
Mas, finalmente, saciada
tras extrañas epilepsias,
en un salto prodigioso,
como un meteoro –rojo meteoro-
ella vino a caer en el lago
que mil lámparas ocultas teñían de azul ceniza.
Entonces fue la apoteosis:
Toda el agua azul, al recibirla,
se volvió roja de brasas, ondulante,
ardiente por su carne que el fuego penetrara...
En un ansia de extinguirse, poseída,
la fiera desnuda se sumergió...
Mas, cuanto más se abismaba,
más era luz a su alrededor...
...Hasta que, por fin, misteriosamente,
el fuego se apagó en oro,
y, muerto, su cuerpo flotó, heráldico,
sobre las aguas doradas, tranquilas, muertas también.
***
Manucure
(fragmento)
En la sensación de estar puliendo mis uñas,
Súbita sensación inexplicable de ternura,
Todo está incluido en mí - piadosamente.
Mientras tanto estoy aquí, solo, en el café:
De mañana, como siempre, en bostezos amarillos.
De vuelta, las mesas apenas - ingratas y duras,
esquinadas en su desgracia bocal, cuadrangular y libre pensadora...
Afuera; día de Mayo en luz
El sol - día brutal, provinciano y democrático
Que mis ojos delicados, refinados, erguidos y citadinos
No pueden tolerar
- y apenas forzados soportan las náuseas.
Toda mi sensibilidad se ofende con este día
que tendrá rapsodas entre los amigos con quienes transito a veces -
Morenos, naturales, de bigotes generosos -
Que escriben, pero tienen partido político
Y asisten a congresos republicanos,
Van a las mujeres, gustan de vino tinto,
De puerros o de sardinas fritas...
Y yo siempre con la sensación de pulir mis uñas
Y de pintarlas con un barniz parisiense,
Me voy enterneciendo más y más
Hasta llorar por mí mismo...
Mil colores en el Aire, mil vibraciones palpitantes,
Brumosos planos torcidos,
Abatiendo flechas, volúmenes listos, discos flexibles,
Llegan tenuemente a perfilarme toda la ternura que pudiera haber sentido,
Todos los escenarios a los que fui penetrando...
Es como, poco a poco, se me encauza la obsesión débil de una sonrisa
Que espejos vagos reflejaron...
Leve inflexión a torturar...
Fino escalofrío cristalizado...
Dislocamiento inalcanzable...
Veloz chispa atmosférica...
Y todo, todo así me ha conducido en el espacio
Por innumerables intersecciones de planos
Múltiples, libres, resbaladizos.
Es allí, en el gran Espejo de fantasmas
Donde ondula y borbotea todo mi pasado,
Se desmorona mi presente,
Y mi futuro ya es polvo...