Las compensaciones ocultas del sufrimiento
Las reacciones que antes enumeré castigan a la mujer por sus sentimientos inaceptables, pero también pueden incorporar, además, un deseo inconsciente de castigar a su pareja a través de su propio sufrimiento. Por mediación de sus síntomas físicos, es probable que la mujer intente hacer llegar diversos mensajes a su compañero:
—¿No te da vergüenza lo mal que me haces sentir?
—Eres una mala persona por estar haciéndome semejante cosa.
—De ti depende que yo me mejore.
—¿Ves cómo sufro? Tienes que atenderme y ser bueno conmigo.
Una mujer puede creer que, como sufre, tiene derecho a que la cuiden y se compadezcan de ella; y, lo que es más importante, puede considerarlo como una justificación para no emprender acción alguna tendente a mejorar su vida. Sin embargo, el sufrimiento no cambia nada. Los intentos furtivos e indirectos de comunicarse nunca son eficaces porque no enfrentan los problemas. Además, es rarísimo que el misógino se muestre sensible a los sufrimientos de su compañera, y si los reconoce, lo más probable es que su actitud sea la de declarar que eso no tiene nada que ver con él. El sufrimiento de la mujer no pasa de ser una prueba más de sus deficiencias. Si ella tiene un colapso, físico o emocional, tal vez sirva para alimentar el desprecio de él por su debilidad. A sus ojos, se pone patética además de ser una inútil.