sábado, enero 30, 2016

Alfonsina Storni (5/5)

Alfonsina Storni (5/5)
(Sala Capriasca, Suiza, 22 o 29 de mayo de 1892 – Mar del Plata, Argentina, 25 de octubre de 1938)

Fue una poetisa y escritora argentina del modernismo. Sus composiciones reflejan, además, la enfermedad que padeció durante gran parte de su vida y muestran la espera del punto final de su vida, expresándolo mediante el dolor, el miedo y otros sentimientos. Fue diagnosticada con cáncer de mama, del cual fue operada. Esto la deprimió, provocándole un cambio radical en su carácter y llevándola a descartar los tratamientos médicos para combatirla. Se suicidó en Mar del Plata arrojándose de la escollera del Club Argentino de Mujeres. Alfonsina consideraba que el suicidio era una elección concedida por el libre albedrío, y así lo había expresado en un poema dedicado a su amigo y amante, el también poeta suicida Horacio Quiroga. Hay versiones románticas que dicen que se internó lentamente en el mar; algunas de esas versiones sirvieron para componer la canción «Alfonsina y el mar», basada enteramente en cómo se suicidó Alfonsina.

Letanías De La Tierra Muerta (2/2)
A Gabriela Mistral

Pero quién sabe si una estatua muda
De pie no quede aún sola y desnuda.
Y así, surcando por las sombras, sea
El último refugio de la idea.
El último refugio de la forma
Que quiso definir de Dios la norma
Y que, aplastada por su sutileza,
Sin entenderla, dio con la belleza.
Y alguna dulce, cariñosa estrella,
Preguntará tal vez: ¿Quién es aquélla?
¿Quién es esa mujer que así se atreve,
Sola, en el mundo muerto que se mueve?
Y la amará por celestial instinto
Hasta que caiga al fin desde su plinto.
Y acaso un día, por piedad sin nombre
Hacia esta pobre tierra y hacia el hombre,
La luz de un sol que viaje pasajero
Vuelva a incendiarla en su fulgor primero,
Y le insinúe: Oh fatigada esfera:
¡Sueña un momento con la primavera!
—Absórbeme un instante: soy el alma
Universal que muda y no se calma...
¡Cómo se moverán bajo la tierra
Aquellos muertos que su seno encierra!
¡Cómo pujando hacia la luz divina
Querrán volar al que los ilumina!
Mas será en vano que los muertos ojos
Pretendan alcanzar los rayos rojos.
¡En vano! ¡En vano!... ¡Demasiado espesas
Serán las capas, ay, sobre sus huesas!...
Amontonados todos y vencidos,
Ya no podrán dejar los viejos nidos,
Y al llamado del astro pasajero,
Ningún hombre podrá gritar: ¡Yo quiero!...

***

Lo Inacabable

No tienes tú la culpa si en tus manos
mi amor se deshojó como una rosa:
Vendrá la primavera y habrá flores...
El tronco seco dará nuevas hojas.

Las lágrimas vertidas se harán perlas
de un collar nuevo; romperá la sombra
un sol precioso que dará a las venas
la savia fresca, loca y bullidora.

Tú seguirás tu ruta; yo la mía
y ambos, libertos, como mariposas
perderemos el polen de las alas
y hallaremos más polen en la flora.

Las palabras se secan como ríos
y los besos se secan como rosas,
pero por cada muerte siete vidas
buscan los labios demandando aurora.

Mas... ¿lo que fue? ¡Jamás se recupera!
¡Y toda primavera que se esboza
es un cadáver más que adquiere vida
y es un capullo más que se deshoja!

***

Nada

El día que te acerques
vendrán mujeres muchas,
vendrán morenas bellas
y vendrán dulces rubias
a disputarte; y ellas
harán, con donosura;
tu elogio, por lograrte,
sin acertar ninguna.

Y yo no tendré miedo
de morenas ni rubias
pues cerraré los ojos
y te diré- Soy tuya

***

Paz

Vamos hacia los árboles... el sueño
se hará en nosotros por virtud celeste.
Vamos hacia los árboles; la noche
nos será blanda, la tristeza leve.
Vamos hacia los árboles, el alma
adormecida de perfume agreste.
Pero calla, no hables, sé piadoso;
no despiertes los pájaros que duermen.

***

Queja 

Señor, mi queja es ésta,
Tú me comprenderás;
de amor me estoy muriendo,
pero no puedo amar. 

Persigo lo perfecto
en mí y en los demás,
persigo lo perfecto
para poder amar. 

Me consumo en mi fuego,
¡Señor, piedad, piedad!
De amor me estoy muriendo,
¡Pero no puedo amar!
***

Tú Y Yo

Mi casa está llena de mirtos,
la tuya está llena de rosas;
¿Has visto a mis blancas ventanas
llegar tus palomas?
Tu casa está llena de lirios,
la mía sonríe amapolas.
¿Has visto rodando en mis patios
ramas de tus frondas?
De mármoles blancos y negros
tu casa vetusta se adorna,
y mármoles blancos y negros
llevan a mi alcoba.

Si luces enciende tu casa
mi casa de luz se corona.
¿No sientes llegar de la mía
sonidos de loza?
De día, de tarde, de noche
te sigo por selvas y frondas.

¿No hueles que exhalan mis labios
profundos aromas?
De día, de tarde, de noche
te sigo por selvas y frondas.
¿No sientes que atrás de tus pasos
se quiebran las hojas?

¿No has visto regadas tus plantas,
de frutas cargadas las moras
sin matas las sendas, las ramas
henchidas de pomas?

Cuidando tu casa en silencio
me encuentra despierta la aurora.
Cuidando en silencio tus plantas,
podando tus rosas.

Tu casa proyecta en mi casa
de tarde, alargada, su sombra,
nunca miraste sus muros
cargados de rosas
igual a tus patios mis patios
que surcan iguales palomas,
y nunca has mirado mi casa,
cortado mis rosas.

Igual a tus lirios mis lirios
que iguales octubres enfloran...
Y nunca has mirado mi casa,
cortado mis rosas...

***

Viaje

Hoy me mira la luna
blanca y desmesurada.
Es la misma de anoche,
la misma de mañana.

Pero es otra, que nunca
fue tan grande y tan pálida.
Tiemblo como las luces
tiemblan sobre las aguas.

Tiemblo como en los ojos
suelen temblar las lágrimas.
Tiemblo como en las carnes
sabe temblar el alma.

¡Oh! la luna ha movido
sus dos labios de plata.
¡Oh! la luna me ha dicho
las tres viejas palabras:

«Muerte, amor y misterio...»
¡Oh, mis carnes se acaban!
Sobre las carnes muertas
alma mía se enarca.

Alma —gato nocturno—
sobre la luna salta.
Va por los cielos largos
triste y acurrucada.

Va por los cielos largos
sobre la luna blanca.