jueves, julio 23, 2015

Vladímir Vladímirovich Maïacovski, II

Vladímir Vladímirovich Maïacovski
(Baghdati, Georgia, 19 de julio de 1893 – Moscú, 14 de abril de 1930)
Fue un poeta y dramaturgo revolucionario ruso y una de las figuras más relevantes de la poesía rusa de comienzos del siglo XX.

Poeta ruso nacido en la aldea georgiana de Baghdati en julio de 1893. Al fallecer su padre en 1906, se trasladó con su familia a Moscú, donde pronto suspendió sus estudios para vincularse a la política. Maïacovski constituye un fenómeno extraordinario de la poesía rusa. Valiente, ingenioso, brillante polemista, talentoso pintor  y artista de cine, fue el símbolo de la poesía innovadora del siglo XX. Como ensayista brilló con fuerza excepcional, escribiendo múltiples textos en los que siempre defendió su posición revolucionaria, convirtiéndose en "representante plenipotenciario" del comunismo en el extranjero. El gran amor de su vida, Lili Brik (casada con otro), a quien le dedicó su más famosa obra y los viajes realizados a Francia y Estados Unidos dejaron una honda huella en su poesía. Después de una vida de lucha  y sacrificio,  víctima de un amor imposible, y sintiéndose derrotado y abandonado, Maïacovski se suicidó, a los 36 años, de un disparo en el corazón el 14 de abril de 1930.

(Versiones de Lila Guerrero)

4. Mi universidad

¿Sabe francés,
restar,
multiplicar?
...
Pero, oiga,
¿Acaso usted podría cantar en dúo,
con los edificios?
¿Usted acaso comprende
el idioma de los tranvías?

El hombre, a veces,
apenas sale del cascarón
y ya lleva  libros bajo el brazo,
y cuadernos escritos.

Yo,
aprendí el alfabeto en los letreros,
hojeando páginas de estaño y hierro.

Los maestros,
toman la tierra,
la descarnan,
la destrozan,
y enseñan:
-Toda ella
no es más que un globo pequeño, redondo.

Pero yo,
con los codos aprendí geografía.
No en vano he dormido tanto sobre la tierra.

Los historiadores se atormentan con importantes preguntas:
-¿Era o no roja la barba de Barbarosa?
¡Como sea!
...

Yo,
desde niño.
aprendí a odiar a los glotones,
a los que se venden por una comida.
Se sientan,
charlan,
y para gustarle a la dama,
hacen sonar sus pobres ideas
con sus frentes llenas de monedas.

Yo,
dialogaba sólo con los edificios,
y las tomas de agua, eran mis interlocutoras,
con la ventana del oído atento escuchando,
los techos oían lo que les arrojaba al oído.

Y luego,
de noche,
sobre una cosa
o la otra
nos pasábamos charlando,
moviendo la "sinhueso".

5. Adulto

Los mayores tienen asuntos.
Los rubios tienen bolsillos.

¿Amar?
Por favor,
por cien monedas.

Y yo,
sin casa y sin techo,
las manzanas metidas en los bolsillos rotos,
vagaba asombrado.

Si es de noche,
se ponen los mejores trajes,
descansan el alma sobre viudas o casadas.

A mí
Moscú, me ahogaba de abrazos,
con sus anillos infinitos de plazas.

En los corazones,
suena el reloj de los amantes.
Se exaltan las parejas en el lecho de amor.

Y yo,
buscaba enloquecido,
el pulso salvaje de la ciudad
acostándome con "La Pasión" de sus plazas.
¡Entrad pasiones!
¡Trepaos con amor!
¡Desde hoy no soy dueño del corazón!
En los demás -yo sé-,
el corazón está en casa,
en el pecho,
lo sabe cualquiera.

Conmigo,
se volvió loca la anatomía,
soy todo corazón,
y palpita en todas partes.

¡Oh! Cuántas primaveras tuve
en veinte años encendidos y plenos.

El corazón tiene su apéndice,
y su carga sin gastar,
es simplemente insoportable.

Insoportable,
no para el verso,
de verdad.

6. Lo que resultó

Más de lo que se puede,
más de lo que hace falta,
como si colgara de mí,
un delirio poético.
El apéndice del corazón creció agigantado.

Una mole de amor,
una mole de odio.
Debajo del peso -las piernas-, tambaleando se mueven.

Tú sabes,
yo estoy bien formado,
y sin embargo,
cargo el complemento del corazón,
encorvado de hombros,
y me hincho de leche de versos
y no puedo irme.

7. Corazón

Lo levanté como un atleta
lo llevé como un acróbata,
como a los electores los llevan al mitin,
como en las aldeas llaman alboroto los días de incendio.
Yo llamaba:
"Aquí está,
aquí,
tomadlo".

Cuando esta mole gemía,
sin notar el polvo o el barro,
las damas se apartaban de mí como locas.
-"A nosotras, más chico.
A nosotras, algo así como un tango..."

No puedo llevarlo,
y cargo mi peso.
Quiero arrojarlo
-y sé-
no lo haré.

No resisten los arcos de mis costillas,
mi profundo jadeo.
El pecho rechina
bajo el empuje de mis pujos ardientes.

8. Tú

Entraste.
En serio miraste.
La estatura,
el bramido
sencillamente examinaste,
-un chiquillo.

Tomaste,
sacaste el corazón,
y sencillamente te fuiste con él a jugar,
como una niña juega con su pelota.

Y todas,
como si vieran milagros
exclamaron -damas y señoritas:
-¿A ese, amarlo?
Si se echa encima,
hace falta una domadora.
¡Debe ser de una jaula!"

Y yo, de júbilo
-perdí el yugo.
y de alegría,
olvidándome de mí mismo
saltaba,
-como en casamiento de indio-,
tan alegre, y bien me sentía.

9. Imposible

"Los banqueros dicen:
somos ricos sin límites,
nos faltan bolsillos-,
guardamos billetes en la caja de hierro".

Mi amor, por ti,
es un tesoro,
y lo guardo en mi caja de hierro,
y como un adinerado ando contento.

Y sólo cuando tengo muchas ganas,
saco una sonrisa,
o menos,
y emborrachándome con otros,
gasto a media noche,
unas quince monedas de lirismo.

10. Y así pasa conmigo

Los navíos,
también acuden a los puertos.
El tren,
también se apresura hacia las estaciones.
Y yo, se comprende
-yo te amo-
Y voy hacia ti
pues me atraes,
me enloqueces.
...
así yo,
vuelvo hacia ti, amada,
con mi corazón encantado.

Y a casa vuelvo contento,
como los trenes y navíos vuelven
y se quitan el óxido, lavándose y afeitándose.

Así vuelvo hacia ti.
¿Acaso,
yendo hacia ti, no vuelvo a mi casa?
A los terrenales los recibe la tierra
-siempre volvemos a nuestros deseos.

Así yo,
hacia ti siempre me inclino,
apenas nos separamos,
nos vimos apenas.

11. Deducción

No acabarán el amor,
ni la riña,
ni la distancia.

Pensado,
probado,
verificado.

Levanto solemne
el verso de mil dedos-estrofas.
Juro, amo,
fiel y seguro.

***

Balada De La Cárcel

No es muy novedoso el compás de las baladas,
pero sí duelen las palabras,
de lo que les duele,
las palabras hablan,
entonces rejuvenece el compás de las baladas.

Fue en el cruce de las calles donde viví
El cuadro era éste.
Y este era el marco.
Ella está en la cama,
está acostada.
Él sentado,
y sobre la mesa el teléfono.
"Él y Ella",
esta es mi balada.

No soy muy novedoso.
Lo terrible es,
que "él",
soy yo,
y "ella",
es mía.

¿Qué tiene que ver la cárcel?
Es Navidad.
Están de fiesta, están de algarabía.
Pero la ventanita de mi cuarto,
tiene rejas.

Eso no importa,
ya les digo,
es una cárcel.

Tengo una mesa,
sobre la mesa una pajita.
Los cables,
transmiten un
número.
Toqué apenas el tubo del teléfono,
y se me cayó el tubo de las manos.
Es de origen obrero,
dos agujas brillantes,
iluminan el teléfono.

Desde el cuarto vecino,
se oye la voz dormida:
-¿Quién es?
¿De dónde llaman?
El timbre arde de tanto chillar,
está candente el aparato,
y grita:
-¡Está enferma!
¡Está acostada!
¡Corre!
¡Rápido!
¡Es hora!

***

Amor 3

Tal vez,
quizá,
alguna vez,
por el camino de una alameda del zoológico,
entrará también ella.

Ella,
ella también amaba a los animales,
y sonriendo llegará,
así como está,
en la foto de la mesa.

Ella es tan hermosa,
a ella con seguridad la resucitarán.
Vuestro siglo XXX
vencerá,
al corazón destrozado por las pequeñeces.
Ahora,
trataremos de terminar,
todo lo que no hemos podido amar en la vida,
en innumerables noches estrelladas.

¡Resucitadme,
aunque no exista más,
porque soy poeta,
y esperaba el futuro,
luchando contra las mezquindades de la vida cotidiana!

¡Resucitadme,
aunque no exista más,
por eso
¡Resucitadme!
Quiero acabar de vivir lo mío,
mi vida
para que no exista un amor sirviente,
ni matrimonios obscenos,
deshonestos,
Maldiciendo la cama,
dejando el sofá,
alzaré por el mundo,
un amor universal.

Para que un día,
que el dolor degrada,
cambie,
y no implorar más,
mendigando,
y al primer llamado de:
¡Camarada!
se dé vuelta toda la tierra.

Para no vivir,
sacrificándose por una casa, por un agujero.
Para que la familia,
desde hoy,
cambie,
el padre,
sea por lo menos el Universo,
y la madre
sea por lo menos la Tierra.