jueves, julio 16, 2015

Vladímir Vladímirovich Maïacovski, I

Vladímir Vladímirovich Maïacovski
(Baghdati, Georgia, 19 de julio de 1893 – Moscú, 14 de abril de 1930)
Fue un poeta y dramaturgo revolucionario ruso y una de las figuras más relevantes de la poesía rusa de comienzos del siglo XX.

Poeta ruso nacido en la aldea georgiana de Baghdati en julio de 1893. Al fallecer su padre en 1906, se trasladó con su familia a Moscú, donde pronto suspendió sus estudios para vincularse a la política. Maïacovski constituye un fenómeno extraordinario de la poesía rusa. Valiente, ingenioso, brillante polemista, talentoso pintor  y artista de cine, fue el símbolo de la poesía innovadora del siglo XX. Como ensayista brilló con fuerza excepcional, escribiendo múltiples textos en los que siempre defendió su posición revolucionaria, convirtiéndose en "representante plenipotenciario" del comunismo en el extranjero. El gran amor de su vida, Lili Brik (casada con otro), a quien le dedicó su más famosa obra y los viajes realizados a Francia y Estados Unidos dejaron una honda huella en su poesía. Después de una vida de lucha  y sacrificio,  víctima de un amor imposible, y sintiéndose derrotado y abandonado, Maïacovski se suicidó, a los 36 años, de un disparo en el corazón el 14 de abril de 1930.

(Versiones de Lila Guerrero)

¡A Lilita!

...

Hoy, sentado estoy,
y tengo el corazón aprisionado.
Pasarán los días,
y tal vez,
me echarás, insultándome.

Ya no entraré en el oscuro pasillo de tu casa,
con las manos temblando.
Saldré por fin,
y arrojaré mi cuerpo a la calle,
salvaje,
enloquecido,
desgarrándome desesperado.

No hace falta eso, querida,
mi buena amiga,
mejor despidámonos ahora.
Igual, mi amor será
como una cadena que siempre colgará de ti, adonde vayas.

Déjame llorar en un último grito,
la amargura de mis quejas ofendidas.

Si a un buey lo matan de trabajo,
se echará a descansar sobre la hierba fresca.
Para mí,
más que tu amor, no me consuela nada.
Y tu amor ni con el llanto me otorga algún descanso.

Si el elefante busca reposo
se acostará solemne sobre la arena ardiente.
Para mí,
No hay otro sol más que tu amor,
aunque no sepa dónde estás, ni con quién.

Si así viviese atormentado el poeta,
cambiaría el dinero y la gloria por su amada,
mas para mí,
no hay sonido más alegre,
que el sonido de tu nombre amado.

Y no me arrojaré al abismo,
y no tomaré veneno,
y no podré apretar el gatillo en las sienes.
Para mí,
tu mirada,
tiene más fuerza y poder,
que el filo de cualquier navaja.

Mañana olvidarás,
que yo te he coronado,
que el alma florecida la he consumido de amor.

Días de trajín barrearán el carnaval desordenado,
y las cuartillas de mis versos se perderán.

...

Acaso alguna vez mis páginas, cual hojas secas
te obligarán a detenerte,
a respirar con avidez.

Déjame,
aunque no sea más,
alfombrar con mi última amargura,
tu paso que se aleja.

***

A mí, al autor, dedico estos versos

Cuatro,
pesadas como un golpe.
Al César lo que es del César,
y a Dios lo que es de Dios,
y al que es como yo,
¿dónde se mete?
¿dónde estará listo ese ataúd?

Si yo fuera pequeño,
como el gran océano,
parado de puntas,
en las crestas de las olas,
en flujo nocturno,
acariciaría la luna,

¿Dónde hallar una amada
que a mí se parezca?
Esa no cabe en este pequeño cielo.

¡Oh, si yo fuera mísero,
como un millonario!
¿Qué es para el alma el dinero?
¡Un ladrón insaciable!
A mis deseos de horda desenfrenada,
no alcanza el oro de todas las Californias.

Si yo fuera tartamudo,
como Dante o Petrarca,
le encendería sólo a ella el alma,
y ordenaría que con mis versos se consuma,
y mi palabra,
y mi amor,
como un arco de triunfo,
suntuoso,
dejaría pasar,
las amantes de todos los siglos.

¡Oh, si yo fuera como el trueno callado,
galopando,
haría estremecer la tierra envejecida!

¡Sí!
Con todo el poder de mi voz,
arrancaré un grito enorme,
y los cometas romperán sus colas encendidas,
cayendo de tristeza.
Yo mordería la noche,
con los rayos de mis ojos,

¡Oh, si yo fuera,
opaco como el sol,
mucha falta me hace su resplandor,
no daría mi brillo a esta tierra absurda,
y pasaría arrastrando mi amor astral!

¿En qué noche,
delirante y terrible,
me han parido?
¿Qué Goliat me ha engendrado,
tan grande,
y tan desdeñado?

***

Barato se liquida

A ti, mujer,
a quien enredo en conmovedora aventura,
o a ti, transeúnte, a quien miro simplemente.

Todos pasan temerosos apretando los bolsillos.
¡Ridículos!
¡A los pobres,
¿qué se les puede robar?!

Pasarán los años
lo sabrán ustedes,
tal vez, yo,
candidato a dos metros de la morgue municipal,
soy infinitamente más rico,
que cualquier banquero.

Al cabo de tantos y tantos años,
ya no viviré,
moriré de hambre,
o un tiro me pegaré
a mí,
al de fuego,
me estudiarán los profesores,
hasta los puntos y las comas,
y hablarán de dónde y cómo,
y cuándo vivió y nació...
Y desde la cátedra,
un idiota de frente saliente,
recordará a Dios o al demonio.

Se inclinará la muchedumbre,
adorándome inquieta,
y no me reconocerán.

Yo no soy yo.
Dibujarán una cabeza,
con cuerpo o con aureola,
y todas las estudiantes,
antes de dormirse,
soñarán acostadas sobre mis versos.

Soy pesimista -dicen-
¡Ya lo sé!
¡Siempre habrá aprendices en la tierra!
Pero al fin,
escuchadme:
todo lo que posee mi alma,
todo,
¿a ver quién se atreve a medir esta hondura?

Toda la maravilla,
que en la eternidad adornará mi paso,
y aún mi propia inmortalidad,
que tronando por todos los siglos,
juntará a mis admiradores de rodillas,
en el mundo y siempre,
¿todo eso quieren?
lo doy enseguida,
por una sola palabra,
cariñosa,
humana.

¡Gente!
¡Venid, levantando polvo por las avenidas,
aplastando cuerpos, pisando rostros!
Venid de toda la tierra.
hoy,
en San Petersburgo,
en la calle donde vivo
por menos de un centavo
se liquida una valiosísima corona,
por una palabra humana.

¿Barato, verdad?
¡Anda,
prueba encontrarla!

***

¡Escuchen!

¡Escuchen!
¿Si las estrellas se encienden,
quiere decir que a alguien les hace falta,
quiere decir que alguien quiere que existan,
quiere decir que alguien escupe esas perlas?

Alguien, esforzándose,
entre nubes de polvo cotidiano,
temiendo llegar tarde,
corre hasta llegar a Dios,
y llora,
le besa la mano nudosa,
implora,
exige una estrella,
jura,
no soportará un cielo sin estrellas,
luego anda inquieto,
pero tranquilo en apariencia,
le dice a alguien:
"¿Ahora estás mejor, verdad?
¿Dime, tienes miedo?"

¡Escuchen!
¿Si las estrellas se encienden,
quiere decir que a alguien les hace falta,
quiere decir que son necesarias,
quiere decir que es indispensable,
que todas las noches,
sobre cada techo,
se encienda aunque no sea más que una estrella?

***

Amo

1. Comúnmente es así

El amor le es dado a cualquiera
pero...
entre el empleo,
el dinero y demás,
día tras día,
endurece el subsuelo del corazón.

Sobre el corazón llevamos el cuerpo,
sobre el cuerpo la camisa,
pero esto es poco.

Sólo el idiota,
se pone los puños,
y el pecho lo cubre de almidón.
De viejos se arrepienten.

La mujer se maquilla.
El hombre hace ejercicios,
pero ya es tarde.
La piel multiplica sus arrugas.

El amor florece,
florece,
y después se deshoja.

2. De niño

Yo fui agraciado en el amor, sin límites.
Pero de niño,
la gente preocupada, trabaja.
Y yo,
escapaba a las orillas del río
y vagaba sin hacer nada.

Se enojaba mi madre:
"¡Chiquillo maldito!"
Mi padre me amenazaba con el cinturón.

Pero yo,
me ganaba tres billetes falsos
y jugaba con los soldados bajo las tapias.

Sin el peso de la camisa.
sin el peso de los botines,
daba vueltas
y me quemaba bajo el sol de mi aldea,
hasta que me daban puntadas al corazón.

El sol se asombraba:
"Apenas se ve
y también tiene corazón
se empeña el chiquillo."

¿Cómo es que cabe en este pedazo de un metro,
el río,
yo,
y las kilométricas cumbres?

3. Adolescente

La juventud tiene mil ocupaciones.
Estudiamos gramática hasta atontarnos.

A mí,
me echaron del quinto año,
y fui a apolillar a las cárceles de Moscú.

En nuestro pequeño mundo doméstico,
para las camas aparecen poetas de pelo rizado.

¿Qué saben estos líricos anémicos?
A mí, pues,
me enseñaron a amar en la cárcel.

¿Qué vale comparado con esto,
la tristeza del bosque?
¿Qué vale comparado con esto,
los suspiros ante un paisaje de mar?

Yo, pues,
me enamoré de la ventanilla de mi celda,
de la cárcel: "oficina de pompas fúnebres".
Hay gente que mira al sol todos los días
y se enorgullece.
"No valen mucho sus rayos" -dicen.

Pero yo,
entonces,
por un rayito de sol amarillo,
reflejado sobre mi pared,
hubiera dado todo un mundo.