Séneca
De la brevedad de la vida
Al uno lo domina una insaciable avaricia; al otro, una trabajosa diligencia en tareas inútiles; uno se entrega al vino, otro con la ociosidad se entorpece; a este le fatiga una ambición siempre pendiente del juicio ajeno, a aquel una despeñada codicia de comerciar que con el afán del lucro, lo lleva por todas las tierras y por todos los mares; a algunos los atormenta la inclinación a la guerra y siempre están atentos y angustiados por los peligros propios y ajenos; hay a quien la ingrata veneración a los 'superiores' los consume en una servidumbre voluntaria; a muchos los detuvo: la envidia de la fortuna ajena o la queja de la propia; a muchos que no van detrás de nada cierto, una ligereza vaga, inconstante y displicente, les lleva de continuo a nuevas determinaciones; a algunos no les agrada ningún curso de los que puedan dar su vida y se encuentran marchitos y bostezando; todos precipitan su vida y están trabajados por el deseo del futuro y el tedio del presente.
Pero el que emplea útilmente todo su tiempo y ordena cada uno de sus días como si fuera a ser el último, ni desea el mañana ni le teme.
En tres partes se divide la vida: lo que fue, lo que es y lo que será; lo que hacemos es breve; lo que hemos de hacer, dudoso; lo que hicimos, cierto.
De modo que no es posible dudar de la verdad de lo que dejó dicho el poeta: "Tan solo vivimos una pequeña parte de nuestra vida".