martes, junio 19, 2018

Susan Forward

La siguiente conversación sobre este mismo tema ha sido tomada de uno de mis recientes programas de radio:

JENNIFER: Quiero aprender a comunicarme mejor con mi marido. 
SUSAN: ¿Qué quieres decir con eso?
JENNIFER: Pues que está constantemente enfureciéndose conmigo 
SUSAN: ¿Y qué es lo que le enfurece? 
JENNIFER: Oh, cualquier cosa Parece que yo nunca hago nada bien 
SUSAN: ¿Qué hace cuando se enfurece? 
JENNIFER: Es muy dominante y siempre está dando órdenes. No pregunta nada, exige y me insulta: me llama estúpida y chiflada. 
SUSAN: ¿Cómo te hace sentir eso? 
JENNIFER: Terriblemente. Me paso todo el tiempo deprimida. 
SUSAN: ¿Cuánto hace que estás deprimida? 
JENNIFER: Con intervalos, unos quince años. 
SUSAN: ¿No crees que hay alguna relación entre la forma en que él te trata y cómo te sientes? 
JENNIFER: Oh, mira, es que no es así todo el tiempo. Debo de haberme expresado mal. Con él no me falta nada, y cuando no se enoja conmigo es encantador. 
SUSAN: Pero cuando se enoja te trata muy mal y te insulta, y mira lo que eso te está haciendo. Cuando la tratan así, la gente normalmente se enoja. ¿Tú no estás enojada, Jennifer? 
JENNIFER [comienza a llorar]: Sí, pero lo amo y sé que él me ama. 
SUSAN: Es muy probable, pero lo que tú estás haciendo con tu enojo, normal y apropiado, es volverlo contra ti misma; se está convirtiendo en depresión y autoinculpaciones. Son formas muy típicas de manejar el enojo en las mujeres que no pueden expresarlo.

Jennifer había conseguido aislar su sufrimiento de la relación con su marido. Mientras siguiera prestando atención a su depresión y a todo lo que hacía «mal», se evitaba tener que enfrentar la destructividad de su relación con él. Y Jennifer no es un caso atípico: muchas mujeres convierten sus sentimientos coléricos en dolencias emocionales y físicas.