miércoles, septiembre 30, 2015

Sara Teasdale (1/5)

Sara Teasdale (1/5)
(San Luis, 8 de agosto de 1884 – Nueva York, 29 de enero de 1933)

Fue una poetisa lírica estadounidense. Nació como Sara Trevor Teasdale y después de su matrimonio pasó a llamarse Sara Teasdale Filsinger. El 29 de enero de 1933, a la edad de 49 años, se suicidó con una sobredosis de somníferos. Está enterrada en el Cementerio Bellefontaine. Su amigo y antiguo amor, el poeta Vachel Lindsay se suicidó a finales de 1931, a la edad de 52 años, bebiendo una botella de lejía.

Versiones de Víctor Olaya

Noche De Primavera

El parque está lleno de noche y niebla,
y los velos corridos sobre el mundo.
Las luces adormecidas por los caminos
perladas y asustadizas.
Brillantes y doradas las calles vacías,
brillante y dorado el lago brumoso,
las luces reflejadas como espadas hundidas
titilan y tiemblan

Oh, ¿no es acaso suficiente
estar aquí  con esta belleza a mi alrededor
debiera mi garganta dolerme de tanto elogio
y arrodillarme bajo el cielo en regocijo?

Oh, belleza, ¿no eres tú suficiente,
por qué estoy  llorando de amor?
con juventud, con una voz melodiosa
y ojos para acoger con sorpresa
las maravillas del mundo,

¿Por qué he dejado de lado mi orgullo?,
¿por qué estoy tan insatisfecha?
Yo, por quien la noche pensativa
recoge con luz su pelo nublado,
Yo, por quien todo lo hermoso arde
como incienso en un millón de urnas,

Oh, belleza, ¿no eres tú suficiente,
por qué estoy llorando de amor?

***

El Vuelo

Vuelve la vista con ojos de anhelo y comprende que te seguiré,
elévame en tu amor como el viento ligero alza a la golondrina,
deja que nuestro vuelo se prolongue bajo el sol o la lluvia,
pero, ¿y si oyera a mi primer amor llamarme de nuevo?
Sostenme con tu corazón como el mar bravo sostiene la espuma,
llévame lejos, a las colinas donde tu hogar se esconde,
armará la paz el techo y el amor sellará la puerta,
pero, ¿y si oyera a mi primer amor una vez más llamarme?

***

El Nuevo Y El Viejo Amor

En mi corazón el viejo amor
combatía con el nuevo,
como un fantasma despertaba
a cada instante en la noche.

Las cosas queridas y hermosas
por mi viejo amor un día dichas
se disponían alrededor de mi cama
con reproche.

No pude prestarles atención.
Fijos sobre mí los ojos
de mi nuevo amor
creía ver entonces.

Viejo amor, viejo amor,
¿cómo puedo yo ser fiel?
¿Debo traicionarte a ti
o tal vez traicionarme a mí misma?

***

La Mirada

Strephon me besó en la primavera
y Robin lo hizo en el otoño.
mas Colin tan solo me miró
y nunca jamás me entregó un beso.

Entre bromas se perdió el beso de Strephon
y entre juegos se fue aquel de Robin,
mas el beso en los ojos de Colin
día y noche me atormenta.

***

El Beso

Antes de que tú me besaras sólo los vientos del cielo
me habían besado, y la tierna la lluvia.

Ahora que has venido, ¿cómo puedo yo una vez más
preocuparme por besos como aquellos?
Busqué la mar y ella envió sus vientos a mi encuentro,
vientos en tropel que ante mí cantaban desde el sur.

Y yo giré la cabeza para guardar aún sagrado
tu beso sobre mi boca.
En el brillante abril, las dulces lluvias repentinas
no encontraron mis labios donde los besos habitan;
incliné mi cabeza por si pudieran borrar mi gloria
como las mismas lluvias borran las estrellas.

Yo soy de mi amor y él es mío para siempre,
cerrado con un sello y por siempre a salvo.
¿Cómo, donde antes hubo un rey
podría dejar hoy entrar a un mendigo?

***

La Solterona

En un coche en Broadway la vi,
la mujer que podría haber sido yo.
Sentí como mi Amante la miraba
y luego de repente hacia mí volteó.

Su pelo era pálido, sin reflejo alguno,
y aún su color era el mismo que el mío;
extrañamente sus ojos eran como mis ojos
pese a que ningún amor jamás los hizo brillar.

Su cuerpo era una cosa descarnada,
hambrienta de un amor que nunca llegó;
su alma estaba congelada en la oscuridad
carente para siempre de la llama del amor

Sentí como mi Amante la miraba
y luego de repente hacia mí volteó.
sus ojos llenos de magia para desafiar
a aquella mujer que yo nunca seré.

***

Ven

Ven cuando la luna como un pétalo
flota en el perlado amanecer de primavera,
ven con brazos que se ensanchan para tomarme,
con labios fruncidos para aferrarse.
Ven, porque la vida es una frágil polilla en vuelo
atrapada en la red de los años que pasan,
y pronto nosotros dos, tan cálidos y fervientes ahora,
seremos como las grises piedras en la hierba.

***

De Noche

Apartados, la ciudad se hace silenciosa entre nosotros,
guarda silencio cuando la noche hace pesados sus párpados,
el enredo del tráfico concluye, los coches se hallan vacíos,
cinco calles nos separan y la luz de la luna descansa en ellas.

¿Estás acaso dormido, amor, o yaces despierto?
Abre tus sueños a mi amor y a mis palabras tu corazón.
Te envío mis pensamientos y rebosa de ellos el aire entre nosotros,
vuelan hacia tu ventana, como una bandada de pájaros salvajes.

***

Los Años

Esta noche cierro los ojos y veo
cómo una extraña procesión me recorre,
con melancólica delicadeza pasan por mí
los años previos al encuentro con tu rostro,
los sensibles y tímidos años pasan
como quien pusiera empeño en bailar
cegado a medias por el llanto.

Los años se fueron sin saber
que cada uno me acercaba más a ti,
que sus caminos, aun angostos y apartados,
llevaban al fin hasta tu corazón.

Ah, esos años, años sensibles, años tímidos,
ah, esos años solitarios que se esfuerzan en cantar
con voces por completo ahogadas en el llanto.

***

Ven

Ven cuando la luna como un pétalo
flota en el perlado amanecer de primavera,
ven con brazos que se ensanchan para tomarme,
con labios fruncidos para aferrarse.

Ven, porque la vida es una frágil polilla en vuelo
atrapada en la red de los años que pasan,
y pronto nosotros dos, tan cálidos y fervientes ahora,
seremos como las grises piedras en la hierba.

***

A Una Canción Castellana

Tímidamente,
juntos sujetamos un libro cuya música antigua,
en una lengua extranjera,
ofreció un día entre las parras empapadas de rocío
descolgándose bajo un alto balcón de Castilla.

Sentí el anciano éxtasis de las cuerdas del laúd
y, mientras leíamos, sentí una punzada
en mi corazón rebosante de amor, un estremecimiento
cual el temblor sobre las ramas del árbol en flor
en donde una ferviente ave vino a posarse.

Oh, dama por quien este canto fue escrito,
yaciendo desde tiempo atrás
bajo la tranquila sombra de algún ciprés,
separada del hombre que te anhelaba,
aquí, en una tierra de la que él nunca oyó hablar,
su canto me trae el amor como abril trae al ave,
y, entre mi amante y yo, ahora ni un solo suspiro media.

***

Canción

Ámame con todo tu corazón
o no me ames.
Qué cosa tan pobre un amor a medias,
algo ni atado ni libre.

Debes amarme con deleite,
con cuerpo y alma quererme,
o búscate un nuevo amor
y te digo adiós.


miércoles, septiembre 23, 2015

Flor Bela De Alma Da Conceição,

Flor Bela De Alma Da Conceição,
Conocida como Florbela Espanca
(Vila Viçosa, Portugal, 8 de diciembre de 1894 - Matosinhos, Portugal, 8 de diciembre de 1930),
Fue una escritora portuguesa.

Florbela nació el 8 de diciembre de 1894, en Vila Viçosa, Portugal. Hija de Antónia de Conceição Lobo y de João Maria Espanca, que no la reconoció como hija. Tras La muerte de Antónia en 1908, João y su mujer Maria Espanca crían a la niña. Su padre sólo reconoció la paternidad muchos años después de la muerte de Florbela.
Florbela intentó suicidarse dos veces, en octubre y noviembre de 1930, en vísperas de la publicación de su obra maestra, Charneca em Flor. Tras el diagnóstico de un edema pulmonar se suicida el día de su cumpleaños, el 8 de diciembre de 1930.
El mismo año que murió inició un diario en el que solo ocasionalmente hacía algunas anotaciones. En uno de sus escritos hace un retrato moral de sí misma, se mira en el espejo de su conciencia y dice, honestamente, lo que ve: Una muchacha valiente, siempre sincera consigo misma (...). Honesta sin prejuicios, amorosa sin lujuria, casta sin formalidades, recta sin principios, exaltadamente viva, palpitando de savia caliente como las flores salvajes del campo bárbaro y agreste.

Paseo En El Campo

¡Amor mío! ¡Mi amante! ¡Mi amigo!
Coge la hora que pasa, la hora divina,
¡Bébela dentro de mí, bébela conmigo!
¡Me siento alegre y fuerte! ¡Soy una niña!

Yo tengo, Amor, la cintura esbelta y fina…
Piel dorada de alabastro antiguo…
Frágiles manos de madona florentina…
-¡Vamos a correr y reír por entre los trigos!-

Hay encajes de gramíneas por los montes…
Amapolas rojas en los trigales maduros…
Agua azulada cintilando en las fuentes…

Y a la vuelta, Amor… convirtamos, en las alfombras
De los caminos salvajes y oscuros,
¡En un astro sólo nuestras dos sombras!...

***

Ser Poeta

¡Ser poeta es ser más alto, es ser mayor
de lo que son los hombres! ¡Morder como quien besa!
¡Es ser mendigo y dar como quien es
Rey del Reino de Más Acá y Más allá del Dolor!

¡Es tener de mil deseos el esplendor
y no saber siquiera qué se desea!
¡Es tener aquí dentro un astro que flamea,
y tener garras y alas de cóndor!

¡Es tener hambre, es tener sed de Infinito!
por yelmo, las mañanas de oro y de satén…
¡Es condensar el mundo en un solo grito!

Y es amarte, así, perdidamente…
es que seas alma y sangre y vida en mí
¡Y decirlo cantando a todo el mundo!

***

Espera

No me digas adiós, ¡oh sombra amiga!,
ablanda más el ritmo de tus pasos;
siente el perfume de la pasión antigua,
¡De nuestros buenos y cándidos abrazos!

Soy la dueña de místicos cansancios,
la fantástica y extraña niña
que un día quedó presa en tus brazos…
¡No te vayas aún, oh sombra amiga!

Tu amigo hizo de mí un lago triste:
¡Cuántas ondas riendo que en él no oíste,
cuánta canción de ondinas allí en el fondo!

Espera… espera… oh sombra amada…
mira que más allá de mí ya no hay nada
¡Y nunca más me encuentras en este mundo!...

***

Quiso Dios…

Quiso Dios otorgarme el mágico don de ser sensible
como el diamante a la luz que lo ilumina.
Darme un alma fantástica, imposible:
–¡una danza de color y fantasía!

¡Quiso Dios hacer de ti la ambrosía
de esta pasión extraña, ardiente, increíble!
erguir en mí la antorcha inextinguible,
¡Como un cincel grabando una agonía!

¡Quiso Dios hacerme tuya... para nada!
–Vanos, mis brazos de crucificada,
¡Inútiles, esos besos que te di!

¡Anda! ¡Camina! ¿Hacia dónde?... pero ¿por dónde?...
Si con uno de tus gestos la sombra esconde
el camino de estrellas que tracé...

***

A La Muerte

Muerte, mi Señora y Dueña Muerte,
tu abrazo, ¡debe ser tan bueno!
lánguido y dulce como un dulce lazo
y como una raíz, sereno y fuerte.

No hay mal que no sane o no conforte
tu mano que nos guía paso a paso,
en ti, dentro de ti, en tu regazo
no hay triste destino ni mala suerte.

Doña Muerte de los ojos de terciopelo,
¡Cierra mis ojos que ya todo lo vieron!
¡Sujeta mis alas que ya volaron tanto!

Vine de la Moirama, soy hija de rey,
mal hada me encantó y aquí quedé
a tu espera... ¡quiebra el encantamiento!

***

Versos De Orgullo

¡El mundo me quiere mal porque nadie
tiene alas como yo las tengo! Porque Dios
me hizo nacer princesa entre plebeyos
¡En una torre de orgullo y de desdén!

¡Porque mi reino queda más allá!
Porque traigo en mi mirada el vasto cielo,
¡Y porque oros y resplandores son todos míos!
¡Porque Yo soy Yo y porque Yo soy Alguien!

¡El mundo! ¡¿Qué es el mundo, oh amor mío?!
El jardín de mis versos todo en flor,
la mies de tus besos, pan bendito,

Mis éxtasis, mis sueños, mis cansancios...
Son tus brazos dentro de mis brazos:
¡Vía Láctea cerrando el Infinito!...

***

Nervios De Oro

Mis nervios, cascabeles de oro que tintinan
Cantan en mi alma la extraña sinfonía
De la voluptuosidad, del dolor y la alegría,
¡Que me hace reír y me hace llorar!

En mi cuerpo estremecido, sin cesar,
¡Agito los cascabeles de oro de la locura!
La Quimera, la Locura, la Fantasía,
¡En un rubro torbellino las siento pasar!

El corazón, en una imperial entrega,
¡Lo yergo hacia lo alto! Y, sobre mi mano,
¡Hay una rosa de púrpura, entreabierta!

Y en mí, dentro de mí, vibran dispersos,
Mis nervios de oro, espléndidos, que son
¡Todo el Arte supremo de mis versos!

***

Nuestra Casa

¡Nuestra casa amor, la casa nuestra!
¿Dónde está amor, que no la veo?
¡En locura de mi fantasía, en brasa
mi sueño, la construí en un instante!

¿Dónde está, amor, nuestra casa,
el bien que más envidio en este mundo?
¿El tierno nido, donde nuestro beso
será más puro y dulce que un ala?

Sueño, que tú y yo, dos pobrecitos,
andamos de manos dadas por los caminos,
en medio de un rosal, en un jardín.

En un país de ilusión, que nunca vi...
Y que yo vivo ¡qué lindo!  dentro de ti,
y tú, amor mío, dentro de mí...

***

Humo

Lejos de ti son yermos los caminos,
Lejos de ti no hay luz de luna o rosas,
Lejos de ti hay noches silenciosas,
Hay días sin calor, techos sin nidos!

Mis ojos son dos pobres viejecillos
Perdidos en las noches tormentosas...
Abiertos, sueñan manos amorosas,
Tus dulces manos, llenas de cariño.

Los días son de Otoño: lloran... lloran...
Hay crisantemos rojos que deshojan...
Hay murmullos dolientes de secretos...

Invoco nuestro amor! Abro los brazos!
Y él está ahí, mi Amor, por los espacios,
Leve humo que escapa entre mis dedos!...

***

Demasiado Tarde...

Cuando por fin llegaste, para ver
Brilló la noche mágica y lunar;
Y para tus pisadas conocer
El silencio se dispuso  a escuchar...

Llegaste al fin! Visión de enajenar!
A la hora en que nada puede ser:
Entre sombras, la noche a iluminar
Y las piedras del campo a florecer!

Ni besando la arena del desierto
No te logrará! Con abrazo abierto,
nudos pies, rientes ojos, boca en flor!

Y hace cien años era tan bonita!...
Y mi boca ya muerta aún te grita:
Por qué tardaste tanto, oh mi Amor?!...

***

Amiga

Déjame ser tu buena amiga, Amor,
Tu buena amiga sólo, pues no quieres
Que por tu amor yo sea la mejor,
La más triste de todas las mujeres.

Que sólo de ti venga ansia y dolor,
¿Por qué me ha de importar? El que tú quieres
Buen sueño es para mí! Malo o peor,
Bendito seas tú si lo dijeres!

Amor, besa mis manos, detenido...
Como si ambos naciéramos hermanos,
Aves cantando, al sol, en mismo nido...

Bésalas bien!... Qué fantasía loca
Tener así, guardadas en mis manos,
Los besos que soñé para mi boca!...

***

Citas

"Necesito de toda la vida, de toda alma, de todos los pensamientos del hombre que me tenga. Necesito que él viva más de mi vida que de su vida. Necesito que él me comprenda, que me adivine. Si no es así, soy la criatura para olvidar con la mayor de las frialdades, de las crueldades. Ya he hecho sufrir tanto! He sido tan mala! He hecho mal sin importarme, porque cuando no me gusta, soy como las estatuas que son de mármol y no sienten". (fragmento de Amar Intensamente)

"Nací sensible y así he de morir, muy probablemente somos lo que somos y no lo que queríamos ser; no crees? Tienes que aceptarme como soy vista, que solo así yo creo que me puedan amar."

***

Un día, el destino, anciano de cabellos de nieve y que andaba dificultosamente, me dio unos zapatos y dijo: “Aquí tienes unos zapatos de hierro, ¡póntelos y camina! ¡Camina siempre, sin descanso ni fatiga, ve siempre hacia adelante y no te detengas, no pares nunca!...”. “El camino de la vida tiene trechos de cielo y paisajes infernales: que la oscuridad no te asuste ni te deslumbre la claridad; ni siquiera un momento te detengas al borde del camino; deja florecer las margaritas, deja que canten los ruiseñores!”.

“Ya sea plano o muy empinado este inmenso camino, ¡camina... camina siempre! ¡No pares nunca! ¡Un día los zapatos han de romperse; es entonces cuando te detendrás! ¡Porque habrás encontrado al fin los ojos perturbadores y profundos, la boca embriagadora y fatal que ha de prenderte para siempre!”.
Esto me dijo un día el destino, anciano de cabellos de nieve, que andaba dificultosamente. Me calcé los zapatos y caminé; la claridad de la luna era profunda, a veces, los ruiseñores cantaban en la floresta... Otras veces, y al sol ardiente del mediodía, se abrían las rosas, rojas como besos de sangre; las mariposas traían, en sus alas delicadas como harapos de seda, ¡los perfumes delirantes de millares de corolas!

Otras veces ni una estrella en el cielo, ni un perfume en la tierra, ¡y yo oía a mis pies la voz de algún profundo abismo! Pasé por el reino del sueño y de la esperanza verde, como verde es una esmeralda, divisé el país del amor rosado como una aurora, y también vi las tierras tristes de la saudade ¡donde la luz de la luna llora noche y día! ¡No me detuve ni un solo instante! El corazón se me rompió en pedazos, disperso por los caminos que recorrí, ¡pero caminé siempre sin flaquear ni un solo momento! Hace mucho tiempo que ando. Tenía cabellos negros como las tinieblas, hoy son casi todos blancos como el lino. Tenía el andar altivo como el de una princesa de leyenda, ¡hoy me inclino hacia el suelo como el tallo de una rosa sacudida por el viento del norte! ¡Comienzo a sentirme cansada ya, mis pasos van siendo cada vez más lentos y arrastrados en la infinita senda de la vida!... ¡Y los zapatos aún no se han roto!...
¡¿Dónde estaréis, oh ojos perturbadores y profundos, oh boca embriagadora y fatal que ha de prenderme para siempre?!

**********

Fernando Pessoa
En Memoria De Florbela Espanca

Duerme, duerme, alma soñadora,
¡Hermana gemela de la mía!
Tu alma, del mismo modo que la mía,
Rasgando las nubes se cernía
Por encima de los otros,
Buscando mundos nuevos,
Más bellos, más perfectos, más felices.

Criatura extraña, espíritu inquieto,
Lleno de ansiedad,
Tal como yo hacía, creando mundos nuevos,
Bellos como tus sueños,
y vivías en ellos, vivías soñando como yo.

Duerme, duerme, alma soñadora,
¡Hermana gemela de la mía!
Ya que en vida no tuviste descanso,
Si existe la paz en la sepultura:
¡La paz sea contigo!


lunes, septiembre 21, 2015

21 de Septiembre, Día Internacional de la Paz

Día Internacional de la Paz 

La Asamblea General de las Naciones Unidas decide que se observe el Día Internacional de la Paz el 21 de septiembre de cada año.

Paz (del latín pax), definida en sentido positivo, es un estado a nivel social o personal, en el cual se encuentran en equilibrio y estabilidad las partes de una unidad; definida en sentido negativo, es la ausencia de inquietud, violencia o guerra.


"Hay algo tan necesario como el pan de cada día, y es la paz de cada día; la paz sin la cual el mismo pan es amargo."
Amado Nervo (1870-1919) Poeta, novelista y ensayista mexicano.

¡Paz, paz, paz! Paz luminosa.
Una vida de armonía
sobre una tierra dichosa.
Paz sin fin, paz verdadera.
Paz que al alba se levante
y a la noche no se muera.
Rafael Alberti(1902-1999) Poeta y dramaturgo español.

"[La paz es] no la ausencia de la guerra,[...] Es una virtud, un estado mental, una disposición en pro de la benevolencia, la confianza, la justicia."
Baruch Benedict Spinoza (1632-1677) Filósofo holandés

"Debemos de pugnar para que el hombre piense en la paz, pero no solamente impulsado por su instinto de conservación, sino fundamentalmente por el deber que tiene de superarse y de hacer del mundo una morada de paz y de tranquilidad cada vez más digna de la especie humana y de sus altos destinos."
Mario Moreno 'Cantinflas' (1911-1993) Actor mexicano.Parte del discurso final de la película Su Excelencia 

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera."
François de La Rochefoucauld (1613-1680) Escritor francés.

"La paz exige cuatro condiciones esenciales: Verdad, justicia, amor y libertad." "La paz es un don de Dios y, al mismo tiempo, una tarea de todos."
Juan Pablo II (1920-2005) Papa de la iglesia católica.

Así Dios les dará su paz, esa paz que la gente de este mundo no alcanza a comprender, pero que protege el corazón y el entendimiento de los que ya son de Cristo.
Filipenses 4:7 (
Traducción en lenguaje actual) 

Y que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guarde sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
Filipenses 4:7 (Reina Valera Contemporánea)

miércoles, septiembre 16, 2015

José Antonio Ramos Sucre, 5/5

José Antonio Ramos Sucre
(Cumaná, Venezuela, 9 de junio de 1890 - Ginebra, Suiza, 13 de junio de 1930)
Poeta, educador y diplomático venezolano.

El 13 de junio de 1930 durante un viaje diplomático en la ciudad de Ginebra, se suicida al tomar una sobredosis de veronal. Tras un largo tiempo de padecer insomnio, su intención fue producir su muerte el día que cumplía los 40 años de edad, el 9 de junio, pero su deceso se produjo 4 días después.
En una de sus últimas cartas, al referirse a sus dolencias, había escrito: «solamente el miedo al suicidio me permite sufrir con toda paciencia». Por esas mismas cartas, sin embargo, sabemos que otro miedo se sobrepuso a aquél: el de perder sus facultades mentales. Su decisión final, pues, no fue, como ligeramente se ha dicho, «un acto de extremo repudio a la vida»; habría que verla más bien como la opción de la lucidez. ¿No era lo que ya estaba inscrito, además, en varios pasajes de su obra? Una de sus múltiples personas poéticas, que había aprendido en Lucrecio el trato con la naturaleza imparcial, lo previó así. «Yo había concebido -dice- la resolución de salir voluntariamente de la vida al notar los síntomas del tedio, las trabas y cadenas de la vejez». Otra, en un sueño que es como la experiencia de la post-vida, sabe intuir la llegada de la muerte «a la hora misma designada en el presagio». ‘El Desesperado’ de uno de sus poemas, luego de un fallido intento de suicidio, llega a decir: «He sentido el estupor y la felicidad de la muerte». Ya sea por distintos motivos, son innumerables los personajes de Ramos Sucre en los que aparece la clarividencia o la vocación tanáticas (en la mitología griega, Tánato o Tánatos era la personificación de la muerte sin violencia), aun a veces en un sentido sacrificial.

El Knut

La servidumbre secular inhibía, a través de las generaciones, el pensamiento de los campesinos.
Se dejaban zurrar sin oponer reparo ni protesta. Sus amos los trasquilaban a cruces y los multiplicaban uniéndolos en pares sin consultarles la voluntad.
Yo asistí a uno de esos matrimonios. Los campesinos y sus mujeres se habían embriagado con un alcohol virulento y danzaban cogidos de las manos al son de una música elemental. Muchos caían de bruces sobre el suelo desnudo, tartamudeando una canción. El señor no podía reprimir las carcajadas.
Consumían en vasijas de madera una harina glutinosa, de sabor ácido y quedaban atragantados para el resto del día.
Trabajaban fielmente y con bastante desaliño y torpeza en cambio de un salario escatimado y descansaban sobre el césped de los parques. La policía interrumpía a cintarazos su sueño nocturno.
El primer frío del invierno bastaba para exterminar el enjambre de los desheradados. Salían haciados en carretas para fuera de la ciudad donde se les incineraba sin esperar, alguna vez, su fallecimiento. El oficial del registro civil no se molestaba en llevar la cuenta de las defunciones. Los campesinos ignoraban si tenían un nombre y respondían a cualquier apodo.
El acaso de una lluvia me deparó el conocimiento de una doncella de esa muchedumbre. Me cautivaron su gesto de inerme y su blandura de linfática.
Separaba por el medio de la frente sus cabellos de un color rubio desteñido.
Se había refugiado en un soportal de mi casa.
Su hermano, un sujeto de complexión exausta y barba rala y precoz, sobrevino a defenderla de mi alevosía.
Decidí vengarme de su resistencia aumentándoles el infortunio. Acudí al jefe de la guarnición, mi compañero en la vida bacanal, y lo persuadí al reclutamiento del joven.
Aquel militar, de origen aristocrático y educación selecta, había esparcido el renombre de severo en la disciplina y de insensible al sufrimiento ajeno.
Se divertía imponiendo azotainas dilacerantes. Los soldados volvían éticos a sus hogares.
El joven recluta vino a ser contado entre los enemigos de un superior tiránico.
El oficial había muerto de ingerir, con la sopa, fragmentos de vidrio.
Yo esforcé las sospechas dirigidas contra el desvalido y mejoré la defensa de sus compañeros.
Fue declarado autor del homicidio y sentenciado a la fustigación. Pasó a un suburbio, en donde los soldados le formaron calle y le descargaron sendos flagelos enérgicos. El recluta llevado a rastras, iba y venía, maniatado a un fusil armado de su bayoneta, por donde podía herirse en cualquier movimiento de esquivez.
Los gritos de la víctima helaron de espanto a los verdugos. El azote descubrió en breve tiempo el esqueleto.
La faena duraba cerca de una hora, cuando se interpuso el médico del regimiento para discernir el pulso y certificar la muerte.
La hermana del recluta, forzada a comparecer, se desmayó en el curso del suplicio.

***

El Clima Del Nopal

El ermitaño cuenta los sucesos y prodigios del amor y se incorpora a la hueste [guardia] de los personajes lacerados [lastimados] y sin remedio. Se confiesa autor de más de un rapto y sugiere, por medio de una elocución viva, el susto de la fuga a rienda suelta, bajo el alcance de las piedras y de los disparos.
Se finge dedicado a la memoria de Mercedes, constante en censurar sus mocedades y autora, una vez difunta, de su retiro del siglo y de su arrepentimiento y humildad.
Describe la estancia en donde pasó de esta vida y quedó yacente, sin auxilio ni compañía. Un soplo del norte rompía a cada paso los ventanales, arrojaba lejos el perfume de los sahumerios [humos] y extinguía, delante del crucifijo de marfil, un cirio de lumbre mustia.
Pasa a celebrar su propósito irrevocable de vivir penitente, desde esa hora, en el hueco del monte, en medio de una maleza parca y cenicienta.
El ermitaño da fin a su discurso y me sorprende con la mención de sus compañeros y el reproche de su tardanza. Los apellida por medio de un silbato de cobre.
Yo me vi amenazado, en breve espacio, por una rueda de fusiles asestados.
No podía alzar mi voz sobre la greguería de los truhanes.
El capitán los persuadió a respetarme la vida y me sacó a salvo por caminos despeñados, sin dejar el hábito de monje, y contentándose con mi dinero y la promesa de navegar la vuelta de mi patria.
Disparaba su pistola sobre unas aves de rapiña juntadas, sobre mí, en revuelo furioso.

***

Los Celos Del Fantasma
(fragmento)

Yo contaba apenas veinte años cuando terminé los estudios en una antigua universidad. He adoptado la solemnidad de sus claustros.
Volví al pueblo de mi nacimiento, situado en medio de una vegetación lozana, en un distrito inundado.
Me enamoré súbitamente de una joven cándida, de epidermis suave.
La descubrí sentada en un banco de piedra, debajo de las hojas flácidas de un árbol azotado por la llovizna. Había llegado furtivamente, arropada en los jirones de la niebla.
Desapareció de mi lado al llegar la primavera. Dudo si murió por causa de los morbos insidiosos de la región palustre o si era tan sólo un fantasma aéreo.
Deseoso de morir, he salido de mi isla nebulosa en busca del peligro. Sufrí la uniformidad del mar a la sombra de las velas arrogantes. He visto sin pasión ni interés la alegría de los puertos meridionales.
Quería asistir al duelo de naciones irreconciliables, trabado desde siglos entre las ruinas de una civilización augusta.
Me he juntado al ejército más ufano. He visto el signo bizantino del creciente en el lienzo rojo de los pabellones y en el turbante de los guerreros fatalistas.
Un bajá despótico regía aquella muchedumbre. Llevaba consigo las mujeres de su harem, sujetas a una vigilancia perpetua. Una de ellas acompañaba al son de la guzla un canto monótono. Habría contentado mi sentimiento por la joven cándida.
Determiné raptarla en el tumulto de la primera función de armas y refugiarla muy lejos de su tirano, en mi isla nebulosa. Su afecto me habría sanado de la antigua pasión fantástica.
Presencié el desastre del ejército en la primera batalla. Los oficiales enemigos aparecían gallardamente del seno de una nube de humo.
Visitaba los sitios de mayor peligro con las manos en los bolsillos, disimulando mi interés.
Me dirigí, montado a caballo, donde me esperaba la mujer. Había convenido en salvarse conmigo al llegar la crisis de la derrota.
 […]

***

El Cristiano

Yo lo veía diariamente sentado a la puerta de su choza y con la cabeza entre las manos, hundido en una reflexión intensa. Se mostraba en aquella actitud cerca de la noche, cuando el cielo igual de la región se alteraba ligeramente con delgados celajes de ámbar y violeta.
Él había perdido los años más fértiles de la vida en el sufrimiento del presidio, por efecto de una acusación injusta. Su honestidad se había conservado intacta y lo había redimido al principio de la vejez. Los superiores le habían permitido edificar su vivienda en un descampado. Él se había insinuado en la amistad de sus compañeros y había suavizado la ley de su destino, esclareciéndoles las promesas del Evangelio.
Yo lo visitaba con frecuencia y lo seguía en sus peregrinaciones hasta la orilla del océano de las ballenas y de los témpanos. Había sustituido con un nombre fingido el verdadero y se justificaba alegando su humildad y el propósito de semejarse a la ola fundida en el mar.
El me enseñó la caridad con los animales. Antes de su muerte, me encontró digno de proteger sus dos amigos más probados. Yo trasladé para mi casa, sobre mis hombros, el ajuar [pertenencias] de la suya y eché por delante un zorro azul del polo y una liebre sedosa.

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Tácita, La Musa Décima

La hermosa hablaba de la incertidumbre de su porvenir. Había llegado a la edad de marchitarse y sentía la amenaza del tiempo y de la soledad. Los hombres no se habían ocupado de sus méritos y temían su inteligencia alerta.
El discurso de la mujer hería y agotaba mi sensibilidad. Su suerte me inspiraba ideas desesperadas acerca de la vida. Aquel ser sufría de su misma perfección.
Yo la he separado cruelmente de mi presencia. Podía interrumpir mi fuga clandestina, a través de la orgía del mundo, hacia el abrazo letárgico de la muerte. Yo divisaba una lontananza más sedante al imaginar la anulación de mis reliquias en el seno del planeta cegado por la nieve, desde el momento de extinguirse la energía milenaria del sol, conforme el pronóstico de un vidente de la astronomía.
Mis días desabridos anticipan el sueño indiferente de la eternidad.
La autora de mi inquietud se acerca afectuosamente al féretro en donde yazgo antes de morir. Su lámpara de ónix, depositada en el suelo, arroja un suave resplandor y su abnegación se pinta en el acto de sellar con el índice los labios herméticos, para mandamiento del silencio.

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Granizada

—El matrimonio es un estado zoológico.
—El matrimonio es el camino por el cual dos personas llegan más fácilmente a odiarse y a despreciarse.
—El matrimonio: azotes y galeras [castigos].
—Enamorarse es una falta de amor propio.
—Un hombre se casa cuando no tiene otra cosa de qué ocuparse.
—Marido y mujer: ¡cómplices!
—El adulterio es delito forzado como el contrabando. Sirve para subsanar las situaciones tiránicas nacidas del matrimonio de conveniencia. Restablece la sinceridad en la elección.
—La amistad es una capitulación de la dignidad.
—Las mujeres mandan en las fiestas de sociedad. Las inventaron al darse cuenta de que el varón se abstiene de maltratarlas en público.
—Cierta caridad, la del soberbio, es simultánea con la envidia. Una persona maldice la prosperidad de su igual, censura, cuando menos, al prójimo de su misma línea y abraza y regala al humilde.
—Un olvido de Hamlet: tal vez hay necesidad de practicar el mal para ser respetado, para vivir en medio de nuestros semejantes.
—La incertidumbre es la ley del universo.

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Traducciones

Del Alemán
Poemas De Uhland

La Serenata

¿Para qué me despiertas con dulces sonidos?
¡Oh madre, ve quién puede ser a hora tan avanzada!
—Yo nada oigo, yo nada veo, vuelve a dormir hija. Nadie te trae serenatas nocturnas, porque eres miserable y enferma.
—Siento que no son músicas terrenas las que turban ahora mi sueño, me llaman con cánticos celestes los ángeles. ¡Oh madre, adiós!

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La Vida De Los Muertos

Lejos de ti, soy como un sepultado; no me halagan las auras primaverales; ni el canto de la alondra ni la luz del sol me resucita.
Cuando los vivos se entregan a dormir y los muertos se levantan de sus sepulcros, yo voy como en un sueño sobre los abismos y sobre las cumbres que tanto me alejan de ti.
Y atravieso el jardín prohibido y fuerzo las puertas herméticas, y llego al santuario de tu hermosura.
Si te espanta mi hálito de difunto, tierna flor, piensa que mi amor te protege.
Pero ya desaparezco. . . los gallos rompen a cantar.

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El Ramillete

Como las flores tienen propios significados, y así el mirto indica el amor, el laurel la fama, el ciprés el dolor y el no-me-olvides la fidelidad; y como, por otra parte, los colores simbolizan las pasiones humanas, de tal modo que el orgullo y la envidia tienen su emblema en el amarillo y la esperanza en el verde; yo hago irrupción en mi jardín y cojo flores de todas especies y colores para ofrendártelas en silvestre ramillete. Con él te habré hecho la mejor ofrenda, habré puesto en tus manos la fama y la esperanza, los dolores y las pasiones que constituyen mi vida.

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Elegía A Un Cura De Aldea

Si está permitido a los espíritus de los muertos volver de nuevo a su morada terrenal, el tuyo no regresa en las noches tétricas en que vigilan la pesadumbre y la nostalgia. No; pero en las mañanas de verano, cuando ninguna nube viaja por el azul celeste y están las mieses altas y doradas, regresa tu alma y recorre la campiña saludando con un beso a cada campesino, como lo hacías tú mismo en otro tiempo.

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Del Destierro

Llevo en el espíritu la desolación del paisaje, la naturaleza está de duelo; comunicó la montaña su inamovilidad a la neblina que la envuelve; del aroma y del canto está huérfano el aire, árboles melancólicos, como soñolientos agonizan bajo un cielo plomizo, en una atmósfera asfixiante. En este lugar lleno de silencio, parece que sólo viviera mi corazón alentado por un recuerdo, por una sensación muerta.
Rememoro la mañana, cuando pasó a mi lado, encarnación de beldad tentadora que atormentara el sueño de un asceta: arrogante el paso, desdeñoso el gesto; desde las tinieblas de sus ojos de mirar perverso lanzaba sus flechas el amor oculto; en su faz, seda viva un lunar como diminuta estrella apagada; con cabeza rubia ponía una sonrisa de luz un sol de fiesta. . . En éxtasis divino, queriendo eternizar aquel instante, la contemplé alejarse junto con mi tranquilidad por la avenida asombrosa de árboles, cuyas hojas susurraban con murmullos de voces muy quedas.
Desde ese momento la pena es mi huésped, consagrado a ella vivo, me mata su ausencia; hizo en mi pecho su nido ese recuerdo que me atormenta como una garra que se ahonda.
Vivimos del dolor y del pasado, disipando tristezas, poniendo en fuga negros pensamientos, el recuerdo de aquella mujer hace palpitar mi corazón, único ser que parece vivir en este lugar de silencio la naturaleza, cansada de actividad y ansiosa muerte.

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Carta

Ginebra, 7 de junio (1930)

Srta. Dolores Emilia Madriz.
Cumaná.

Muy ilustre Dolores Emilia:

Ayer recibí tu última carta y tu retrato en compañía de la dulce Leonor. Besé infinitas veces tu retrato.
No te impacientes conmigo. Aún no he podido visitar a París. Los trabajos de la Sociedad de las Naciones y la presencia de diplomáticos venezolanos en Ginebra me han impedido ausentarme. Yo te prometo dejarte satisfecha.
Te advierto que mis dolores siguen tan crueles como cuando me consolabas en Caracas. Yo no me resigno a pasar el resto de mi vida, ¡quién sabe cuántos años!, en la decadencia mental. Toda la máquina se ha desorganizado. Temo muchísimo perder la voluntad para el trabajo. Todavía me afeito diariamente.
Apenas leo. Descubro en mí un cambio radical en el carácter. Pasado mañana cumplo cuarenta años y hace dos que no escribo una línea. Apenas puedo consolarme buscando la vida de enfermos ilustres a quienes la fatalidad apagó en plena juventud. Te ruego que no permitas la leyenda de que soy antropófago y salvaje y enemigo de la humanidad y de la mujer. Esa leyenda es obra de mis enemigos. Tú sabes que, al contrario, soy muy accesible, muy indulgente y jamás he lastimado a una mujer.
Los médicos de Europa no han descubierto qué es lo que me derriba. Yo supongo que son pesares acumulados. Tú sabes que mi cadena fue siempre muy corta y muy pesada. Nací en la casa donde todo está prohibido.
Yo te suplico que disculpes estas confidencias. Beso las manos de las distinguidas primas y me despido así mismo de ti.
Escríbeme.


J. A. R. S.