Vladímir Vladímirovich Maïacovski
(Baghdati, Georgia, 19 de julio de 1893 – Moscú, 14 de abril de 1930)
Fue un poeta y dramaturgo revolucionario ruso y una de las figuras más
relevantes de la poesía rusa de comienzos del siglo XX.
Poeta ruso nacido en la aldea georgiana de Baghdati en julio de 1893. Al
fallecer su padre en 1906, se trasladó con su familia a Moscú, donde pronto
suspendió sus estudios para vincularse a la política. Maïacovski constituye un
fenómeno extraordinario de la poesía rusa. Valiente, ingenioso, brillante polemista,
talentoso pintor y artista de cine, fue
el símbolo de la poesía innovadora del siglo XX. Como ensayista brilló con
fuerza excepcional, escribiendo múltiples textos en los que siempre defendió su
posición revolucionaria, convirtiéndose en "representante
plenipotenciario" del comunismo en el extranjero. El gran amor de su vida,
Lili Brik (casada con otro), a quien le dedicó su más famosa obra y los viajes
realizados a Francia y Estados Unidos dejaron una honda huella en su poesía.
Después de una vida de lucha y sacrificio, víctima de un amor imposible, y sintiéndose
derrotado y abandonado, Maïacovski se suicidó, a los 36 años, de un disparo en
el corazón el 14 de abril de 1930.
(Versiones de Lila Guerrero)
Conversando con la Torre Eiffel
La Torre Eiffel fue pensada para ser el centro
de atención de la exposición de 1889 que se celebraría en París», que además
celebraría el centenario de la Revolución francesa. Construcción: inicia el 28 de enero de 1887, finaliza en marzo de
1889. Por 41 años fue la estructura más elevada del mundo.
París,
caminada por
millones de pies,
gastada por miles
de llantas.
Ando errante por
tus calles,
solo, hasta el
horror,
ni un rostro amigo,
hasta el horror,
ni un alma.
Alrededor mío,
los autos fantasean
una danza.
Alrededor mío,
desde sus fauces de
dragones-pescados y luises,
silba y cae el agua
de las fuentes.
Llego a la plaza de
la Concordia,
y espero a que
venga a la cita,
cruzando la niebla,
surgiendo tras las
casas apiladas,
la torre de Eiffel.
Torre,
más despacio,
que la pueden ver.
La luna, tema de
guillotina,
asiste a nuestra
cita.
Me acerqué a ella,
susurrándole en la
radio-oreja.
He aquí lo que le
digo:
-He hecho
propaganda a los edificios y a las cosas.
Nosotros,
sólo esperamos su
aprobación.
Torre,
¿quiere encabezar
la insurrección?
Torre,
nosotros la
elegimos jefe.
Usted,
modelo de genio y
técnica,
no debe quedar
aquí,
ocultando sus
contornos serenos, elegantes... perfectos
No es para usted,
este lugar de
podredumbre,
París de
prostitutas,
la Bolsa,
y los
"poetas".
Los trenes están de
acuerdo.
Los trenes están
conmigo.
Ellos,
arrojarán al
público,
de su embaldosados
vientres.
Y la sangre nueva,
lavará las paredes,
de los afiches de
polvo y perfume.
Ellas,
-las paredes-
están convencidas.
Ellas no quieren
ser esclavas de los avisos lujosos,
ellas saben que les
sienta mejor a la cara,
nuestros agudos
carteles de lucha.
¡Torre!
¡No tenga miedo a
las calles!
Si el tren no
suelta la gente,
la calle lo
castigará con los rieles.
Yo levantaré el
motín de los rieles.
¿Teme?
Los tractores
vendrán en columnas,
nos defenderán.
Vendrán <barrios
bohemios,
artísticos e
intelectuales> en nuestra ayuda.
¡No tema!
Ya me puse de
acuerdo con los puentes.
Vadear los ríos,
no es fácil.
Los puentes,
se levantarán de
golpe,
movidos por el
arraigado rencor,
cerrando las
entradas a la ciudad,
por todos los
costados de París.
Al primer llamado,
se amotinarán los
puentes,
arrojando a los
peatones,
con su toros de
piedra.
Se rebelarán todas
las cosas,
las cosas,
ya no pueden
soportar más,
este orden de
cosas.
Pasarán quince años
o veinte,
se ablandará el
acero,
y las mismas cosas
se lo aseguro,
irán solas,
a venderse por las
ferias y mercados.
¡Torre vamos!
Venga con nosotros.
Usted,
allá, en casa,
nos hace más falta.
¡Venga con
nosotros!
La recibiremos,
con el brillo de
nuestros aceros.
La recibiremos,
con más ternura que
a la primer amante amada.
¡Vamos a Moscú!
Torre,
allá tenemos más
lugar.
Usted,
tendrá todas las
calles que quiera.
Nosotros,
la cuidaremos,
cien veces al día,
lustraremos su
acero y su cobre,
y quedará como el
sol.
Deje,
que su ciudad-,
París de tontas
pitucas,
París de bulevares
abribocas,
acabe sola,
enterrada en el
cementerio del Louvre,
con el vejestorio
de su museo en los Bosques de Boulogne.
¡Adelante!
¡Marche!
¡Marche con sus
cuatro patas poderosas,
remachadas según lo
planos de Eiffel,
para que en nuestro
cielo,
asome tu frente de
radio,
para que nuestras
estrellas,
ante ti se
avergüencen!
¡Decídase, torre!
Hoy se levantan
todos,
removiendo a París,
desde la cabeza
hasta los pies.
¡Vamos,
venga con nosotros
a la URSS!
¡Venga, con
nosotros!
Yo,
le conseguiré el
pasaporte.
***
Despedida
En el auto ya,
después de cambiar
el último franco,
pregunto:
-¿A qué hora
partimos hacia Marsella?
París,
corre,
despidiéndome,
con toda su
extraordinaria belleza.
Sube a mis ojos,
la humedad de esta
separación.
Mi corazón,
de sentimentalismo
se ablanda.
¡Yo quisiera vivir,
y morir en París,
si no existiera,
esa bella tierra,
que se llama Moscú!
***
Sin terminar
Yo conozco el poder
de la palabra,
yo conozco su
llamado poderoso.
Hay palabras,
que levantan a los
seres de las tumbas,
y marchan solas,
sobre sus cuatro
patas.
A menudo,
hay palabras que se
pierden
se tiran,
no se imprimen,
no se publican.
Pero la palabra
corre,
ajustando sus
tiradores,
resonando en los
siglos,
y se acercan los
trenes arrastrándose
lamiendo,
las manos callosas
de la poesía.
Yo conozco el poder
de las palabras,
más que muchos,
más que un pétalo
caído,
bajo el pie de la
danza.
Pero el hombre,
entrega el alma,
los labios,
entrega todo su
esqueleto...
Me ama;
mucho, poquito,
o no me ama...
Me rompo las manos,
apretando los
dedos,
y arrojo al aire
los dedos rotos.
Así se rompen o
arrojan,
los pétalos de las
margaritas,
cuando se adivina
el amor en el mes de mayo.
Dejad que al
rasurarme,
se descubra el pelo
plateado de los años.
Espero,
creo:
en los siglos de
los siglos jamás me llegará
el día vergonzoso
de mi sano juicio.
Ya son las dos.
Tal vez ya estás
acostada.
En la noche,
la Vía Láctea,
hace su camino de
plata.
No te apuro,
con telegramas
urgentes,
no tengo por qué
despertarte ya,
ni molestarte.
Como se dice,
el
"incidente" ha terminado.
La barca del amor,
se ha estrellado,
contra la vida
cotidiana.
Estoy a mano
contigo.
No hay por qué enumerar,
nuestros dolores
recíprocos,
desgracias,
ofensas.
¡Mira el universo,
qué silencio!
La noche,
ha cubierto el
cielo,
con su mensaje de
estrellas.
En horas como ésta,
uno se levanta y
habla,
a los siglos,
a la historia,
al mundo.
Ya son las dos...
tal vez ya estás
acostada,
o tal vez,
tú también estás
así como yo...
No te apuro ya,
con telegramas
urgentes,
no tengo por qué
despertarte ya,
ni molestarte...
***
A todos
Carta de Maiacovski del 12 de abril de 1930,
dos días antes de morir
De mi muerte, no se
culpe a nadie, y por favor, sin comentarios.
Al difunto le
molestaban enormemente.
Mamá, hermanas,
camaradas, perdonadme, -no es un método-
(no se lo aconsejo
a nadie), pero no tengo otra salida.
Lila, ámame.
Camarada Gobierno:
mi familia se compone de Lila Brick, mamá,
mis hermanas y mi
esposa Verónica Vitóldovna Polónskaia.
Si les haces la
vida soportable, gracias.
Envíen los versos
sin terminar a los Brick.
Ellos sabrán
descifrarlos.
Como se dice,
el
"incidente" ha terminado,
"la barca del
amor,
se estrelló contra
la vida cotidiana":
Estoy a mano con la
vida,
y es inútil
recordar,
dolores,
desgracias,
y ofensas
recíprocas.
Sigan felices.
***
El amor le es dado a cualquiera...
El amor le es dado
a cualquiera
pero...
entre el empleo,
el dinero y lo
demás,
día tras día
se endurece el
subsuelo del corazón.