domingo, noviembre 16, 2014

Francisco Villaespesa, II

Francisco Villaespesa 

Francisco Villaespesa Martín 
(Laujar de Andarax, Almería, 15 de octubre de 1877 - Madrid, 9 de abril de 1936), poeta, dramaturgo y narrador español del Modernismo.
Poeta y ensayista español nacido en Laujar, Almería, en 1877. 
A pesar de que inició estudios de Derecho en la Universidad de Granada, los abandonó para dedicarse de lleno a la carrera literaria. 
En 1897 se radicó en Madrid donde además de dirigir  y colaborar con famosas revistas de la época, publicó en 1898 su primer libro de poesía, «Intimidades». 
A partir del año de 1900 con «La Copa del Rey Thule», se consagró como el precursor del Modernismo en España, sin abandonar nunca su tendencia romántica y bohemia.
De su abundante obra merecen destacarse «Tristitiae rerum», «Las fuentes de Granada», su obra de teatro «El Alcázar de las Perlas» y «La rueca».
Aquejado de arterioclerosis, de insuficiencia gástrica y de hipertensión, entre otros achaques, enfermó gravemente en 1930 cuando se hallaba en Brasil, y volvió a España, donde sus males se agravaron en 1933; falleció en 1936.

Balada

Llamaron quedo, muy quedo,
a las puertas de la casa.
-¿Será algún sueño- le dije-
que viene a alegrar tu alma?

-¡Quizás! -contestó riendo...
Su risa y su voz soñaban.
Volvieron a llamar quedo
a las puertas de la casa...

-¿Será el amor?-grité, pálido,
llenos los ojos de lágrimas...
-Acaso- dijo mirándome...
Su voz de pasión temblaba...

Llamaron quedo, muy quedo,
a las puertas de la casa.
-¿Será la Muerte? -le dije...
Ella no me dijo nada...

Y se quedó inmóvil, rígida,
sobre la blanca almohada,
las manos como la cera
y las mejillas muy pálidas.

*** 

Celos

Al saber la verdad de tu perjurio
loco de celos, penetré en tu cuarto...
Dormías inocente como un ángel,
con los rubios cabellos destrenzados
enlazadas las manos sobre el pecho
y entreabiertos los labios...

Me aproximé a tu lecho, y de repente
oprimí tu garganta entre mis manos...
Despertáste... Miráronme tus ojos...
¡Y quedé deslumbrado,
igual que un ciego que de pronto viese
brillar del sol los luminosos rayos!

¡Y en vez de estrangularte, con mis besos
volví a cerrar el oro de tus párpados!

*** 

Convalecencia

¡Qué suavidad, qué suavidad de raso,
qué acariciar de plumas en el viento;
en terciopelos se apagó mi paso
y en remansos de seda el pensamiento!

Todo impreciso es como en un cuento,
se desborda en silencio como un vaso,
y en esta tibia languidez de ocaso
desfallecer hasta morir me siento.

Como un panal disuélvome en dulzura,
desfallezco de todo: de ternura,
de claridad, del éxtasis de verte...

Y todo tan lejano, tan lejano...
En este atardecer tu frágil mano
pudiera con un lirio darme muerte...

*** 

El jardín de Lindaraja

De la tarde de octubre bajo la luz gloriosa,
en la fuente de mármol que el arrayán orilla,
diluyen los cipreses su esmeralda herrumbrosa
y la arcada del fondo su tristeza amarilla.

Rosales y naranjos. ..Mustio el jardín reposa
en un verdor que el oro del otoño apolilla...
¡Sólo, a veces, se enciende la llama de una rosa,
o el oro polvoriento de una naranja brilla!

Mas, dentro de este otoño, hay tanta primavera
en gérmenes; y es todo tan dulce y apacible,
que antes de abandonarlo, mi corazón quisiera,
oyendo el melodioso suspirar de la fuente
y soñando con una Lindaraja imposible,
sobre este viejo banco dormir eternamente...

Patio de Lindaraja, es un jardín situado en La Alhambra una ciudad palatina andalusí situada en Granada, España.

*** 

El poema de la carne

Cuando me dices: Soy tuya,
tu voz es miel y es aroma,
es igual que una paloma
torcaz que a su macho arrulla.

Sobre mi mano dormida
de tu nuca siento el peso,
mientras te sorbo en un beso
todo el fuego de la vida.

Cuando ciega y suspirante
tu cuerpo recorre una
convulsión agonizante,

adquiere tu faz inerte
bajo el blancor de la luna
la palidez de la Muerte.

*** 

El reloj

Tardes de Paz... Monotonía
de lluvia en las vidrieras...
Se extingue el humo gris del día...
¿En dónde están mis primaveras?

La lluvia es una fantasía,
de misteriosas encajeras...
Tú, que tejiste mi alegría,
¿tras qué cristal mi vuelta esperas...?

Lentas deslízanse en la alfombra
las tocas negras de la sombra;
viuda que no falta a la cita...

Igual que un pecho adormecido
el reloj tímido palpita...
¡Oh juventud! ¿Dónde te has ido...?

***

Elegía de la juventud

Sacar en hombros por mi puerta
miré ayer un ataúd,
donde entre flores iba muerta
     mi Juventud.

Perdida toda fuerza física
la vi en mis brazos expirar.
como una pobre novia tísica
     ¡de tanto amar!

Sobre su cuerpo, las postreras
rosas de otoño deshojé.
y entre recuerdos y quimeras
     la amortajé.

Para no ver su rostro amado
tendí un pañuelo por su faz.
y exclamé en lágrimas bañado:
     -¡descansa en paz!

Lenta la lluvia descendía...
La golondrina iba a partir...
Y hasta la brisa parecía
entre los árboles gemir.

Cármenes viejos de Granada,
en un crepúsculo otoñal,
vieron perderse en la enramada
     su funeral.

Almas sedientas de ideales
que tanto amó mi juventud...
¡Deshojar rosas otoñales
     en su ataúd!

Y tú, incansable peregrino.
que el mundo cruzas sin cesar,
¡si ves su entierro en tu camino,
     ponte a rezar!

Sacar en hombros por mi puerta
miré ayer tarde un ataúd,
donde entre flores iba muerta
     mi Juventud.

***

Eres como una ola...

Eres como una ola
de sombra que me envuelve,
y espumeando de amargura pasa,
y entre otras negras olas va a perderse...

¿Adónde vas?...
¿De dónde vienes?
¡Sólo sé que soy tuyo, que me arrastras!...
¡Y cuando tú me dejes,
vendrá acaso otra ola,
como tú ignota y como tú inconsciente,
y sin querer me arrastrará de nuevo
sin saber dónde va ni dónde viene!...

*** 

La sombra

¡Remansos del crepúsculo! Lejanos
amores de una copla campesina...
De los cielos desciende una divina
paz, sobre el sueño de los verdes llanos.

Vuelven a perfumar los sueños vanos,
y yo no sé qué angustia nos domina,
que se cierran los ojos, y se inclina
la frente, pensativa, entre las manos.

Por el azul magnífico del cielo,
sobre la frente que el dolor abrasa
y en las manos se apoya dolorida,

tiembla la sombra rápida de un vuelo...
-¡Esa sombra, mortal, que rauda pasa,
es la fugaz imagen de tu vida!

*** 

Las lágrimas sonoras de una copla...

Las lágrimas sonoras de una copla
con el perfume de la noche entran
por mi balcón, y todo cuanto duerme
en mi callado corazón despierta.

«¡Amor, amor, amor! Sangre de celos»,
gime la triste copla callejera:
blanca paloma herida que sangrando
a refugiarse a mis recuerdos llega.

¿Ya no recuerdas aquel rostro pálido,
las pupilas tan grandes y tan negras
que te hicieron odiar al amor mismo
y maldecir la vida y la belleza,
y amar el crimen y gustar la sangre
que tibia mana de la herida fresca?

Duerme ya, corazón... Se va la música
aullando de pasión por la calleja.

Y en la paz de la noche sólo late
el tiempo en el reloj que, lento, cuenta
las venturas perdidas para siempre
y los dolores que sufrir te quedan.

«¡Amor, amor, amor'. ¡Que nadie bese
lo que ni en sueños mi esperanza besa!
¡Antes que en brazos de otro amor, prefiero
entre mis brazos contemplarte muerta!