jueves, octubre 23, 2014

Julio Zaldumbide Gangotena, V

Julio Zaldumbide Gangotena

Nació en Quito el 5 de junio de 1833. Hijo legítimo de Felipa de Gangotena y Tinajero y de Ignacio Zaldumbide Izquierdo, miembro de la Sociedad del Quiteño Libre en 1833, combatió a lado del general José María Sáenz y fue asesinado a lanzadas después el combate de Pesillo, cuando estaba rendido. “Su nombre constituye baluarte de civismo y signo de la saña del elemento militar extranjero adueñado del país” quiteños. Ha sido un poeta romántico apesar de publicar solo dos folletos, uno político, sobre García Moreno y otro dedicado "A María". Dejó, sin embargo, una serie de poesías dispersas en periódicos y publicaciones menores. La obra de Zaldumbide es melancólica y revela un amoroso apego a la naturaleza y al paisaje.

«Me basta sentir como poeta; 
el ser tenido como tal me importa poco»

Madrigal

¿Qué dices, Laura, de esta flor? ¡Qué hermosos
sus pétalos en lustre y en color!
Mira con qué arte agrúpanse graciosos
del frágil tallo asidos al redor.

Empero, ve de un soplo disipada
tanta hermosura... ¡Efímero primor!
¿Qué ves ya de la flor? El tallo... nada,
porque en no habiendo pétalos, no hay flor.

Ahora, Laura, dime: ¿De qué el emblema
aquellas hojas y este tallo son?
¿De tu placer, de tu beldad suprema,
de tu inocencia o tu fugaz pasión?

No imagen tuya, Laura, esas caídas
hojas, y el despojado tallo son:
las hojas son mis ilusiones idas
y el tallo es mi desierto corazón.

***

Trova

Son tus ojos dos estrellas
que derraman luz y amores
celestial;
y luces entre las bellas,
como el lirio entre las flores
virginal.

Tú, la más linda en la danza,
tú, la de más gentileza,
más primor;
y puestas en la balanza
mil bellezas, tú belleza
la mejor.

Feliz aquel que se abrace
en la lumbre de tus ojos
seductores;
feliz quien su vida pase
en tributarte de hinojos
su amores;

y por ti viva gimiendo,
por ti viva suspirando,
por ti muera;
aunque se fuere volviendo
un sueño el bien que, soñando,
de ti espera:

que no han de ser duras penas
las que por ti en los amores
le vendrán,
y del amor las cadenas
pesadas no, mas de flores
le serán.

Dichoso quien de tu boca
suspire por solo un beso
de ambrosía,
y en la ilusión que él evoca,
sea tu sombra su embeleso,
noche y día.

Y de la noche a la aurora
de un alba a la otra, soñando,
crea cierto
que de hinojos te enamora,
y entre un sí y un no, temblando,
dude incierto:

que esa angustia que le prensa,
esa profunda zozobra
que le abisma,
tiene en sí su recompensa:
el dulce placer que cobra
de sí misma...

¡Oh, quien goce de tu amado
labio las sonrisas llenas
de consuelo,
podrá decir que ha gozado
en este valle de penas
todo un cielo!

Y aquel feliz que obtuviera
un beso en prenda inefable
de tu amor,
¡vive Dios! que no dijera
que la vida es yermo horrible
de dolor.

*****

Fragmentos

En los campos del éter las estrellas
son flores celestiales, y en el suelo
vosotras sois estrellas de colores.

Mayo en el huerto y en el cielo;
el cielo, rosas como estrellas:
el huerto, estrellas como rosas.

Mi lira, la voz templada tiene
sólo para el gemido...

¡Bella esperanza! cuando ya cercano
me hallare yo a la tumba apetecida,
mis ojos cerrará tu dulce mano,
y olvidaré el tormento de la vida.