sábado, agosto 30, 2014

Og Mandino

Og Mandino
El Milagro Más Grande Del Mundo
Memorándum de DIOS

Para: Ti 
De: DIOS

Pide consejo. Escucho tu lamento. Éste atraviesa la oscuridad, se filtra entre las nubes, se mezcla con la luz de las estrellas, y encuentra su camino hacia Mi corazón, montado en un rayo del sol. Me he angustiado al escuchar el lamento de una liebre atrapada en el cepo, por el gorrión que ha caído de su nido, por un niño que yace en una charca, o por el hijo que derrama su sangre en una cruz. Quiero que sepas que también te escucho. Quédate en paz. Quédate tranquilo. Tengo consuelo para tu pena, ya que conozco su causa, y su cura. Lloras por todos tus sueños infantiles que se han desvanecido con los años. Lloras por tu dignidad que ha sido corrompida por el fracaso. Lloras porque tu potencialidad ha sido cambiada por seguridad. Lloras por toda tu individualidad que ha sido pisoteada por la gente. Lloras por todo tu talento que ha sido desperdiciado por el mal uso. Te consideras desgraciado y te volteas aterrado a causa de la imagen que ves en el estanque. ¿Quién es esta mofa humana que te observa con insensibles ojos de vergüenza? ¿En dónde esta la gracia de tus modales, la belleza de tu figura, tu agilidad de movimientos, tu claridad de pensamiento, el esplendor de tu conversación? ¿Quién se robó tus bienes? ¿Conoces la identidad del ladrón, como la conozco yo? En una ocasión posaste la cabeza en una almohada de hierba en el campo de tu padre y observaste una catedral de nubes y supiste que, a su tiempo, todo el oro de Babilonia sería tuyo. En una ocasión leíste muchos libros y escribiste muchas cuartillas, convencido, sin temor a equivocarte, que igualarías y superarías toda la sabiduría de Salomón. Y las estaciones desembocarían en los años hasta la eternidad; serías el rey supremo en tu propio paraíso. ¿Recuerdas quién implantó en tu ser aquellos planes, sueños y semillas de esperanza? ¿No puedes recordarlo? ¿No recuerdas ese momento en el cual emergiste del vientre de tu madre y posé mi mano sobre tu suave frente? ¿Y el secreto que, murmure en tu pequeño oído cuando te concedí mis bendiciones? ¿Recuerdas nuestro secreto? No puedes recordarlo. El paso de los años ha destruido tus recuerdos, ya que ha llenado tu mente con el miedo, la duda, la ansiedad, el remordimiento, el odio, porque no hay lugar para los recuerdos agradables en donde habitan estas bestias. No llores más. Estoy contigo, y este momento es la línea divisoria de tu vida. Todo eso que ha tenido lugar antes, no fue más que un lapso parecido al que pasaste durmiendo en el vientre de tu madre. Lo pasado está muerto. Permite que los muertos entierren a sus muertos. En este día regresas de tu muerte viviente. Este día, al igual que Elías con el hijo de la viuda, me extiendo sobre ti tres veces y te devuelvo la vida. En este día, al igual que Eliseo, con el hijo de la sunamita, pongo mi boca sobre la tuya, mis ojos sobre los tuyos y mis manos sobre tus manos, y tu carne recobra el calor. En este día, al igual que Jesús en la tumba de Lázaro, te ordeno que salgas de tu sepultura para empezar una nueva vida. Este es tu aniversario. Esta es tu nueva fecha de nacimiento. Tu primera vida, al igual que en una obra de teatro, era solamente un ensayo. Esta vez el telón está subido. Esta vez el mundo observa y espera para aplaudir. Esta vez no fallarás. Enciende tus velas. Comparte tu pastel. Sirve el vino. Has renacido. Al igual que una mariposa al salir de su crisálida, volarás, vuela tan alto como desees, y ni las avispas, ni las libélulas, ni las cadenas de la humanidad obstaculizarán tu misión o búsqueda de las verdaderas riquezas de la vida. Siente mi mano sobre tu cabeza. Atiende a mi sabiduría. Déjame compartir contigo, otra vez, el secreto que escuchaste a la hora de tu nacimiento y que has olvidado. Tú eres el milagro más grande. Eres el milagro más grande del mundo. Ésas fueron las primeras palabras que escuchaste. Después lloraste. Todos lloran. Entonces no me creíste, y nada que corrija tu incredulidad ha pasado en los años intermedios.  ¿Cómo podrías ser un milagro cuando te consideras un fracaso hacia las tareas más sencillas? ¿Cómo puedes ser un milagro cuando tienes poca confianza para manejar la más trivial de las responsabilidades? ¿Cómo es posible que seas un milagro cuando llega a estremecerte la duda y permaneces alerta sobre cómo obtener el alimento de mañana? Es suficiente. La leche que se derrama es amarga. Sin embargo, ¿cuántos profetas, cuántos sabios, cuántos poetas, cuántos artistas, cuántos compositores, cuántos científicos, cuántos filósofos y mensajeros he enviado para que te hablaran de tu divinidad, de tu potencialidad para asemejarte a mí y los secretos para lograrlo? ¿Cómo les trataste? Sin embargo, te sigo amando y estoy contigo ahora a través de éstas palabras, para cumplir con el profeta que anuncia que el Señor posará nuevamente su mano, por segunda ocasión, para recuperar los indicios de su pueblo. He posado mi mano nuevamente. Esta es la segunda vez. Eres mi indicio. Es inútil preguntar, ¿No sabías, no escuchaste, no se te dijo desde el principio? ¿No entendiste la creación de la Tierra? No has sabido; no has escuchado; no has entendido. Se te ha dicho que eres una divinidad en desgracia, un dios que juega a hacer el tonto. Se te ha dicho que eres una pieza especial del trabajo, noble en razón, infinito en facultades, expreso y admirable en forma y movimiento igual que un ángel en acción, como un dios encarcelado. Se te ha dicho que eres la sal de la tierra. Se te dio hasta el secreto para mover montañas, para realizar lo imposible. No le creíste a nadie. Quemaste tu mapa de la felicidad; abandonaste tu derecho a tener paz mental; apagaste las velas que habían sido colocadas a lo largo de tu ruta hacia la gloria, y después vacilaste, perdido y aterrado, en la oscuridad de la futilidad y la autocompasión, hasta que caíste en el infierno que era tu propia creación. Entonces lloraste y golpeaste tu pecho y maldijiste la suerte que se había adueñado de ti. Rehusaste aceptar las consecuencias de tus propios pensamientos mezquinos e insignificantes acciones, y buscaste un chivo expiatorio a quien culpar de tu fracaso. ¡Con cuánta rapidez lo encontraste! ¡Me culpaste a mí! ¡Gritaste que tus defectos, tus mediocridades, tu falta de oportunidad, tus fallas, eran la voluntad de DIOS! ¡Estabas equivocado! Hagamos un inventario. Primero hagamos la cuenta de tus defectos. ¿Como voy a pedirte que construyas una nueva vida si no cuentas con las herramientas?
Cuenta tus dones.
¿Estás ciego? ¿Sale y se mete el sol sin que tú lo atestigües? ¡No! ¡Claro que puedes ver! y los cien millones de receptores que deposité en tus ojos te permiten gozar de la magia de una hoja, de un copo de nieve, de un estanque, una águila, un niño, una nube, una estrella, una rosa, el arco iris, y la mirada del amor. Anota un don.
¿Estás sordo? ¿Puede reír o llorar un bebé sin que te des cuenta? ¡No! ¡Claro que puedes oír! y los veinticuatro mil filamentos que puse en cada uno de tus oídos vibran con el viento de la arboleda, con las mareas que chocan contra las rocas, con la majestuosidad de una ópera, con el canto de un petirrojo, con el juego de los niños, y con la palabra “te amo”. Anota otro don.
¿Eres mudo? ¿Se mueven tus labios y solo emiten saliva? ¡No! ¡Claro que puedes hablar! ninguna otra de mis criaturas puede hacerlo, y tus palabras pueden calmar al enojado, animar al abatido, estimular al cobarde, alegrar al triste, acompañar al solitario, premiar al valeroso, alentar al vencido, enseñar al ignorante, y decir “te amo”. Anota otro don.
¿Estás paralítico? ¿Ocasiona tu invalidez que te despojen de tu tierra? ¡No! ¡Claro que te puedes mover! No eres un árbol condenado a una pequeña porción de tierra, mientras el mundo y el viento abusan de ti. Puedes pasear, correr, bailar y trabajar, ya que dentro de tu ser he diseñado quinientos músculos, doscientos huesos y siete mil nervios que están sincronizados para obedecerte. Anota otro don.
¿Ni amas ni te aman? ¿Te oprime la soledad día y noche? ¡No! ¡Jamás! Ahora conoces el secreto del amor, que consiste en que para recibir amor debe entregarse sin reciprocidad. Amar por satisfacción u orgullo, no es amar. El amor es un regalo por el cual no se exige nada a cambio. Ahora sabes que el amar sin egoísmo es tu recompensa. Y aún cuando el amor no sea devuelto no está perdido, ya que el amor que no es recíproco regresará a ti y ablandará y purificará tu corazón. Anota otro don. Cuenta doble.
¿Es débil tu corazón? ¿Tiene que luchar y esforzarse para mantenerte con vida? ¡No! ¡Tu corazón es fuerte! Pon tu mano sobre el pecho y siente su ritmo, bombeando hora tras hora, día y noche, treinta y seis millones de latidos al año, año tras año, despierto o dormido, impulsando la sangre a través de cien mil kilómetros de venas, arterias, y que llevan más de dos millones de litros de sangre al año. El hombre jamás fue creado como una máquina. Anota otro don.
¿Estas enfermo de la piel? ¿Las personas se vuelven horrorizadas cuando te acercas? ¡No! Tu piel esta limpia y es una maravillosa creación que solo necesita que la cuides con jabón, aceite, cepillo y cariño. Con el tiempo todas las armaduras se oxidarán y aherrumbrarán, no así tu piel. Finalmente, hasta el más fuerte de los metales se deteriorará por el uso, más no la cubierta que he creado a tu alrededor. Se renueva constantemente; las células viejas son remplazadas por las nuevas, de igual forma que tu viejo ser es remplazado por el nuevo. Anota otro don.
¿Se están desbaratando tus pulmones? ¿Lucha un aliento de vida por poder entrar en tu cuerpo? ¡No! Las puertas a la vida, te sostienen hasta en el más vil de los ambientes que tú has creado, y trabajan siempre para filtrar el oxígeno que da la vida a través de seiscientos millones de alvéolos que se encargan de librar a tu cuerpo de los desperdicios gaseosos. Ahora, anota otro don.
¿Esta envenenada tu sangre? ¿Esta diluida por el agua y la supuración? ¡No! En tus cuatro litros de sangre existen veintidós millones de células sanguíneas y dentro de cada célula existen millones de moléculas, y dentro de cada molécula hay un átomo que oscila más de diez millones de veces por segundo. Cada segundo mueren dos millones de tus células sanguíneas para ser remplazadas por dos millones más en una resurrección que ha continuado desde el día de tu nacimiento. De la forma en que esto ha sucedido siempre en tu interior, sucede ahora en tu exterior. Anota otro don.
¿Eres retrasado mental? ¿No puedes pensar por ti mismo? ¡No! Tu cerebro es la estructura más compleja del universo. Lo se. Dentro de sus mil o más gramos hay trece mil millones de células nerviosas, más de tres veces más células que personas habitan tu planeta. Para ayudarte a archivar cada percepción, cada sonido, cada sabor, cada olor, cada acción realizada por ti desde el día en que naciste, he implantado en tus células más de mil trillones de moléculas proteicas. Todos los sucesos de tu vida se encuentran ahí esperando a que los recuerdes. Y, para ayudar a tu cerebro en el gobierno de tu cuerpo, he dispersado en tu organismo cuatro millones de estructuras sensibles al dolor, quinientos mil detectores táctiles y más de doscientos mil detectores de temperatura. Ninguna nación protege sus reservas de oro mejor de lo que tú estás protegido. Ninguna de sus antiguas maravillas está mejor protegida que tú. Tú eres mi creación más fina. Dentro de tu ser existe la suficiente fuerza atómica para destruir cualquiera de las grandes naciones de tu mundo, y también para reconstruirla.
¿Eres pobre? ¿No posees oro ni plata? ¡No! ¡Eres rico! Hemos contado juntos tu riqueza. Analiza la lista. Vuelve a contar. ¡Tasa tus bienes! ¿Por qué te has traicionado? ¿Por qué gritaste que todos los dones de la humanidad te habían sido negados? ¿Por qué te engañaste pensando que eras débil para cambiar tu vida? ¿Careces de talento, sentidos, capacidades, placeres, instintos, sensaciones y orgullo? ¿Por qué te arrastras en las sombras, como un gigante derrotado, esperando sólo el trasporte hacia la vacía y húmeda bienvenida del infierno? Tienes demasiadas cosas. Tus dones se derraman de tu copa y tú has sido negligente con ellos, como un niño echado a perder por los lujos, debido a que los he implantado en ti con regularidad y generosidad. Contéstame. Contéstate a ti mismo. ¿Qué hombre rico, viejo o joven, retardado o inútil no cambiaría todas sus riquezas por los dones que tú has tratado tan a la ligera?
Conoce entonces el primer secreto de la felicidad y el éxito, que posees aún ahora, todos los dones necesarios para obtener la gran gloria. Esos son tus tesoros, tus herramientas con las cuales construir, empezando hoy, la base para una nueva y mejor vida. Por lo tanto, haz como te digo; cuenta tus dones y está consciente de que eres mi creación más grande. Ésta es la primera ley que debes obedecer para realizar el milagro más grande del mundo, el regreso de la muerte viviente a tu humanidad. Y agradece las lecciones aprendidas de la pobreza. El pobre no es el que tiene poco, sino el que desea mucho, y la verdadera seguridad descansa no en las cosas que uno posee sino en las cosas que puede hacer sin ellas. ¿Dónde están los defectos que ocasionaron tu fracaso? Sólo existen en tu mente. 
Proclama tu individualidad.
Y la segunda ley se parece a la primera. Ten conciencia de tu individualidad. Te has condenado a una fosa común, y ahí permaneces, incapaz de perdonar tu propio error, destruyéndote con odio hacia tu ser, autoincriminación, repulsión hacia los crímenes que has cometido contra ti y contra otros. ¿No estás perplejo? ¿No te preguntas por qué soy capaz de perdonar tus faltas, tus trasgresiones, tu vergonzoso comportamiento, aún cuando tú no puedes perdonarte? Ahora me dirijo a ti por tres razones. Me necesitas. No eres una horda de destrucción dentro de una masa gris de mediocridad. Y, eres una gran rareza. Analiza una pintura de Rembrandt, o un bronce de Degas o un violín de Stradivarius o una obra de Shakespeare. Son de mucho valor por dos razones: sus creadores eran maestros y son pocos en cantidad. Sin embargo, existe más de uno en cada especialidad. Siguiendo este razonamiento, eres el tesoro más valioso en la superficie de la tierra, pues sabes quien te creó y no hay nadie como tú. Nunca ha habido entre los setenta mil millones de seres humanos que han caminado sobre el planeta desde que éste fue creado, un ser que haya sido exactamente igual a ti. Nunca, hasta el fin del mundo, habrá otro igual a ti. No has mostrado conciencia o aprecio de tu individualidad. Mas, eres una creación única en el mundo. De tu padre emanaron en su momento de amor supremo, un sinnúmero de semillas de amor, más de cuatrocientos millones. Todas ellas, mientras nadaban dentro de tu madre, entregaron el alma a DIOS y murieron. ¡Todas, excepto una! ¡Tú! Sólo tú perseveraste dentro del amoroso calor del cuerpo de tu madre, buscando tu otra mitad, una sola célula de tu madre, tan pequeña que se necesitarían más de dos millones de estas para llenar una bellota. Sin embargo, a pesar de las imposibilidades, y el vasto océano de oscuridad y desastre, perseveraste, encontraste la célula infinitesimal, te uniste a ella y empezó una nueva vida. ¡Tu vida! Llegaste, trayendo contigo, como lo hacen todos los niños, el mensaje que dice que no me he desilusionado del hombre. Dos células, ahora unidas en un milagro. Dos células, cada una con veintitrés cromosomas y en cada cromosoma cientos de genes que regirán cada característica tuya, desde el color de tus ojos hasta el encanto de tus modales y el tamaño de tu cerebro. Con todas las combinaciones bajo mi gobierno, empezando por ese espermatozoide solitario de entre cuatrocientos millones, de tu padre, hasta con los cientos de genes en cada uno de los cromosomas de tus padres podría Yo haber creado trescientos billones de seres, siendo cada uno diferente. ¿Pero, a quien creé? ¡A ti! ¡Único en su clase! ¡Único entre los únicos! Un premio sin precio, poseedor de cualidades en mente, habla, movimiento, apariencia y acciones que nunca tuvo otro ser que haya vivido, viva o viviere. ¿Por qué te has valorado en centavos cuando tu valor es comparable a la riqueza de un rey? ¿Por qué escuchaste a quienes te menospreciaron? y, peor aún, ¿Por qué les creíste? Recuerda. No sigas escondiendo tu individualidad en la oscuridad. Sácala. Muéstrala al mundo. Esfuérzate por no caminar como tu hermano, ni  hablar como habla tu dirigente, ni trabajar como trabaja el mediocre. Nunca hagas lo que otro. Nunca imites a nadie. Como ya sabes, no debes imitar al malo, pues el que lo imita, siempre lo supera, mientras que quien imita al bueno siempre se queda corto. No imites a nadie. Sé tú mismo. Muestra al mundo tu individualidad y él te bañará en oro. Ésta es, pues, la segunda ley. Proclama tu individualidad.
Y ahora has recibido dos leyes. ¡Cuenta tus dones! ¡Proclama tu individualidad! No tienes trabas. No eres mediocre. Haces una señal afirmativa. Fuerzas una sonrisa. Admites tu propia decepción.
Camina otro kilómetro
¿Y tu próxima queja? ¿La oportunidad nunca te busca? Acepta el consejo, y esto pasará, ya que ahora te doy la ley del éxito en todo. Hace muchos siglos se dio esta ley a tus antepasados desde la cima de una montaña. Algunos siguieron la ley y se salvaron; sus vidas estaban llenas con el fruto de la felicidad, el cumplimiento, el oro y la paz mental. La mayoría no escuchó, ya que buscaba medios mágicos, rutas tortuosas, o esperó a que el demonio llamado suerte le mandara las riquezas de la vida. Esperó en vano, igual que tú esperaste, y después lloró, del mismo modo que tú, culpándome por su falta de suerte. Esta ley es sencilla. Joven o viejo, mendigo o rey, blanco o negro, hombre o mujer, todos pueden utilizar el secreto en provecho propio, ya que de todas las normas, pláticas y escritos sobre el éxito y cómo lograrlo, solamente un método nunca ha fallado, si alguien te pide que le acompañes a caminar un kilómetro, acompáñalo dos. Entonces, esta es la tercera ley, el secreto que producirá riquezas y te proyectará más allá de tus sueños. ¡Sigue adelante otro kilómetro! El único medio cierto de triunfar es rendir más y mejor de lo que se espera de ti, sin importar de que se trate. Éste es un hábito seguido por todas las personas de éxito desde el principio de los tiempos. Por lo tanto, te digo que el camino más seguro para condenarte a la mediocridad es realizar solamente el trabajo por el que se te paga. No pienses que te están engañando si rindes más de lo que se te paga, ya que hay un péndulo para toda la vida y lo que trabajes, si no te es recompensado ahora, lo será mañana multiplicado por diez. El mediocre nunca camina otro kilómetro, ya que piensa que no vale la pena seguir adelante. Pero tú no eres mediocre. Caminar otro kilómetro es un privilegio del que debes apropiarte por iniciativa propia. No puedes, no debes evitarlo. El descuido de sólo hacer lo que hacen los demás, y la responsabilidad de tu fracaso son únicamente tuyos. Ya no puedes seguir recibiendo solamente la compensación que en principio será entregada, sin sufrir la pérdida de la recompensa. La causa y el efecto, medios y fines, semilla y fruto, no pueden estar separados. El efecto es la causa, el fin preexiste en los medios y el fruto está siempre en la semilla. Camina otro kilómetro. No te preocupes por ti mismo, si sirves a un amo desagradecido, sírvelo más. Y en lugar de él, deja que sea Yo el que está endeudado contigo, y así sabrás que cada minuto, cada servicio extra, será remunerado. Mientras mayor sea el pago retenido, mejor será para ti, y el interés compuesto en el interés compuesto es el beneficio más grande de la ley. No puedes ordenar el éxito, sólo puedes merecerlo, y ahora conoces el gran secreto necesario para merecer su extraña recompensa. ¡Camina otro kilómetro! ¿En dónde se encuentra el campo desde el cual gritaste que no existía una oportunidad? ¡Observa! Mira a tu alrededor. Ve que, en donde sólo ayer te revolcabas en la autocompasión, ahora caminas erguido sobre una alfombra de oro. Nada ha cambiado, excepto tú, pero tú lo eres todo. Eres mi milagro más grande. Eres el milagro más grande del mundo.
Y ahora las leyes de la felicidad y el éxito son tres. ¡Cuenta tus dones! ¡Proclama tu individualidad! ¡Camina otro kilómetro! Sé paciente con tu progreso. Para contar tus dones con gratitud, para proclamar tu individualidad con orgullo, para caminar un kilómetro más y después otro, estos actos no pueden hacerse en un abrir y cerrar de ojos. Pues lo que obtienes con mayor dificultad, lo retienes durante más tiempo; como aquellos que ganan una fortuna trabajando son más cuidadosos con ella que aquellos que la heredan. Y no temas entrar a tu nueva vida. Toda adquisición noble se obtiene con sus riesgos. Quien teme encontrar algo, no debe esperar obtener lo otro. Ahora sabes que eres un milagro. Y no existe el temor en un milagro. Sé orgulloso. No eres un capricho momentáneo de un creador descuidado que hace experimentos en el laboratorio de la vida. No eres un esclavo de fuerzas que no puedes comprender. Eres una manifestación libre, de mi ser, de mi amor. Fuiste creado con un propósito. Siente mi mano. Escucha mis palabras. Me necesitas, y yo te necesito. Tenemos un mundo que reconstruir, y si se necesita de un milagro, ¿Qué es eso para nosotros? Ambos somos milagros y ahora nos tenemos el uno al otro. Jamás he perdido la fe en ti desde aquel día en que por primera vez te salvé de la ola gigantesca y te arrojé desamparado sobre la playa. De la forma en que mides el tiempo, esto tuvo lugar hace más de quinientos millones de años. Hubo muchos modelos, muchos cortes, muchas tallas antes de que alcanzara la perfección en ti, hace más de treinta mil años. No he hecho un esfuerzo posterior para mejorarte en las últimas fechas. ¿Pues cómo voy a mejorar un milagro? Eras una maravilla que contemplar y me sentía satisfecho. Te di este mundo y el dominio sobre él. Después, para que fueras capaz de alcanzar el máximo de tu potencial, posé mi mano sobre ti, una vez más, y te doté de poderes desconocidos para todas las demás criaturas, del universo, aun hasta hoy.
Te di el poder de pensar.
Te di el poder de amar.
Te di el poder de determinar.
Te di el poder de reír.
Te di el poder de imaginar.
Te di el poder de crear.
Te di el poder de planear.
Te di el poder de hablar.
Te di el poder de orar.
Mi orgullo es que no conocías ataduras. Eras mi creación última, mi mayor milagro. Un ser vivo completo. Uno que puede adaptarse a cualquier clima, a cualquier trabajo pesado, a cualquier desafío. Uno que puede crear su propio destino sin ninguna interferencia por mi parte. Uno que puede traducir cualquier sensación, o percepción, no por el instinto, sino mediante el pensamiento y el análisis en cualquier acción que sea mejor para él y para toda la humanidad. 
El Poder De Elección
Así pues, llegamos a la cuarta ley del éxito y la felicidad, ya que te di un poder más, un poder tan grande que ni los ángeles lo poseen. Te di, el poder de elección. Con este regalo te situé por encima de mis ángeles, ya que los ángeles no son libres para escoger el pecado. Te di dominio total sobre tu propio destino. Te dije que determinaras por ti mismo tu propia naturaleza de acuerdo con tu propia voluntad. No siendo ni divino ni terrestre por naturaleza fuiste libre de modelarte en la forma en que prefirieras. Poseías el poder de elección para degenerar en la forma más baja de vida, pero también tenías el poder, fuera del juicio de tu alma, de renacer en la forma más elevada, que es divina. Nunca te he quitado tu gran poder, o sea, el de elección. ¿Qué has hecho con esta tremenda fuerza? Mírate. Piensa en las elecciones que has hecho en tu vida y recuerda, ahora, aquellos amargos momentos en los que caerías de rodillas si tan sólo tuvieras la oportunidad de elegir nuevamente. Lo pasado, pasado está, y ahora conoces la cuarta gran ley para la felicidad y el éxito, usa sabiamente tu poder de elección.
Elige amar, en lugar de odiar.
Elige reír, en lugar de llorar.
Elige crear, en lugar de destruir.
Elige perseverar, en lugar de renunciar.
Elige alabar, en lugar de criticar.
Elige curar, en lugar de herir.
Elige dar, en lugar de robar.
Elige actuar, en lugar de aplazar.
Elige crecer, en lugar de consumirte.
Elige bendecir, en lugar de blasfemar.
Elige vivir, en lugar de morir.
Ahora sabes que tus desventuras no eran mi voluntad, ya que todos los poderes empleados sobre ti, y el montón de acciones y pensamientos que te situaron en el rechazo de la humanidad eran lo que tú hacías, no Yo. Mis regalos de poder eran demasiado grandes para tu pequeña naturaleza. Ahora te has vuelto grande y sabio, y los frutos de la tierra serán para ti. Eres algo más que un ser humano, eres un ser humano digno. Eres capaz de realizar maravillas. Tu potencialidad es ilimitada. ¿Cuál otra de mis criaturas ha dominado al fuego? ¿Cuál otra de mis criaturas ha conquistado la gravedad; ha caminado por los cielos; ha dominado la enfermedad, la peste y la sequía? ¡Nunca menosprecies nuevamente a tu persona! ¡No te rebajes por las cosas insignificantes de la vida! ¡Nunca ocultes tus talentos, de ahora en adelante! Recuerda al niño que dijo: "Cuando sea un niño grande". ¿Pero qué es eso? Los niños grandes dicen: "Cuando crezca". Y los adultos dicen: "Cuando me case". Pero, después de todo, ¿Qué es estar casado? El pensamiento entonces cambia a: "Cuando me jubile". Y entonces, llega la jubilación y observa el panorama de lo hecho; un viento helado pasa sobre todo eso y de alguna forma lo ha perdido y se ha ido. Disfruta este día, hoy, y mañana, disfrútalo mañana. Has realizado el milagro más grande del mundo. Has regresado de la muerte viviente. Nunca más sentirás autocompasión y cada nuevo día será un desafío y una alegría. Has nacido nuevamente, pero igual que antes puedes elegir entre el fracaso y la desesperación o el éxito y la felicidad. La elección es tuya. La elección es exclusivamente tuya. Yo solamente puedo observarte, como antes, orgulloso, o apenado. 
Recuerda entonces las cuatro leyes de la felicidad y el éxito. Anota tus dones. Proclama tu individualidad. Camina otro kilómetro. Usa sabiamente tu poder de elección. Y algo más, para complementar las otras cuatro leyes. Haz todo con amor, amor por ti, amor por otros y amor por Mí. Seca tus lágrimas. Sal, toma mi mano y mantente erguido. Permíteme quitarte las mortajas que te atan. Este día ha sido notificado: Tú eres el milagro más grande del mundo.

sábado, agosto 23, 2014

Virginia Satir

Virginia Satir 
(26 de junio de 1916 - 10 de septiembre de 1988) 
fue una notable autora y psicoterapeuta estadounidense, 
conocida especialmente por su enfoque de terapia familiar. 

Quiero amarte...

Quiero amarte sin absorberte,
apreciarte sin juzgarte,
unirme a tí sin esclavizarte,
invitarte sin exigirte,
dejarte sin sentirme culpable,
criticarte sin herirte
y ayudarte sin menospreciarte.

Si puedes hacer lo mismo por mí ...
nos habremos encontrado.

***

Yo Soy Yo

En todo el mundo, no hay nadie como yo.
Hay personas que tienen algo en común
conmigo, pero nadie es exactamente como yo.

Por lo tanto, todo lo que surge de mi
es verdaderamente mío
porque yo sola lo escogí.

Soy dueña
de todo lo que me concierne

De mi cuerpo,
incluyendo todo lo que hace;

De mi mente,
incluyendo todos su pensamientos e ideas:

De mis ojos, 
incluyendo las imágenes de todo lo que contemplan;

De mis sentimientos, sean lo que sean,
ira, gozo, frustración,
amor, desilusión, excitación;

De mi  boca
y todas las palabras que de ella salen,
corteses, tiernas o rudas,
correctas o incorrectas;

De mi voz,
fuerte o suave,

y todas mis acciones
ya sean para otros o para mí misma.

Soy dueña de mis fantasías,
mis sueños, mis esperanzas, mis temores.

Soy dueña de todos mis triunfos y logros,
de todos mis fracasos y errores.

Como soy dueña de todo mi yo,
puedo llegar a conocerme íntimamente.

Al hacerlo, puedo amarme,
y ser afectuosa conmigo en todo
lo que me forma.
Puedo así hacer posible que todo lo que soy
trabaje para mi mejor provecho.

Sé que hay aspectos de mi misma
que me embrollan,
y otros aspectos que no conozco.

Mas, mientras siga siendo afectuosa
y amorosa conmigo misma,
valiente y esperanzada,
puedo buscar las soluciones a los embrollos
y los medios para llegar a conocerme mejor.

Sea cual sea mi imagen visual y auditiva,
diga lo que diga, haga lo que haga
piense lo que piense y sienta lo que sienta
en un instante del tiempo
esa soy yo.

Esto es real y refleja dónde estoy
en ese instante del tiempo.

Más tarde, cuando reviso cuál era mi imagen
visual y auditiva, qué dije y qué hice,
qué pensé y qué sentí,
quizás resulte que algunas piezas no encajen.

Puedo descartar lo que no encaja
y conservar lo que demostró que sí encaja.
e inventar algo nuevo en vez de lo que descarté.

Puedo ver, oír, sentir, pensar, decir y hacer.

Tengo las herramientas para sobrevivir;
para estar cerca de otros,
para ser productiva,
y para encontrar el sentido y el orden del mundo
formado por la gente y las cosas que me rodean.

Soy dueña de mí misma
y por ello puedo construirme.

Yo soy yo
y estoy bien.

***

Las cinco libertades:

La libertad de ver y oír lo que hay,
en lugar de esperar lo que debería ser, lo que era, o lo que será.

La libertad de decir lo que siento y pienso,
en lugar de decir lo que pienso que debería decir.

La libertad de sentir lo que siento,
en lugar de sentir lo que creo que debería sentir.

La libertad de pedir lo que quiero,
en lugar de esperar el consentimiento ajeno.

La libertad de correr mis propios riesgos
en lugar de conformarme con la seguridad.

***

Conexión con uno mismo y con otros.

Concédete el permiso y la libertad 
de conectarte íntimamente
con cada una de tus partes; con todas tus partes.

Siéntete como eres: 
libre de tener opciones; 
libre de usarlas libre y creativamente.  
Acepta y reconoce que lo que hayas hecho en el pasado 
fue lo mejor que pudiste hacer 
con tus conocimientos de entonces. 
Tus acciones reflejaron tu conciencia. 
Y mientras avanzas 
aceptando y con interés por profundizar tus conocimientos 
de ti mismo y del mundo 
estarás haciendo mejores conexiones con tus partes interiores 
y mejores conexiones en tus vínculos con los demás. 
Estarás mejor conectado contigo mismo 
y en medio de esta conexión adulta, amorosa y productiva 
podrás establecer conexiones más sabias y productivas 
con el mundo que te rodea.

sábado, agosto 16, 2014

Otto René Castillo, I

Otto René Castillo
http://www.ottorenecastillo.org/


(Quetzaltenango, 25 de abril de 1936 – 23 de marzo de 1967)

Otto René Castillo, conocido como "el poeta del pueblo" o "el poeta guerrillero", nació en la ciudad de Quetzaltenango, al oeste del país, en abril de 1936, y partió por primera vez al exilio en 1954, luego del derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz, perpetrado con el apoyo del gobierno de los Estados Unidos.
En 1966 se incorporó a las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), una de las cuatro organizaciones guerrilleras que enfrentaron a las fuerzas de seguridad del Estado en una guerra interna que se prolongó durante 36 años (1960-1996).
Según diversas investigaciones, Castillo y su conviviente, fueron capturados en la Sierra de las Minas, Zacapa, y "brutalmente torturados" por sus captores en el interior de una base militar, entre el 17 y el 23 de marzo de 1967, junto a otro grupo de rebeldes, fueron quemados vivos a la edad de 31 años.
De la amplia obra literaria de Castillo, de la cual se desprenden igual versos revolucionarios como de amor y desamor, destaca el poema "Vamos patria a caminar, yo te acompaño" , el cual, según testigos, era declamado por sus verdugos mientras lo torturaban.
Otto René Castillo dio la vida por su patria y la libertad.
Las palabras del poeta eran como un búho agorero que no cesaba de quejarse desde su rama; era una insoportable ave rapaz en la noche que impedía dormir tranquilamente a los asesinos. 
Alguna vez, los hombres prácticos se preguntarán si en las guerras sirve de algo matar a un poeta. Fusilaron a Federico García Lorca y a Roque Dalton; mataron con tormentos sicológicos a Miguel Hernández, a Boris Pasternak, a cientos más. Peor todavía, ¿sirve de algo matarlos de una manera tan cruel como lo hicieron con Otto René Castillo en 1967? 
Los poetas, según dice la gente y los viejos diccionarios, cantan al amor; son inofensivos animales del bosque que amenizan los amaneceres. Podrían recitar, por ejemplo, un bello poema como este: 

“El antepasado
más antiguo

que tengo
es el amor
Lo sé bien.
Cuando se besaron
los primeros enamorados de la tierra,
se le estaba poniendo
nombre a mis labios.
Y comenzaba
la biografía
de este dolor
que no concluye”. 
(El antepasado más antiguo).

La poesía, tal como la suponen los cánones conservadores, es “el más bello sentimiento del alma”. Entonces, a un poeta “se le permite” profundizar, incluso filosofar, si es que tiene talento para ello, tal como se lee en este fragmento: 

“Los enamorados
que ahora se besan,

todavía no saben
que tendrán
que separarse muy pronto.
Los enamorados
que aún no se han encontrado,
ignoran
que pronto creerán
haberse hallado
para todos los tiempos.
Pobres
los que ya se encontraron,
ahora tendrán
que separarse.
Pobres,
los que aún no se han hallado,
ahora tendrán
que continuar esperando” 
(Acontece así, enamorados).

Puede que tales cantos hayan sido del beneplácito de los oficiales del Ejército guatemalteco de los años 1960 —suponiendo que tuvieran algún gusto por la poesía—. Es más, quizá fueron leídos con simpatía por los presidentes militares, la CIA, el Departamento de Estado de Estados Unidos que impulsó el conflicto armado de 36 años en nuestro país. Pero cuando las palabras de ese poeta se tornan el canto de un búho, o se convierten en el aullido de un lobo cuyo lamento nocturno les dice, penetrando los tejados de la conciencia: 

“Cinco estudiantes como gorriones sin alashicieron una ronda al corazón ciudadano,cayendo, asesinados, de la frente a los pies,creciendo desde la muerte al infinito.Ahora digo,¡Traidores, hombres sin hombría, cobardes!¿Estáis locos para asesinar la eternidad?¡Pronto vendrá vuestro día, desgraciados!” (de Asesinados en junio).

O qué tal estos improperios, lanzados con evidente saña sobre las buenas conciencias: 

“Suceden cosas
tan extrañas

en mi pequeño país,
que si de verdad
hubiera cristianos
creerían,
sin duda,
en la muerte
auténtica de Dios.” 
(de La tumba de Dios)

Entonces, salieron a buscarlo. Era más fácil matar a un lobo; urgía balear al búho prendido a la rama de la conciencia. Y mataron a Otto René Castillo, en la base militar de Zacapa, en marzo de 1967. 
En él se cumple la máxima de Miguel Ángel Asturias, para quien el poeta “es una conducta moral”, pues consecuente con sus ideas revolucionarias, un día de 1966 decidió que se haría combatiente guerrillero y se integró a las Fuerzas Armadas Rebeldes. Antes de dar ese paso, ya tenía una trayectoria académica, poética y política en países como México, Alemania, Hungría, Checoeslovaquia, Chipre y El Salvador. La experiencia adquirida lo colocaba frente a las tres copas que suelen ser las más codiciadas por los escritores de mundo: la fama, el éxito y la gloria. Solo tenía que extender la mano. Ya había bebido de las dos primeras, pero ambas no sirven para nada —pues éxito y fama los tuvieron también personajes como Hitler—, mas la gloria está reservada para otros. 
Y Otto René pudo seguir un rumbo glorioso por Europa, continente que —en aquel entonces— era un océano literario que garantizaba el ascenso de los buenos escritores hacia premios importantes. 
El éxito le había llegado desde joven. En 1956, tenía 20 años y ganó el premio Autonomía, de la Universidad de San Carlos de Guatemala, con su poema "Vámonos patria a caminar". A ese galardón le siguió el de 1957, con el Premio Internacional de Poesía de Budapest. Ese año, la Universidad de San Carlos le concedió el premio Filadelfo Salazar, por sus altos méritos estudiantiles, que consistió en una beca para estudiar en la República Democrática Alemana. Viajó a ese país en 1958, a estudiar germanística en la Universidad Karl Marx de Leipzig. En 1962, en Berlín, junto a otros jóvenes aprendió técnicas para hacer documentales con el cineasta holandés Joris Ivens. 
Su futuro se avizoraba brillante. Decidió, sin embargo, escribir menos y actuar más; lo hizo por un auténtico amor a esta patria. Fue asesinado junto con la también combatiente Nora Paiz y 13 campesinos acusados de colaborar con la guerrilla. Fue torturado durante cinco días, después, lo quemaron vivo. La misma suerte corrió Paiz. Se dice que, a Otto René, un oficial del Ejército le cortó partes de la piel con una hoja de afeitar amarrada a un bambú, en tanto se burlaba de él y le leía su propio poema: 

“Yo beberé tus cálices amargos. 
Yo me quedaré ciego para que tengas ojos. 

Yo me quedaré sin voz para que tú cantes.”

Pero ni muerto el lobo cesaron los lamentos, ni el búho terminó la voz de la conciencia; tampoco muerto el poeta concluyó su obra. La hermana mayor de Otto René, Zoila Castillo, publicó en 1979 su poesía en un libro titulado "Informe de una injusticia". En una parte, nos dice Otto: 

“Nada es más invencible que la vida
su viento infla nuestras velas”. 

Larga vida a sus palabras, que hoy flotan en la eternidad.



de: Patria, Mi Amor

Patria, Mi Amor

Todo 
el amor del mundo 
está en mis labios
cuando te beso,
cuando caigo a tu alma
como una estrella ciega 
a la noche de un viudo.

Óyelo, míralo, pálpalo.

Es la secreta reunión
de tus enamorados
en el fondo de mi saliva.

Todos
los besos del amor 
se reúnen en mi boca
y en la tuya 
todo el amor, 
toda la vida!

Sea
siempre mi amor
tu compañía.
Que 
nunca falte mi amor
en tus cimientos.
Álzate
firme sobre 
él,
patria
con tus descalzos pies,
llenos de lodo y de caminos!

***

Lluvia

¡Oh lloviznas de mi infancia,
antiguas, dulces camaradas mías!

I.

Hoy llueve largo,
el agua ha tendido su párpado
sobre la redonda pupila terrestre
y hay un subsueño acuático, difuso,
en cuyo labio más remoto navegan
cinco barcos de papel sin marineros.

Hoy llueve extenso,
el agua quiebra su delgada cintura
en las manos sedientas de la tierra,
estableciendo en su inmenso territorio
un recuerdo ambiguo, borroso, que inventa
esa forma de dares que tiene la tristeza…

Oh lloviznas de mi infancia dulces,
antiguas camaradas mías que yo amo!

Hay un tiempo atrás de mis últimos pasos:
allí la lluvia y los pájaros invadieron
los bosques que mi pecho levanta con orgullo.

Hay una pareja enamorada bajo el agua:
allí los besos desnudos caminan
en el invierno como niños descalzos.

Hay una risa campesina que nos llueve,
allí crece silvestre el trigo de la vida
y su estatura dorada nos pulsa su guitarra
con la música blanca que las espigas sueñan.

¡Oh infancia que descalza caminas
por aquellos inviernos provinciales!

¡Oh aguas pupilares de mi país,
naced en mi roto corazón…ǃ

II.

Cuando en sus cuartos los obreros
acarician la frentes de sus hijos,
es entonces que la lluvia llora,
estrella su frete amplísima
en todas las ventanas enemigas,
embiste sus cuernos acuáticos
contra el pecho del viento,
desangra la golondrina de sus ojos
contra las piedras ásperas. 

Asciende a luchar contra el sol y lo vence,
hasta que sus flechas líquidas
se vuelven a dormir en el aire,
extiende la frescura de su mano
a la redonda palabra de la tierra
y al pie del hombre vuelve a tenderse,
porque su inmenso corazón
lo lleva el viento entre sus manos…

¡Oh lloviznas de mi pequeño país:
niñas de fraternales abrazos

Amo a la lluvia:

sus pasos de agua me visitan,
y todos los días, al levantar mi voz
contra los viejos sistemas del hambre,
hay alguien vigilante que guía mis pasos
desde el pecho fluvial de una tormenta.

Amo a la lluvia:

Con ella oí llorar al mar
cuando puse mi oído ciego
sobre el pecho tembloroso
de un joven marinero asesinado.

¡Oh lluvias mías, tormentas dulces,
lloviznas, aguas de viejas alegrías,
ya no tengo mi pulso a la altura
de vuestro agitado paso por el mundo…

***

Madre Íntima

Hay tantas
cosas
que no sabes
de mí,
madre,
que, a veces,
me duelen
tanto
tus manos,
cuando, por ejemplo,
no interrogan
mi pobre cabellera
con el lenguaje
de sus dedos
abuelos,

Lo sabes.

Tenemos que cambiar
nuestro país,
con sólo nuestras manos.
Desde tus 66 años
me comprendes todavía.
Pero sé que más me quisieras
pleno de quietud en todo esto.
Temes que lleguen y te digan
los compañeros: “Su hijo murió
de madrugada, señora.”

Tal vez entenderías mi muerte.
Tal vez sólo tu llanto tibio.
Quién sabe como temblarían
tus ramales más altos.

Madre mía,
¡ojalá que yo no tenga
que causarte tanto dolorǃ

Pero lo sabes.

Tu pecho
no existe
para mí,
porque no tengo
reposo.

Y para que no
te duela
más
el hijo que tú
amas,
tengo
que reír,
madre mía,
aun cuando tú sabes
que sufro.

***

Madre Dolorosa

A veces
me preguntan
los cenicientos
ojos
de mi madre,
por qué
no descansa
la llama
de mi frente.

Pobre madre mía.

Nunca conocerás
cómo nacen
y se apagan
en mí estos dolores,
con los que veo
al mundo
que transita
come
y duerme.

Uno es tan
vil,
madre,
que se acostumbra
también
al sufrimiento.
Y lo lleva
consigo como una bala
oscura
que rehúye
estallar.

Pero yo estoy
acostumbrado
al sufrimiento
de los otros,
porque los míos
son tan pocos
que, en verdad
no vale la pena
por ello
lamentarse.

Así nace mi sombra.

Vedla sola consigo.
Ajena
A la arboladura
de tu castaño
y tu dulce regazo.
Olvidada,
por costumbre,
de que existen
ya los abuelos venideros,
tus brazos
en el mundo.

Y es que existen
los otros.
Y uno se duele
más de ellos,
que los que se duelen
ellos de sí mismos.

Y a pesar de todo esto,
se suele decir que nunca
vuela de nosotros
la golondrina del llanto.

Pero sucede que tenemos
oculto, en un recodo de la noche,
el lugar donde solemos llorar.
Y donde, tras un pesar,
se acerca el luto,
para decir el nombre
de seres que amamos,
con toda la plenitud
del mundo en el amor.

Tú no sabes,
pero uno llega
en la noche,
casi siempre en sobresalto,
buscando a los amigos
que la vida nos dio
y que la vida oculta
para que nada les pase.

Y cuando de la sombra
salen los brazos del amigo,
sólo atinamos a decir:
“¿Qué tal?, te ves tan bien",
Y "¡Qué alegría verte, hermano!”

Y caemos de bruces
a los ojos
y al pecho
del amigo, muriendo el inicio
de una fuga.

Nos separó la verdad,
la verdad,
nos unirá también un día.

Hoy, madre,
somos los que se acercan
a la muerte,
con la sonrisa
más ancha y el abrazo,
más grande,
para que nazca la vida
y los abuelos venideros
no tengan que sufrir tanto
como tú.

Amamos la vida,
tú lo sabes.
Y nos imponen
la muerte.

¿Por qué ponerse trágicos,
entonces? Mataremos, pues,
mi dulce viejecita,
porque solos
con nuestras manos
estamos en el mundo.

Y lo que ellas
hagan
será, por fin,
la biografía
de nosotros.

Hermoso será
su rostro:
nuestro sufrir
despertado en estrella.

Tú nunca conocerás,
madre mía,
cómo nacen y se apagan
en mí estos dolores:
estas últimas
lágrimas
vertidas
sobre el hombro
del viejo planeta,
tan viejo y cansado ya,
como tu figura
y tu propio
dolor. 

***

El Gran Inconforme

I

Nunca preguntéis
a un hombre
si sufre,
porque siempre
se está sufriendo
en alguna forma
y en algún camino.

Hoy,
por ejemplo,
sufro tu dolor,
patria mía,
hasta lo más alto
de mi alma.

Y no puedo
escapar,
llagado
como estoy,
de tu tragedia,

Debo vivirte,
porque no he nacido
para darte
el contrapecho
de mi vida,
sino lo más noble
y provechoso que tengo:
la vida de mi vida,
la dignidad y su ternura.

II

Si alguien
sufre tanto contigo,
ese pobre hombre
tengo que ser yo,
yo que sufro tus limosneros,
tus prostitutas,
tus hambrientos,
tus ásperas colonias populares,
donde tienen sus nidos
los buitres
del hambre y del frio.

Pero yo no te sufro
sólo con los ojos
abiertos,
sino con toda la herida,
tanto del alma
como del cuerpo,
porque soy, antes que nada,
el gran inconforme
que anda
debajo de la piel
de todos,
esperando su hora,
porque nadie
como los pueblos
saben,
que no se puede
renunciar jamás
a la lucha,
porque tampoco
se puede renunciar
nunca a la Victoria.

***

Tu Madrugada, Patria

Así concibo yo a mi patria,
que otros la conciban como quieran.

Anduve viajando
muchos años
por el mundo,
con el lucero
de tu nombre
en los ojos.

Y no hubo
una sola mañana,
que se fuera
sin algo de lo tuyo.

Cuando el alba
llegaba, ya estabas
repartiendo tus gestos
extraños y lejanos,
desde la oscura colina
de mi rostro.

“¿Por qué la quieres
tanto, me decían,
si es amarga y cruel
como el alma de un basta?

basto(a): grosero, tosco, inculto.

¿Por qué, si es tan chiquita
y tan hambrienta, que en ella
a uno sólo le queda por delante
la ardua tarea de morirse?”

Pero yo siempre respondía,
que te quiero tanto,
porque aún sumido en la tiniebla
oyendo el largo llanto
de tus hijos,
no puedo ignorar
que detrás de mí
comienza, en verdad,
tu madrugada.

Luego te alegrabas
en el fondo de mis ojos,
y volvías tu rostro
con ternura,
tal vez en busca ya
de los hijos
que están todavía
por venir.

***

Retorno Al Dolor De Todos

He vuelto
después de cinco años.

Y sola estaba la calle
para mí.

Este viejo viento
que conozco desde niño,
caracoleó un poco en mis cabellos
y se quedó ahí de pie, y alegre
tal vez por mi regreso.

De los amigos,
ninguno estaba para verse.

Casi todos siguen lo mismo,
me dijeron vagamente,
pero su piel
se ha vuelto grave ya.

Casi todos también
laborando en la sombra,
dejando
con su vejez
una dura y amarga constancia
de su lucha.

Algunos, sin embargo,
se han cansado ya y le dieron
la espaldas al pueblo y a su frente.

Para poder comer y dormir
mejor
se despojaron de sí,
se convirtieron tristemente
en el gusano que odiaban
y ahora reptan,
hondo,
en la inmundicia,
donde se hartan
junto a las bestias.

A pesar de todo,
han sido muy pocos
los traidores,
los que un día
temblarán
ante la furia
múltiple
del pueblo
y pedirán perdón
y serán dura,
cierta,
justamente
castigados,
porque ellos
siempre supieron
lo que estaban haciendo.

He vuelto
después de cinco años.
Y nadie
Pudo acudir a saludarme.

Ni aun aquellos
para quienes he vivido
luchando, gritando:
“¡Vosotros sois grandes,
poderosos, y unidos podéis
hacer más llevadera la vida.
Sublevaos!”

Ni aun ellos me recuerdan.

Mis compatriotas
siguen y siguen sufriendo
diariamente.

Tal vez ahora
un poco más que siempre.

He vuelto, digo.
Y estoy aquí
para seguir luchando.
Y aunque,
a veces,
me ardan otras lunas
muy lejanas y muy bellas
en la piel,
me quedaré con todos,
a sufrir con todos,
a luchar con todos,
a envejecer con todos.

A su regreso,
dirán después los hombres,
"No hubo nadie, no hubo nada,
a no ser la calle sola
y este viejo viento
que conoció de niño,
hace ya tanta estrella
y tanta, tanta lluvia".

***

Definición Y Orgullo

A ti acudo,
a tu rostro
de madre,
para morir contigo
si te toca morir,
para vivir contigo
si te toca vivir.

Madre patria,
mágico orgullo
alzado
entre las aguas
más hondas de la tierra,
pólvora virtuosa
para defensa de la vida!

A ti acudo,
a tu lado
pongo mi puño,
mi lágrima,
mi sueño,
porque tú eres
el orgullo
más grande de mi vida,
la aurora
que siempre anduve
buscando en los caminos!

A ti acudo,
a combatir contigo vengo,
porque tú nos defiendes,
porque eres la voz,
la juventud rebelde,
el corazón auténtico de mi vida!

***

Dos Lluvias

La lluvia europea
no asciende delirante
al cósmico sueño de los hombres,
sino baja cortésmente triste
a besarle su rostro empedrado a las callejas,
en donde el último perro de hojas secas
se revuelca en un sueño amarillo.

Y sin embargo, oigo llover con gusto.
Tal vez adentro, en el subsueño,
mi niñez urge de agua para lanzar sus barcos.

Oigo llover con gusto.
En verdad, cuando llueve afuera,
escucho mejor adentro cuando me hablo.

Pero amo más tu lluvia
lejana,
mi campesina americana,
porque ella tiene la milpa,
mis amigos,
mi juventud y sus banderas. 

***

Aurora De Milpa Y De Paloma

El fruto
es organizado
en la fertilidad
combativa
de la tierra.

Recorre
las distancias
verdes
de la clorofila,
galopando
al hermoso caballo
de la vida.

Y un día
inmortal
encierra
al sol y al agua
en su maduro
corazón
de serenata.

Así
conquista
él
su derecho
a brillar
con orgullo
en el pecho
de los huertos,
porque
jamás
se le antojó
galopar
con el caballo
de la vida
hacia el oscuro
fondo de la tierra;
hacia lo que significaría
la muerte de su música,
la liquidación
total
de su alegría!

Así
será
tu simple
y complicada
historia,
patria,
un galope
vital
hacia el futuro,
que será tu pueblo
con su aurora
de milpa
y de paloma.

Pero
no olvides,
tuya
será la aurora,
morena,
si tú
con tus manos
la conquistas! 

***

En Verdad, No Conozco Tu Risa

Morena patria mía,
de ti
yo no conozco
la más simple
sonrisa.

Es muy triste,
pero en verdad
no sé
cómo sonríes,
ni cómo es tu rostro
verdadero,
porque de ti
jamás se ausenta
el llanto.

De verdad,
que no conozco tu risa.

Y estoy envejeciendo
de la piel y del alma
cada día que pasa,
sin que lo sepan
tus ojos,
que sólo han tenido
lágrimas inmensas para mí.

Y, además
es muy horrendo
tener una patria
que no sabe reír,
porque le teme
al golpe oscuro
de la sombra maldita.

II

Uno, como hijo,
va luego por el mundo
acostumbrado tanto al silencio,
que todos se preguntan,
si en verdad
uno ha sufrido con exceso
para haberse quedado tan solo
y para haber aprendido
tanta soledad
en tan poca existencia.
Y si uno se atreve a sonreír,
para disimular
un poco su ceniza,
la tristeza es más grande
y la mueca más grave todavía.

III

“¿Por qué
los guatemaltecos
son tan tristes?”
me preguntan en Berlín
las gentes a menudo.
Yo sólo doy vuelta
a mi frente, por fuera.
Y un alarido de cárceles
y golpes
sale ardiendo
de mí,
como una bestia
herida.
Y todos comprenden
luego mi respuesta,
sin que mi rostro
haya cesado
de ser triste,
a pesar de tanto
coraje
y tanta experiencia
volcada sobre el labio
¡Ojalá
que mis nietos
no tengan que sufrirte
tanto como yo!

IV

Yo no quiero de ti
más que una sonrisa,
morena mía,
porque es amargo
para un hijo,
no saber como sonríe
la madre,
si la ve todo el tiempo
llorando.
¿Verdad, patria mía,
que reirás, algún día
de tantos, para mí?

Lo sé, morena mía.

Y, por ese solo segundo
bien vale la pena
haber luchado
toda la vida,
contra tanta miseria
y tanta y tanta muerte.