martes, julio 03, 2018

Susan Forward

Imagínate que tu compañero muestra su peor comportamiento con alguna otra persona.
Visualiza a tu pareja vociferando, criticando, descargando culpas o cualquier otra cosa que haga cuando te ataca, pero imagínatelo haciéndoselo a otra mujer. Yo les digo a mis clientas que esa otra mujer sea alguien a quien le tienen afecto: una hermana, una hija o una amiga.
Cuando empieces a trabajar mentalmente con esta escena, fíjate en que el comportamiento de tu compañero no cambia aunque esté con alguien más: él tiene un repertorio de comportamientos muy limitado, especialmente con las mujeres con quienes mantiene una relación. Por más encantador que pueda ser en otras ocasiones, en una relación íntima se conducirá con cualquier otra mujer de la misma manera que contigo. La cosa tiene muy poco que ver con quién eres.
Cuando visualices a tu compañero comportándose mal con otra mujer, es probable que tomes conciencia de dos cosas importantes:
Primera: El comportamiento de él no está bien.
Segunda: El comportamiento de él tiene muy poco que ver contigo.
Ahora pregúntate.
¿Querrías que alguien a quien tú valoras fuese tratada de esa manera? Si vieras que tratan de esa manera a tu hija (o a tu amiga, tu hermana o tu madre), ¿Qué querrías verle hacer? ¿Por qué no te parece bien que a ella la traten así, pero a ti sí? ¿Acaso no eres tú tan importante como ellas? ¿No tienes los mismos derechos a que te traten bien y con bondad?